Líneas rojas y verdes para la paz y las decisiones

En aras de la pluralidad de contenidos, reproducimos una visión nacionalista tan inquietante como reveladora del pasado, presente y futuro del mal llamado ‘conflicto’. Y así están las cosas, que diría nuestro gran amigo Santi. (Nota de La Fundación para la Libertad)

Ramón Zallo, DEIA, 21/3/12

LA DISTINCIÓN ENTRE LA VIOLENCIA Y EL CONFLICTO ORIGINAL, EL RESPETO JERÁRQUICO A LOS DERECHOS HUMANOS, LA SUPERACIÓN DE LA TESIS DE LA VICTORIA Y LA GESTIÓN SEPARADA DE LAS CAUSAS, LAS SECUELAS Y LOS PROCEDIMIENTOS SON ALGUNOS DE LOS PASOS ESENCIALES EN EL CAMINO QUE AÚN SE DEBE RECORRER

EXPRESARSE en sentencias -como tweets alargados de Twitter- tiene los riesgos del esquematismo mal interpretado y de la extrema exposición del analista a la crítica; pero tiene las ventajas de la globalidad y de la pedagogía. Es lo que pretenden las veinticinco que, englobadas en cuatro ámbitos -visión de contexto, visión política, pacificación y gestión del cambio-, se plasman a continuación.

1. Distinguir entre el conflicto (político) vasco y el conflicto de la violencia es sustancial. Han vivido juntos una larga época -no otras- y, aunque se conocen, no son lo mismo.

2. El país lo conformamos y construimos (en conflicto) todos y no hay sectores o ideologías pata-negra, ya se vistan con los ropajes de la esencia, del sacrificio o del Estado de Derecho.

3. No hay conflicto de comunidades o de identidades, sino entre proyectos político-sociales. La convivencia proactiva irá articulando las distintas sensibilidades, pero influyen los proyectos.

4. Aunque tocadas por los sentimientos nacionales, la cultura, la comunidad y la sociedad comunes deben salvaguardarse de la gestión política de parte. Históricamente, y en un marco de gran conflicto, esas variables solo han sido bien gestionadas por la sociedad civil organizada.

5. Nunca hemos sido una sociedad anómica, enferma o individualista, sino politizada e implicada, pero con evidentes excesos épicos y sacrificiales.

6. Sobran las amnesias selectivas. Necesitamos una memoria global sobre el franquismo, la Transición, las violencias y los desmanes represivos de los últimos 35 años. Está lejos un balance compartido. Durante bastante tiempo habrá memorias y relatos distintos desde la subjetividad de las identidades nacionales y políticas.

7. Nosotros, solo nosotros como sociedad política, decidimos, teniendo en cuenta realidades y dificultades externas e internas.

8. Un Estado de Derecho que no reconoce derechos nacionales a comunidades con mayorías nacionales continuadas tiene un problema de legitimación. Refugiarse en las mayorías de Estado es usar la norma contra la democracia. En Gran Bretaña ni se les ocurriría. Es la diferencia entre las democracias con pedigrí y las superficiales.

9. Si en temas comunitarios son recomendables amplios tiempos y consensos, en temas políticos es legítimo buscar hegemonías desde mayorías suficientes que respeten a las minorías.

10. El cese de la violencia de ETA pone fin al bloqueo político. ETA era la excusa para no abordar el problema político estructural que ahora se pone a la orden del día.

11. Es decisivo encarar el cambio democrático. Ni PSE-EE ni PP quieren moverlo. Los abertzales, sí. Deberían proponer algún proyecto base común, no sacrificable al aterrizaje de Rajoy a la pacificación ni a una supuesta llave socialista para la gobernabilidad.

12. En la democracia -todo lo limitada que se quiera-, y más especialmente desde Hipercor, ETA fue un horror y un error nocivo para Euskal Herria. Pero considerar a ETA pura violencia criminal y fuera del contexto político que lo ha alimentado es cínico.

13. Existe una jerarquía en los Derechos Humanos. No cabe relativismo al respecto. Pero el discurso moral selectivo, apropiado en exclusiva y espetado contra los otros, es una manzana que lleva dentro el gusano de un proyecto oculto.

