Juan Carlos Girauta ABC, 25/11/12
Pocos han superado en dureza y suciedad a TV3, cuyo sesgo independentista apenas nos escandaliza después del atentado «en broma» contra el Rey.
Ha sido ésta «la campaña más dura y más sucia», como afirma Artur Mas? No, fue la de marzo de 2004. Sencillamente, ha sido la campaña más dura y sucia para (y de) Artur Mas. Él, o alguien en su corte de los milagros del marketing, vio una oportunidad de oro en la manifestación de la Diada. La vieron de lejos, cuando una entidad de particulares erigida en Assamblea Nacional de Catalunya (embrión del futuro parlamento de una Cataluña independiente, cuya mera aparición y reconocimiento negaba legitimidad al verdadero parlamento catalán) convocó, sin que a nadie le chirriara la preposición, una «Marcha sobre Barcelona». La dura y sucia campaña empezó en realidad cuando Mas puso a una Associació de Municipis per la Independència, controlada por CiU y nutrida con fondos públicos, al servicio de esa marcha de alarmantes resonancias.
Municipios nacionalistas dispusieron 1.200 autocares y varios trenes extra. TV3 se entregó durante meses, casi por completo, a promover la manifestación con el habitual seguidismo de la prensa local. Entre todos fabricaron la realidad hasta conseguir que en los días anteriores a la demostración todo girara en torno a ésta, incluyendo, por supuesto, las conversaciones privadas de una sociedad maleable. El lema de la marcha era: «Cataluña, nuevo Estado de Europa». Pocos recuerdan que, en un asombroso juego de doblez, CiU no convocaba al pueblo catalán para defender tal lema, sino para exigir el pacto fiscal. Calles principales se llenaron de banderas independentistas. Los medios habituales decidieron que habían acudido un millón y medio de personas, trola grabada en mármol que nadie osa cuestionar. Fueran cuantos fueran, Mas los llamó «lo mejor de Cataluña». Luego resolvió que eran Cataluña, directamente. La calle, convenientemente estimulada por el poder, impuso su legitimidad material a la legitimidad formal de las instituciones, y Mas se hizo independentista.
¿Dureza y suciedad? Hace un mes, el presidente de la Generalitat dio instrucciones a varios centenares de empresarios en el marco de Barcelona Tribuna, como si fuera su jefe. Sin sonrojarse, les conminó a no obstaculizar el «proceso» secesionista: «No hace falta que se signifiquen, simplemente es necesario no ir en contra». Una frase que define a la perfección lo que el nacionalismo catalán espera (¡y logra!) de los catalanes que no compartimos su ideología. Mientras tanto, Iñigo Urkullu, que acababa de ganar las elecciones vascas y que lidera un partido familiarizado con situaciones de dureza y suciedad, tranquilizaba a su propio empresariado desmarcándose de cualquier aventura similar a la de CiU.
Pocos han superado en dureza y suciedad a la televisión pública catalana, cuyo sesgo convergente e independentista, con constantes entrevistas a Mas a las horas que él quiera y con la duración que a él le plazca (¡Halo, presidente!), apenas nos escandaliza después de contemplar la escena del atentado «en broma» contra el Rey. Revísenlo y búsquenle la gracia a esta frase: «Si no se va, habrá que meterle cuatro tiros». Al magnicida simbólico lo instruía, por cierto, un mosso d’esquadra de paisano. Con esta precampaña, comprenderán que a los candidatos constitucionalistas no les haya sorprendido mucho el trato dispensado por TV3. Por el contrario, se van muy aliviados de las entrevistas (o quizá debería decir de la entrevista): al menos salen enteros físicamente.
La dureza y suciedad que Mas denuncia es la publicación del borrador policial que, con todo derecho, le ha llevado a querellarse por injurias y calumnias. La respuesta de CiU ha sido tan limpia como esto: se trata de un ataque a Cataluña de Rajoy, Cospedal y Montoro, que quieren romperle las piernas a Mas porque el Estado español es una cloaca. Más limpieza, mañana.
Juan Carlos Girauta ABC, 25/11/12