Jesús Cacho-Vozpópuli
- Es posible que Escribano haya construido su edificio con el PSOE, pero es seguro que lo amueblará con el PP
A mí me llaman un viernes de enero que estaba yo en Teruel, había ido con mis hijos a probar unas motos por el campo, ya sabes, a campo abierto, y me había estado sonando el móvil pero yo estaba a lo mío, a pasar un buen día con mi gente, hasta que ya paro y veo que es mi hermano que me ha llamado no sé cuántas veces, y entonces le llamo, qué pasa, pasa que te están buscando, Ángel, que te han llamado de Madrid, quieren verte allí esta tarde, necesitan hablar contigo con urgencia, ¿quién quería hablar contigo? Eso no puedo decírtelo, ¿cómo, a estas alturas no puedes decirlo? Bueno, me llama quien puede hacer este tipo de llamadas, total que ya lo dejo todo y me vengo para Madrid y el sábado me reúno con ellos y me cuentan lo de Murtra, que Marc Murtra deja la presidencia de Indra para sustituir a Pallete en Telefónica y que queda libre la presidencia de Indra, que han pensado en varios nombres para sustituirlo y que qué me parece, porque soy el segundo accionista tras la SEPI, en realidad el primer accionista privado y me quieren consultar, es normal que quieran hacerlo, están obligados, total que me presentan una gente, me ponen delante unos nombres y… ufff, en fin, no me jodas, digo, ¿a quién te presentan? Eso tampoco puedo decirlo, no diré ningún nombre, y yo les digo que para eso me presento yo, sí, yo mismo, y allí presento mi candidatura, les digo que esos nombres que están barajando no han dirigido nunca nada, no se han manchado jamás las manos de grasa, son señoritos, ni siquiera ejecutivos, y eso que contáis que queréis hacer con Indra solo os lo puedo hacer yo, yo soy el único que puede hacer realidad esa gran empresa de Defensa que decís, oye, pues no lo habíamos pensado, déjanos darle una vuelta, tenemos que consultarlo y te decimos algo enseguida…
Hay quien sostiene que Ángel Escribano Ruiz, 53, es un mero testaferro del grupo que se ha hecho fuerte en Moncloa, del gang que se ha apalancado en el poder dispuesto a hacerse rico, del jefe de la banda, Pedro Sánchez, y su amanuense para los asuntos que tienen que ver con las empresas del Ibex, el responsable de la llamada Oficina Económica del Presidente, Manuel de la Rocha, pero yo creo que están muy equivocados, que este tipo, producto destilado del mejor talento natural que de Pascuas a Ramos suele surgir en los arrabales de las grandes ciudades, muy lejos de las “buenas” familias con posibles, lejos de esa aristocracia del dinero con recursos suficientes para enviar a sus hijos a estudiar en alguna de las grandes de la Ivy League, ha venido para quedarse, ha llegado dispuesto a convertirse en uno de los personajes importantes de los que se hablará y mucho en la España de las próximas décadas, un tipo con vida propia y una ambición sin límites, que ha aparecido en el ruedo ibérico en el momento oportuno, en un país que parece listo para el desguace, país varado en mitad de ninguna parte, con un autócrata en el puente de mando dispuesto a resistir contra viento y marea pero necesitado de muchos sirvientes, mucha fontanería, y que por lo tanto deja muchas ventanas de oportunidad abiertas para tipos arrojados y con pocos escrúpulos, personajes con un ansia de poder fuera de lo común dispuestos a aprovechar su oportunidad mientras el país se distrae con zarandajas, con la ración de propaganda que cada mañana le sirven de menú, y se olvida de lo importante, se olvida de que esta gente ha venido a forrarse, han venido a hacerse ricos con las empresas públicas, con la SEPI, con Talgo, con Indra, con Telefónica, con las empresas del Ibex que se dejen y con muchas de las que no se dejen también.
