ABC-IGNACIO CAMACHO
«Este funeral ha tenido algo de expiación crepuscular, de homenaje a un estilo extinguido, a una estirpe desaparecida»
«SI esta capilla ardiente pudiera servir como símbolo de algo que a Alfredo le hubiese gustado, sería de la reconciliación interna del partido. Pero no va a ocurrir. Si te fijas bien, la mayoría de los que han venido ya no está en activo; no representamos tanto lo que es hoy el PSOE como lo que ha sido». Sábado por la mañana. Una luz transparente de mayo tamiza el patio del Congreso mientras ciudadanos anónimos se santiguan o dejan rosas rojas ante el féretro de Rubalcaba en el Salón de los Pasos Perdidos. La antigua, canosa nomenclatura socialista –González, Griñán, Chaves, Guerra, Lissavetsky, Ares, Ibarra, Serrano– se abraza en los pasillos. Uno de los colaboradores del político muerto menea la cabeza con la pesadumbre de un huérfano desasistido. «Sí, era como un padre político. Y a su manera discreta, sin estridencia, sin ruido, se había convertido, no en el líder, pero sí en el referente moral de la oposición al sanchismo. Que ya tampoco existe porque la victoria electoral la ha diluido; de algún modo estamos llorando también por nosotros mismos. Por lo que fuimos».
«No te engañes: con todas las diferencias que tenemos, todos queríamos que ganase Pedro. Sin reservas: estamos contentos. Otra cosa es que nos guste el rumbo, que nos reconozcamos en este proyecto. Todo lo que temíamos en las primarias, Frankenstein incluido, se está cumpliendo. Y no hay suturas, como en tiempos de Alfredo: éste es otro modelo. Pregúntale a Susana: no ha habido un ápice de buena voluntad con los perdedores, ni un gesto de acercamiento. Y luego, el planteamiento de país, la falta de respeto por los códigos de acuerdo. La cuestión no tiene que ver sólo con que pactemos con los independentistas o con Podemos, sino con que nos empecemos a parecer a ellos».
«Recuerda que este partido fue capaz de abrirse en canal para dejar gobernar al adversario. Ahí nos inmolamos, pero se trataba de lo que todos habéis dicho estos días: el concepto de la responsabilidad, el sentido de Estado. Eso no lo volverás a ver en muchos años. Pedro es un tío hábil, intuitivo, audaz; no tiene capacidad estratégica ni pensamiento abstracto pero… son los triunfos los que consolidan los liderazgos. Y ahora hasta los más críticos, bueno, casi todos, han terminado por aceptarlo. La razón del vencedor: puro pragmatismo, al fin y al cabo».
«Con todo, yo creo que este funeral ha tenido algo de expiación íntima, de homenaje crepuscular a un estilo extinguido, a una estirpe desaparecida. Todavía no he visto la ventaja de liquidar el sistema bipartidista. Veo populismo, superficialidad, oportunismo, falta de generosidad y de perspectiva… y ningún interés en ningún bando por restañar heridas. En fin, vas a pensar, y con razón, que tengo un mal día, pero miro a toda esa gente desconocida ahí, haciendo cola al sol, y pienso que han venido, en el fondo, a llorar por la vieja política…».