«Llegamos alto por ser españoles»

EL MUNDO 07/04/14

· Al igual que Manuel Valls y Anne Hidalgo, muchos hijos de exiliados despuntan hoy en la economía y la política francesasLa mayoría procede de familias humildes

Dice Aquilino Morelle, consejero de François Hollande, que cuando quiere volver a sus raíces rescata el único recuerdo que le queda de su padre: una antorcha de minero. El abogado José Michel García se refugia del caos parisino con el legado del suyo: un viejo disco de Juanito Valderrama. Alexandre Sánchez, notario, recupera el anclaje con su particular mantra: el nombre de la playa española donde veraneaba con sus abuelos, mientras que el empresario José Manuel Escoin lo primero que ve cuando llega a su apartamento en París es una foto de las Hoces de Duratón, en Segovia, su otra patria.

Aunque su canción de cuna fue El Emigrante, de Valderrama, se criaron con la melodía de La Marsellesa, aprendieron los códigos de la Rive Gauche y se educaron en buenos colegios. Recitaban a Baudelaire, pero en casa comían cocido y hablaban en la lengua de Cervantes. En las aulas se codeaban con los hijos de la élite parisina mientras sus madres limpiaban las casas de la burguesía gala de los años 60.
Manuel Valls, primer ministro francés nacido en Barcelona, y Anne Hidalgo, alcaldesa de París de origen gaditano, son los ejemplos conocidos de una generación híbrida que ha llegado alto en la Francia que acogió a sus padres. Hijos de españoles pero nacidos y educados en Francia, hoy son políticos, notarios, abogados o empresarios y forman parte del poder en un país donde no es fácil escalar si no eres un pura sangre.

«Si nuestros padres ocuparon trabajos míseros, nosotros ahora estamos colocados en puestos estratégicos», explica José Manuel Escoin. Su padre era carpintero y su madre, segoviana, trabajaba en una portería. Él estudió en una escuela privada, se licenció en comercio empresarial con máster en La Sorbona y hoy es secretario general de la Cámara de Comercio, donde sincroniza a empresarios galos y españoles. «Es curioso porque en España siempre eres el francesito y cuando estás aquí eres el español», explica a El MUNDO.

Alejandro Sánchez lo llama «cultura híbrida». En los años 60 sus padres –él, pintor; ella, chica de la limpieza– dejaron Cantabria para que sus hijos «tuvieran una vida mejor». «Vivíamos en un buen barrio y yo estudié en una escuela privada con los hijos de políticos y de dirigentes del CAC 40», explica. Con ocho años ya sabía que quería ser notario e hizo carrera en «una profesión muy francesa». «Con sólo 10.000 colegiados, hay muy pocos hijos de extranjeros que se hayan dedicado a ello», dice. «La generación nacida del exilio tenemos buenos puestos gracias al sacrificio de nuestros padres, el orgullo de las raíces y el trabajo. Nosotros somos los verdaderos embajadores de España aquí», relata.

Uno de ellos es José Michel García, hijo de alicantino y cordobesa y dueño de un despacho de abogados en París. Con su peculiar acento francoandaluz cuenta que siempre ha tenido dos vidas: «En el colegio vivía las costumbres del país, pero en casa estaba en España: comíamos cocido, hablábamos en castellano y hacíamos mantecados», cuenta.

Todos tienen en común unos padres que trabajaron duro –ellas, limpiando; ellos, en trabajos no cualificados– para que sus hijos pudieran llegar alto. «Nos hemos olvidado de donde veníamos y el esfuerzo que hicieron para educarnos. Todos hemos aprovechado esa oportunidad. Hemos llegado alto porque somos españoles», opina el notario. Escoin lo aprecia en los negocios –«los hispanogalos somos más emprendedores y flexibles»–, mientras que Alexandre se siente orgulloso cuando le llegan escritos y ve que él redacta mucho mejor que los franceses, a pesar de que en su casa nadie hablaba la lengua de Zola.

Un ejemplo de esa meritocracia impresa en los genes es el núcleo duro que rodea al presidente François Hollande. Aquilino Morelle (París, 1962), su consejero y autor de sus discursos, es hijo de un minero asturiano. Su madre nunca llegó a hablar bien francés. Según Morelle, siempre les decía: «Eres francés, pero España está en vuestras raíces, tienes que ser mejor que ellos».

Junto a Morelle también forman parte del lobby hispano del Elíseo otros hijos del exilio como Paul-Jean Ortiz, consejero diplomático de Hollande, los asesores Romain Nadal y Charlotte Fernández, o Pierre Herrero, en Exteriores. No sólo en la política. El periodista David Pujadas, catalán y presentador de las noticias en France 2, o Françoise Laborde, hija de una costurera republicana que también emigró y presentadora en la misma cadena, son rostros respetados en la profesión. «Tener dos culturas es una riqueza, un valor añadido. Algo que nos identifica enseguida. Nunca podremos negar que somos hijos de España», reivindica Escoin.

Hoy, la historia se repite con otro gran movimiento migratorio por la crisis. Muchos nietos de aquellos que se exiliaron se están instalando en Francia, ya educados, para buscar un trabajo digno. Es el caso del informático Juan Pablo de la Plata, que ha ganado un concurso parar desarrollar un proyecto pionero de simulación médica. Reconoce que pertenece a una generación que ha podido formarse sin sacrificio, aunque añade: «Nos falta creernos lo que somos para que no nos valoren más fuera que dentro de casa».

· ALEXANDRE SÁNCHEZ
Notario. Es el fundador de Mateu &Sánchez, que representa a los mejores notarios de Francia.

· ANNE HIGALGO Y MANUEL VALLS
Alcaldesa de París y primer ministro. La esperanza del socialismo francés pasa por dos figuras políticas de origen español: la nueva alcaldesa de París, Anne Higalgo, de Cádiz, y el primer ministro, Manuel Valls, de Barcelona.

· JOSÉ MICHEL GARCÍA
Abogado. Director de la Fundación Antelis Avocats, con sedes en París, Madrid, Lyon y Nantes.

· FRANÇOISE LABORDE
Presentadora. Hija de una costurera republicana exiliada, es imagen de la cadena France 2.

· JOSÉ MANUEL ESCOIN
Secretario general. Sus padres eran de Santurce y Segovia. Es el ‘timonel’ de la Cámara de Comercio.