Gonzalo Bareño, LA VOZ DE GALICIA, 25/10/11
Sería cínico pretender que nada ha cambiado. Con su decisión de dejar de matar, ETA ha modificado el marco y plantea un nuevo pulso. De entrada, para ganárselo conviene decir la verdad, llamar a las cosas por su nombre y no caer en su perversión del lenguaje hablando de «consecuencias del conflicto», «proceso de soluciones», «resocialización» y memeces similares. ETA ha sido lo peor que ha dado nunca este país. Asesinos en serie, secuestradores, torturadores, chantajistas, colaboradores o cómplices de asesinos. Han matado a niños, a mujeres embarazadas, a gente indefensa, a militares, a policías y a ciudadanos inocentes de forma indiscriminada. Para encontrar una crueldad y un desprecio por la vida semejantes solo cabe la equiparación con la mafia o remontarse al nazismo.
Esa barbarie no puede quedar impune. Y tratar de no mirar atrás, de verlo ahora con otros ojos, no cambia nada. Los crímenes de ETA son tan horrendos hoy como antes del comunicado. Y quienes los han cometido tendrán que pagar por ello. Que los terroristas cumplan sus penas sin que vuelva la violencia es el gran reto. Probablemente habrá que acercar a los presos al País Vasco y aplicar los beneficios penitenciarios que permite la ley, si así se decide. Pero no hay reinserción posible para quien, además de matar, sigue presumiendo de ello. La nueva situación no cambia el pasado, por más que deseemos borrarlo como un mal sueño. Quien quiera, que perdone. Pero solo la Justicia puede paliar tanto dolor y limpiar tanta sangre.
Esa es la página de sucesos. La realidad de ETA en términos criminales. Luego está lo otro. Lo político. Lo mismo que defendía la banda para el País Vasco lo defienden desde hace tiempo sin violencia ERC para Cataluña o una parte del BNG para Galicia. Y no solo nadie se lo ha impedido, sino que el primero ha sido socio preferente del Gobierno del PSOE en Madrid y el segundo gobernó en coalición con los socialistas en Santiago. De manera que, sin las pistolas detrás, los seis o siete diputados que tendrá en el Congreso Amaiur, la nueva marca del independentismo vasco, solo deben ser un grupo más. Habrá que escuchar sus propuestas. Pero sus votos no pueden valer más que los del resto. Por eso no se entienden las prisas por crear foros ajenos a las instituciones democráticas. Hemos soportado 50 años de atrocidades sin que ETA lograra nada. ¿A qué vienen entonces, ahora que han dejado de matar, esas urgencias por empezar a dar pasos políticos cuando ni siquiera han entregado las armas? Es verdad que el IRA tardó siete años en entregar su arsenal tras renunciar a la violencia. Pero también lo es que lo que exigían los terroristas irlandeses, y por lo que asesinaron a 2.000 personas, era la independencia. Y hoy, catorce años después de que dejaran de matar, Irlanda del Norte es una autonomía con menos competencias de las que disfruta en España la Región de Murcia.
Gonzalo Bareño, LA VOZ DE GALICIA, 25/10/11