Santiago González-El Mundo
ARCADI Espada acababa de presentar en Bilbao su último libro cuando ayer dio un giro el caso del máster de Cristina Cifuentes, que renunciaba al máster, a sus pompas y a sus obras y pedía disculpas.
‘Un buen tío’ es un repaso minucioso a las 169 portadas que ‘El País’ dedicó a los trajes de Camps, la primera de ellas unos días después de que echara a andar el ‘caso Gürtel’. «El fiscal implica a Camps en la trama», explicaba. La penúltima, tres años después, decía: «Un jurado dividido absuelve a Camps de cohecho impropio». Hubo otra después para la absolución del Tribunal Supremo: «El Supremo avala la decisión del jurado de absolver a Camps».
Describió Espada su situación de hombre perplejo. Camps había dimitido en julio de 2011 por un caso del que al año siguiente fue absuelto por un jurado y dos años después por el Tribunal Supremo. Habría sido obligatorio que la justicia española en el mismo acto hubiera rescatado el honor perdido de Paco Camps, lo hubiese repuesto en la magistratura de la que le apearon la mala política y el mal periodismo. Nadie ha parecido entender el libro de Espada. Cada vez que habla sobre el tema con periodistas, estos le preguntan por el viaje del Papa, por el caso de la Fórmula 1, atacando el tema por la literalidad del título, que en realidad lo acuñó el juez Flors, sin tener en cuenta que el libro no trata tanto de tíos buenos como de periodistas malos.
Sin embargo, el PP ha sostenido, de momento, a una mujer que no ha dicho la verdad respecto al presunto máster con que fue agraciada por la URJC. Lo había explicado en Sevilla Núñez Feijóo: «Cifuentes tiene un máster o no lo tiene. Y si no lo tiene es que ha mentido». Lo tiene y no lo tiene, porque ella es una política cuántica. De ahí que haya podido renunciar a algo que en realidad no tuvo nunca.
No hay partido sin currículos hinchados, ahí está el socialista Franco que impulsó la moción de censura contra Cifuentes, un licenciado en Matemáticas que tampoco lo era. El gran Pastrana lo definió con acertado trino: ocho años sin darse cuenta, «que las Matemáticas son ciencias exactas pero no tanto».