14. El proceso implícito ya abierto es de «Paz por presos y legalizaciones y sin precios de contenido político». El tema de la violencia no está resuelto -caben disidencias- pero sí canalizado. Hay que gestionarlo para que llegue a puerto. El Estado ha de hacer los deberes de la pacificación. Su problema no es con una «banda» sino con una sociedad que la demanda.

15. Faltan pasos, calendarios… Es exigible la milésima parte de la «generosidad» amnésica que la Transición tuvo con una derecha que ejerció una violencia extrema durante 40 años.

16. La tesis de vencedores y vencidos es falsa y peligrosa. Estamos ante un fracaso de ETA y de la izquierda abertzale histórica y un desistimiento. No estamos ante una derrota política (peso electoral creciente) o militar (no desarticulada). El factor determinante ha sido la sociedad vasca frente a la violencia; el desencadenante, la dureza del Estado; y el agente que forzó la decisión de ETA, la corriente de Otegi. La teoría de la derrota puede dificultar la paz al darla por resuelta.

17. La justicia no puede ser amnésica, pero su interpretación y la acción política tampoco pueden ir contra la normalización social. La sociedad quiere pasar página, con la factura de la justicia, pero con la generosidad de cerrar una historia; y algunos partidos se empeñan en la triple factura de la justicia, la venganza y la exclusión. Temen el ascenso de los nacionalismos.

18. Todas, todas las víctimas merecen respeto, reconocimiento, reparación y justicia. No es lo mismo damnificado que víctima, pero no hay víctimas de primera y de segunda. Se ha avanzado mucho, casi todo para algunas víctimas, pero las asociaciones más politizadas de víctimas han atravesado el umbral que separa la justicia de la venganza, chantajean emocionalmente a la sociedad y son funcionales a estrategias políticas. Son un problema para las propias víctimas.

19. Hoy es impensable una negociación conjunta y simultánea de causas, secuelas y procedimientos de los conflictos. Toca gestionarlos de forma separada, comenzando por las secuelas, siguiendo por los procedimientos y terminando con las causas, que solo tienen solución democrática. Aunque relacionados, deberán ir por carriles distintos y evitar bloqueos.

20. Los arrepentimientos y perdones forman parte de una esfera subjetiva no exigible en política laica. Ni el PP ni PSOE lo han hecho respecto a una parte de su pasado, ni como individuos ni como corriente. El tema político de presos no es de delincuentes individuales. En política, la negociación es entre agentes colectivos, como en Irlanda.

21. ETA no se va a disolver mientras no se canalice la situación de sus presos. Este tema le toca; no le toca tutelar el proceso político. Hay deberes paralelos del Estado, como eliminar la excepcionalidad normativa, judicial, policial y penitenciaria, ajena al Estado de Derecho y concebida solo para la lucha antiterrorista.

22. La izquierda abertzale es parte de la sociedad y tan respetable como cualquier otra corriente. Como sus últimos pasos han sido más fruto de la necesidad que de la virtud, necesitan tiempo para cambiar valores, estrategias y estructuras. Tendrá que reinventarse a si misma. Algunos de sus referentes han caducado. ¿Inspirarse en los de la sociedad civil desde una visión global?

23. En un cuadro a cuatro fuerzas, ninguna puede bloquear. Pero mientras las mayorías sociales piensan en una dirección resolutiva, los aparatos -hoy sin liderazgos fuertes que den confianza y arriesguen- pueden mirar solo por su interés, calculando precios de distintas alianzas postelectorales. Sin embargo, el vuelo bajo puede sacrificar oportunidades para avanzar en un cambio de marco.

24. Navarra es, con sus ritmos, lo que diga su gente. Hoy la amordazan sus gobernantes.

25. Lo que le aprieta más a la ciudadanía vasca hoy es la crisis económica y nadie plantea alternativas claras. A más capacidad de decisión y más cohesión, más oportunidades. Los proyectos políticos deben darle la centralidad máxima. Hacerlo desde criterios de solidaridad es integrador y más en un país en construcción nacional.

Ramón Zallo, DEIA, 21/3/12