Del Blog de Santiago González
Los jóvenes no se acordarán, pero durante el franquismo y los primeros compases de la transición se publicó ‘La Codorniz’, cuya sección de cine que llevaba Vitinowsky a mí me gustaba mucho y se titulaba ´Donde no hay publicidad, resplandece la verdad’. El título es perfectamente aplicable a la (des)gobernanza de Sánchez. ¿Cómo podría este fulano que nos manda tanto y nos respeta tan poco afrontar su incierta y errática relación con la verdad? Poniendo de administrador de la verdad a un publicista.
Eso es Iván Redondo, un creador publicitario, un hacedor de eslóganes o si se quiere, un vendedor de crecepelos, dicho sea con perdón y sin que él pueda presumir de sus injertos. ¿Hay alguno de su gremio a quien se pueda reclamar por la falsedad de sus consignas? Él llamaba en su blog ‘Espartaco de la militancia’ al doctor Sánchez, ‘el león de Podemos’ a un Iglesias a quien le cuadraría mejor ‘el príncipe del serrallo’. Intelectualmente es muy ecléctico. De ahí que, como dice acertadamente Álvaro Delgado-Gal, “revuelva Roma con Santiago y a Spengler con Van Damme”. ¿Qué más le da?
No se trata para él de ideología, como prueba el hecho que haya servido al PP con idéntica convicción a la que emplea como hombre fuerte del Gobierno Frónkonstin. Él ayudó al popular Albiol a llegar a la alcaldía de Badalona con un discurso xenófobo y a José Antonio Monago, un artista que se hacía pagar por el Senado sus visitas a su amiga colombiana Olga Henao en Canarias, a ser presidente de Extremadura. La aportación de Redondo a Monago fue el combate encarnizado contra su opositor socialista Fernández Vara con un bombardeo de centenares de tuits intoxicadores diseminados desde cuentas amigas.
Dos grandes mitos europeos, la Revolución francesa y la rusa, tienen sus cimientos en sendas fake news: la toma de la Bastilla y el asalto al Palacio de Invierno. En la prisión citada había el 14 de julio de 1789 siete presos: cuatro falsificadores, un aristócrata y dos locos, uno de ellos inglés. El asalto al Palacio de Invierno fue un pacífico cambio de guardia, después de la huida de Kerenski. La sangre retratada por Eisenstein en ‘Octubre’ era en realidad el vino de las bodegas de palacio, generosamente derramado por los revolucionarios. Murieron más extras en el rodaje de ‘Octubre’ que en el asalto propiamente considerado.
Con todos los casos antedichos y su repelús por la verdad desde la tesis que le plagiaron, Sánchez no tenía mejor candidato para amordazar a los medios que alguien hecho a su imagen y semejanza, tan incrédulo en Dios como devoto del Poder. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que llevar sus fake news al B.O.E. y administrar después el ‘Comité de la Verdad’ resultante? Así apareció el 5 de noviembre la orden contra la desinformación que invoca una resolución de la CE contra las informaciones falsas o engañosas. Y la invoca falsamente, como una exigencia legal e irrenunciable de la Unión Europea. Lo mismo que decía la portavoz, Petisú Montero sobre el IVA de las mascarillas: no les permitía rebajarlo la Unión Europea. Mientras, las imágenes con las que Iván troquela a sus dos últimos señoritos, son fotos con sus respectivo perros: Monago, jugueteando con Tinto y Sánchez haciendo lo propio con Turca. Y la bella Inés sigue en la inopia como el pobre Casado. La Codorniz tenía en sus páginas finales un gran relato de Rafael Castellano, ‘Tiemble después de haber reído´. En ello estamos.