Marta García Aller-El Confidencial
- Qué habrá pasado en el PP en los últimos años para que alguien que ha trabajado durante casi tres décadas en él represente su mayor novedad
Agotado el efecto Feijóo —hay que ver lo rápido que se agota todo—, llega el efecto Sémper para revitalizarlo. En el PP ya están celebrando que gracias al fichaje de Borja Sémper va a resultarles más fácil atraer a sus listas de las municipales más candidatos de este perfil. No es que se vayan a llenar las listas de los pueblos de la sierra malagueña de vascos que escriben poesía y escuchan a Sabina. Eso sí que desconcertaría la demoscopia. Por candidatos de su perfil, según me explican, se refieren a consultores, abogados y profesionales liberales, de esos que encajaban en el imaginario de Cs y que el PP tuvo pero no retuvo en la etapa Casado, cuando moderado pasó a ser un insulto.
Es paradójico que sea precisamente alguien como Sémper, que ha estado casi toda su vida profesional dentro del propio PP, de quien se espera que aporte tanto aire fresco a las listas populares. En el partido muchos lo ven como el talismán para atraer más gente con una carrera en el ámbito privado, donde en realidad apenas ha trabajado los últimos tres años.
Bien mirado, no es extraño que el regreso de Sémper dé tantas esperanzas. Primero, para convencer a profesionales que nunca se lo hayan planteado a que se metan en política y atraer a los votantes que estos seduzcan después. Si alguien como él, que la conoce tan bien y que salió escaldado del barro, decide volver, hay esperanza. No sobran en España ejemplos de gente con prestigio dispuesta a aparcar un buen sueldo, como él tenía en la consultora EY, por volver a complicarse la vida en la política, antes incluso de saber si su partido logrará el Gobierno y en qué condiciones.
Lo más revelador del fichaje de Sémper, sin embargo, es lo sorprendente que resulta que resulte sorprendente. Qué habrá pasado en este partido en los últimos años para que alguien que ha trabajado durante casi tres décadas en él represente toda una novedad y le transmita tanta frescura. “Moderado y moderno” son los adjetivos que más utilizan sus partidarios en el PP para explicar el cambio que les aporta.
Así que el efecto Sémper también desvela las enormes carencias que se le han ido acumulando al PP desde aquellas primarias que arrinconaron el sorayismo, cuando Casado dejó escapar sus perfiles con más experiencia legislativa y de gestión, para evitar que le hicieran sombra.
Como nuevo portavoz de campaña de las próximas autonómicas y municipales, de Sémper Génova espera, sobre todo, que transmita credibilidad a la imagen de moderación que busca el PP de Feijóo, pero que se le resiste. Una imagen, la de moderado, que en este año escaso en Madrid al frente del PP a Feijóo se le ha ido desgastando.
Fichajes como el de Sémper y el del exministro Íñigo de la Serna son una apuesta explícita por la centralidad perdida más allá de la retórica. Devolver peso específico en la directiva del partido a estos perfiles del sorayismo refuerza la idea de que en las próximas elecciones, con permiso de Ayuso, Génova busca más votos en el centro deshabitado de Cs que en el extremo de Vox.
Si el efecto Sémper sale bien, probará que de la política de ahora se puede entrar y salir y volver a entrar sin salir escaldado, aunque esto último está todavía por demostrar. Sémper dejó su partido cuando le pareció que se escoraba hacia Vox, formación contra la que siempre ha sido muy crítico, pero a la que las encuestas todavía muestran necesaria para que el PP pueda gobernar.
Al final, lo más difícil del efecto Semper, más difícil incluso que hacer mediática la moderación, va a ser que del regreso a la política no acabe arrepintiéndose.