Una familia trabajadora de Coslada. La madre se defiende con una mercería en la que vende “cosas de señoras”. Cuando los hijos vuelven del colegio por la tarde hacen los deberes en un cuarto pegado a la tienda, mientras oyen el ir y venir de las vecinas que van a por hilos, agujas, botones y cremalleras. Pero llega un momento en que la mercería empieza a acusar la competencia de las grandes superficies. Las medias que vendía Constancia se compran más baratas en el Pryca que acaba de abrir en San Fernando. La madre traspasa la tienda y con el dinero obtenido el padre, Ángel, un tornero fresador que se ha quedado en paro, monta un taller de reparación de frenos de disco a primeros de los noventa. Tras terminar el colegio, los hermanos Ángel y Javier, 51, hacen una FP1 en los Escolapios y empiezan a ayudar al padre en Mecanizados Escribano, un garaje de 100 metros cuadrados en el que, además de hacer reparaciones, empiezan a fabricar piezas mecánicas para empresas del Corredor del Henares. Ellos han aprendido a manejar maquinaria con control numérico. El golpe de suerte llega el día en que el joven Ángel logra contactar con Construcciones Aeronáuticas y convertir su taller en una subcontrata de CASA para la reparación de piezas. Incipiente especialización en la producción de material bélico, proceso en el que abundaron prácticas más propias de la piratería industrial que de la creación ex novo al decir de la mayor parte de sus competidores, traslado a una nave de Alcalá de Henares y rebranding de la sociedad: Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), con vitola de firma especializada en ingeniería y desarrollo de sistemas complejos de Defensa. Pero la cuenta de resultados es miserable, la empresa no gana un duro en 2019 con Sánchez ya en Moncloa, y prácticamente no tiene beneficios hasta el 23, aunque es en el 24 cuando saca cabeza gracias al aluvión de los contratos del ministerio de Defensa. Alguien les ha tocado con la varita mágica, un ángel de la guarda ha guiado a este Ángel de Coslada y la he dicho que invierta en Indra, primero un 3%, que ahí va a estar el gran negocio de todos los tiempos, dinero público a raudales, 5% del PIB español, miles de millones de euros año, después un 8% más, todo a crédito, todo apalancado, hasta completar de momento un 14,3%, alguien que ha decidido hacer muy ricos a los Escribano y hacerse inmensamente ricos gracias a los Escribano. Lo decía Gaspar Zarrías: “Pedro ha dicho que hay que entrar en todas”. Porque todo lo que tiene que ver con nombramientos, dinero, cargos y prebendas lo lleva directamente Pedro. En todas las empresas del Ibex que podamos.
¿Un simple hombre de paja? Ni hablar. Ángel Escribano es mucho más que eso, va a ser mucho más que eso. Un hombre que viste modestamente hasta parecer desaliñado, que juega el juego de una cierta humildad impostada, que se define piadosamente “apolítico” (sic), pero un tipo muy inteligente, que sabe que los políticos pasan como las riadas porque solo la posición social construida sobre los sólidos fundamentos del gran dinero permanece. Este personaje en apariencia menor, a quien los Florentinos de turno, los ricos españoles de postín jamás se dignarían invitar —pronto empezarán a hacerlo— a una de esas cenas de verano bajo las estrellas en sus mansiones de Sotogrande, Menorca o el Ampurdán, este tipo menor se ha hecho ya mayor y ha tenido los santos cojones de pasarse tres días en la península del Grove, en ese Foro La Toja donde el gracioso patán de lo que queda del régimen, de nombre Mariano Rajoy, dice sus gracias manidas y absurdamente festejadas, y Ángel Escribano ha cenado con Rajoy y se ha sentado con Feijóo y con el lucero del alba azul pepero, tres días con sus noches a la luna de Galicia como si no tuviera nada que hacer, pero él estaba empeñado en una operación importante, estaba consolidando su relación con el futuro, presentando sus credenciales al poder que llega, al próximo Gobierno, porque es posible que Escribano haya construido su edificio con el PSOE, pero es seguro que lo amueblará y embellecerá con el PP, se consolidará con el PP, durará con el PP, y con las “derechas” se convertirá en uno de los grandes empresarios españoles de las próximas décadas.
Y cuando se le plantea que la maniobra que está a punto de rematar con la connivencia de casi todo el mundo, la compra de EM&E por parte de Indra con el dinero de la Indra que él mismo ahora preside, es una operación que no tiene un pase, que no sería posible en ninguna economía moderna porque rezuma chanchullo por los cuatro costados, porque exhala un tufo a conflicto de interés insoportable, Ángel Escribano se encoge de hombros y dice que no ha sido él quien la ha lanzado, ni siquiera ha sido él quien la ha imaginado, que es idea de Murtra, quien la puso en marcha en el otoño del año pasado porque, según Murtra, EM&E era/es el socio ideal para convertir a Indra en un campeón de la industria de Defensa y la Ciberseguridad a nivel mundial. Y se queda tan ancho. O no tanto, porque Ángel se ha blindado y para que ni él ni su hermano acaben en el banquillo, y que tampoco terminen allí los miembros del Consejo de Administración que deberán poner su firma a pie de página, ha contratado los servicios de un ejército de consultores, abogados, auditores y expertos de toda laya para que digan lo que él quiere que digan o más bien lo que quieren quienes le apadrinan, y al final una firma de «reconocido prestigio» dictaminará que EM&E vale 1.500 millones y otra gran firma dirá que vale 1.000 millones, y la cosa quedará en un punto medio y todos contentos, porque estas cosas solo pueden pasar en esta España podrida, España al pairo, sin organismos de control, con la CNMV a verlas venir, ante el silencio de los reguladores, una España donde todo se ha perdido, empezando por el honor.
