Al Gobierno de Ibarretxe no le gusta que el entorno de ETA no pueda concurrir a las elecciones. Como tampoco le gustó en su día la Ley de Partidos que permitió desenmascarar la red de complicidades institucionales que había tejido el entramado de ETA. Puede que no vuelvan los sucesores de Batasuna al Parlamento. ¿A dónde irán los votos que depositaban su confianza en Otegi?
Esta vez, sí. Según indican todos los movimientos judiciales, parece que en estas elecciones al Parlamento vasco, a diferencia de campañas anteriores, la Fiscalía no va a dejar ninguna grieta por donde pueda colarse esa izquierda abertzale que justifica la existencia de ETA y, en consecuencia, apoya al terrorismo. Cuando el ministro Rubalcaba asegura que no puede haber tapaderas de la banda en los próximos comicios es para dejar claro que esta vez no va a haber ‘coladero’. Porque en las elecciones autonómicas de 2005 lo hubo. Por eso, EHAK ha podido utilizar sus nueve escaños en la Cámara de Vitoria durante toda una legislatura. También lo hubo en las elecciones municipales y forales y, por eso, ANV se ha beneficiado de la vida pública en las 437 concejalías de Euskadi y Navarra.
Pero esta vez parece que el entorno de ETA no va a tener facilidades para presentar sus candidaturas. Porque el Gobierno ha empezado a poner todos los impedimentos que le reclamaban, en su día, desde la oposición en tiempos de tregua. Ahora no toca. «Se trata de impedir que se reproduzca la actividad de apoyo a ETA», sentenciaba el ministro del Interior mientras actuaba de ‘telonero’ en un acto de presentación de Patxi López. Los afectados protestan porque creen que el juez Garzón, al llamar a declarar a 13 miembros de D3M y Askatasuna en calidad de imputados por presunta integración en ETA, quiere eliminar las opciones independentistas.
Nada que ver con la realidad. Porque, aparte de los que jalean al terrorismo, existen otras opciones independentistas que se atienen a las normas democráticas y que, por eso, pueden hacer política en las instituciones. Aralar, por ejemplo, aunque tan sólo tiene un escaño en el Parlamento vasco; o Eusko Alkartasuna, que tampoco es un compendio de mayorías electorales, pero ahí ha estado: en los gobiernos de Ajuria Enea. Por lo tanto, el mensaje tan repetido sobre la persecución de la ideología abertzale, se cae por su propio peso.
Al Gobierno de Ibarretxe no le gusta que el entorno de ETA no pueda concurrir a las elecciones. Como tampoco le gustó en su día la Ley de Partidos que permitió desenmascarar la red de complicidades institucionales que había tejido el entramado de ETA. Cabe suponer que Ibarretxe abogará en su campaña por la exigencia de la igualdad de oportunidades, incluso para los que no se apartan de la violencia. Todavía no lo confiesan públicamente pero, desde que ven la posibilidad de que el patio quede limpio de candidaturas contaminadas, todos los partidos han empezado a hacer cábalas en el reparto de escaños. Puede que ya no estén los sucesores de Batasuna en el hemiciclo. Y puede que entre UPD. ¿A dónde irán los votos que depositaban su confianza en Otegi? La incógnita se despejará en el curso de la campaña.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 4/2/2009