Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Lo ha vuelto a hacer. Le confieso que, aunque mi fe en sus capacidades para contentar a los enemigos del Estado era prácticamente ilimitada, como lo eran su nulo respeto por la palabra dada y su inexistente compromiso con el Estado, esta vez pensaba que era imposible. Pensaba que no podría condenar al resto de sus colegas en el Estado al oprobio de ver cómo un Partido Socialista -en coalición con un partido comunista-, iba a imponer la ruptura de la solidaridad entre regiones, en manifiesto beneficio de la segunda autonomía más rica sobre el resto más pobre. Pensaba que el clamor por el cambio del sistema de financiación autonómica no podía terminar con la salida de una de las pocas que aporta, dejando al resto en la incómoda postura del abandono en el marasmo. Pensaba que no iba a tener el cuajo de llamar a este escandaloso acuerdo «concierto solidario». ¿No lo son los demás? ¿Gobierna el PSOE en el País Vasco y en Navarra sistemas insolidarios? ¿No le da vergüenza? ¿Qué tiene que decir al respecto el PNV? ¿Está de acuerdo con esa definición? ¿Va a tener consecuencias? ¿Cuánto tiempo podrá soportar la sociedad española la existencia de comunidades ‘oficialmente’ insolidarias?

Pues lo ha vuelto a hacer. En esas estamos. No sé quién ha negociado con ERC, si el PSC, al que no conocía sus atribuciones para modificar el sistema vigente en el Estado o al PSOE, al que he visto desgañitarse afirmando que el Concierto era imposible en Cataluña, como aseguró hace un par de semanas la propia ministra de Hacienda, que será la segunda responsable del desaguisado. Era imposible pero Cataluña recaudará y gestionara «todos» los impuestos ingresados allí. Era imposible, pero se quiebra de nuevo y esta vez sin soporte Constitucional el sistema común. Era imposible, pero el resto de CC AA se queda sin respuesta a sus demandas. Era imposible pero andaluces, murcianos, valencianos, etc., incluso castellanomanchegos y asturianos verán modificada, a peor, su financiación por culpa de una negociación en la que no han participado, porque nadie ha contado con ellos. Era imposible porque era inconstitucional, pero ya vemos que aquí, como en la amnistía, las urgencias egoístas de uno pueden con las conveniencias de la inmensa mayoría y con la ley de todos. ¿Aquí se acaba esto? No, guarden cierta capacidad de sorpresa. Falta la votación de las bases de ERC, la respuesta de Puigdemont y, si es optimista, la sublevación de los barones regionales del PSOE, que un día pueden acabar temiendo más a sus bases que a su jefe.