En alguna cosa Ángel Escribano recuerda al Mario Conde de finales de los ochenta. Desde luego que este Ángel está en las antípodas de aquel Mario glamuroso, pintón, elegante, divertido, aquel Mario número uno de su promoción de Abogados del Estado que en los ochenta encandiló a todo el mundo o casi. Los jóvenes de su generación querían estudiar Económicas. Ocurre que Ángel Escribano es el Mario Conde de la España de 2025, la España fea, cutre, crispada, sin esperanza, de ahora mismo, frente a aquella España ilusionada donde todo sueño parecía posible. Ambos son dos “outsiders”, aunque el gallego se aferró pronto a su estatus de nuevo rico y se incluyó a mordiscos en el panteón de los ilustres junto los Abelló, March y demás ricos del lugar. Se diría que Escribano no tiene el menor interés por participar en la hoguera de las vanidades en la que han terminado pereciendo tantos “listos” patrios. Ángel desprecia, y se le nota, esa fiebre que se ha apoderado de este país hace ya tiempo por la “titulitis”, los masters en universidades de postín, los Harvards que pueblan nuestra escena empresarial, incapaces luego en su mayoría de llevar a buen puerto una simple mercería. Pero hay algo en lo que Escribano y Conde coinciden plenamente: en la ambición de poder, la pasión por el poder, la pulsión por el ordeno y mando, la vocación por ocupar el vértice de la pirámide. También en su arrebato por los medios, por controlar los medios y ponerlos a su servicio. Conde tuvo la enemiga del Grupo Prisa. Escribano lo tiene a favor gracias a Oughourlian, su presidente, accionista importante de Indra. Escribano ningunea a los financieros y arquea la ceja cuando alguien le pregunta estos días por Pablo Casado y sus 500 millones para invertir en Defensa. Arquea también la ceja del escepticismo más cáustico cuando se le pregunta por Murtra. Él es un empresario, un emprendedor, alguien que ha pisado suelo, se ha ensuciado las botas, se ha manchado las manos. Parece difícil que Ángel cometa los errores de Mario, porque la política no le interesa lo más mínimo salvo para servirse de ella, para estar a bien por igual con PSOE y con PP, razón por la cual Escribano está llamado a durar en el tiempo, frente a la flor de un día en que devino la brillante carrera inicial de Conde.
A diferencia de Mario, no parece importarle el dinero en demasía, si yo ya soy rico, sostiene, os empeñáis en criticar la compra de EM&E como si yo y mi hermano necesitáramos forrarnos con ella y no es eso, no es eso, con Indra en torno a los 42 euros la acción el valor de nuestro paquete está ya en los 1.000 millones y otro tanto vale, si no más, EM&E, así que yo ya tengo dinero de sobra, en realidad tengo más del que nunca soñé, pero eso a mí no me emociona, a mí no me pone comprarme un superyate e ir a hacer el ganso a Porto Cervo en verano, a mí lo que me ilusiona es hacer empresa, construir una gran empresa, hace realidad la gran empresa española de Defensa, y Ángel Escribano la hará, incluso dejando en la cuneta con prácticas nada ortodoxas a la competencia, amenazando a los competidores, forzándolos a colaborar con él so pena de quedar fuera del reparto de la gran tarta del gasto que exige Donald Trump. Ángel Escribano juega fuerte y lanza un órdago en toda regla, y una cosa te digo, termina, una cosa he dicho ya a quien se lo tenía que decir, si no estáis conformes me marcho, si no sale la compra de EM&E por Indra yo me voy, dejo la presidencia, me largo a mi casa y ahí os quedáis con el muerto, a ver qué coño hacéis, a ver quién tiene cojones de hacer lo que yo puedo hacer, quién es capaz de crear aquí una gran industria española de Defensa, ya se lo he dicho, si esto no sale yo me voy, ya lo saben. Y a fe que lo hará, que hará cosas importantes, que rebasará los límites estrictos del sector Defensa para invadir otros campos de actividad, que creará riqueza, que dará trabajo, porque Ángel Escribano es un emprendedor y no sabe estarse quieto. Otra cosa muy distinta es dónde quedará eso que llamamos el «cumplimiento normativo», el conjunto de políticas, procedimientos y buenas prácticas que las empresas están obligadas a adoptar para asegurar que sus actividades se ajustan a las leyes, regulaciones y estándares éticos aplicables. ¡Ay, el cumplimiento de la ley, esa ya es otra historia!