Editorial-El español
Las de mañana domingo en Galicia no serán unas elecciones autonómicas cualquiera. Alfonso Rueda (PP), el candidato favorito, se juega su continuidad como presidente de la Xunta y la quinta mayoría absoluta consecutiva de los populares gallegos.
Ana Pontón (BNG), la posibilidad de romper un ciclo de cuatro mayorías absolutas del PP para convertirse en la primera presidenta independentista de la historia de Galicia.
José Ramón Gómez Besteiro (PSdeG), al que los sondeos no dan muchas esperanzas, se juega el futuro del proyecto socialista en la región.
Y los candidatos de Sumar, Vox, Podemos y Democracia Orensana, poco más que la remota posibilidad de llegar al 5% mínimo que les permita entrar en el Parlamento regional.
Pero las elecciones en Galicia tienen también una innegable vertiente nacional.
Este diario, que según el medidor de referencia GfK Dam cuenta con 1.103.105 usuarios únicos en Galicia, y que por lo tanto es leído por un amplio espectro ideológico de la sociedad gallega (en las elecciones regionales de 2020 votaron 1.320.995 gallegos, apenas 200.000 más que el número de lectores de este diario), no puede ni debe pedir el voto para un partido concreto de los que se presentan mañana a los comicios.
Pero sí puede hacer una serie de consideraciones que ayuden a los gallegos a formarse una opinión sólida en el día de reflexión previo a las elecciones.
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La primera de esas consideraciones es que un gobierno del BNG apoyado por el PSdeG no sería una simple reedición del gobierno de Emilio Pérez Touriño entre 2005 y 2009. Porque, en este caso, el partido que lideraría el gobierno de coalición no sería el PSdeG, sino el BNG de Pontón, que defiende un programa radical en el terreno identitario y uno incluso más radical en el fiscal.
Una presidencia liderada por Pontón implantaría sin duda alguna en Galicia las políticas lingüísticas que han enrarecido la convivencia y laminado los derechos de los castellanohablantes en Cataluña y el País Vasco. También, de hacer caso a sus promesas, implantaría una fiscalidad asfixiante que ahuyentaría empresas e inversiones.
En estas circunstancias, y como ha ocurrido ya en otras elecciones, singularmente en las generales del pasado 23 de junio, el voto a opciones a la derecha del PP sólo contribuirá a alimentar las posibilidades de que el BNG llegue a la Xunta.
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Las elecciones gallegas serán además las primeras que se celebran en España después de que Pedro Sánchez se haya mostrado dispuesto a aprobar una ley de amnistía para Carles Puigdemont y todos los investigados e imputados por el procés. También después de que se haya entregado la alcaldía de Pamplona a EH Bildu.
Una presidencia de Pontón conllevaría además que, por primera vez en democracia, las tres comunidades históricas (Galicia, País Vasco y Cataluña) estuvieran gobernadas por partidos separatistas.
El único resultado de los posibles que evitaría esa posibilidad disgregatoria sería, por tanto, una victoria por mayoría absoluta del PP de Alfonso Rueda.
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La subida del BNG en algunos trackings durante las últimas 48 horas, que parece más motivado por la ausencia de Rueda en el segundo debate televisado que por el off the record de Feijóo del pasado viernes, puede achacarse al menos en parte a la dinámica de desapego hacia España y sus instituciones alimentada durante los últimos años en nuestro país.
Pero también, sin duda, a unas políticas educativas que en Galicia han sido apoyadas incluso por el PP. Algo que debería llevar a reflexión al equipo de Rueda si logra revalidar su presidencia este domingo.
Lo ajustado del resultado debería, en cualquier caso, movilizar al electorado fiel del PP. Porque aunque la victoria del PP esté prácticamente asegurada, no lo está tanto que el presidente vaya a ser Rueda.
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El protagonismo que han tenido tanto Feijóo como Pedro Sánchez a lo largo de esta campaña hará que este domingo uno de los dos salga como ganador y otro como perdedor de las urnas gallegas.
Si el perdedor es Sánchez tras una victoria por mayoría absoluta de Rueda, el presidente verá, si no abortados, sí al menos condicionados sus planes para una legislatura de la mano de Sumar, Podemos y los partidos nacionalistas. Un mal resultado del PSdeG desautorizaría además su ley de amnistía y su pacto con Bildu en Pamplona.
Si el perdedor es Feijóo, el líder del PP verá seriamente cuestionado su liderazgo en el partido. Porque, ya sea de forma justa o injusta, la salida de Rueda de la Xunta se achacará en parte a su error del pasado viernes durante una comida con periodistas. Un error exagerado hasta el hartazgo por los medios afines al Gobierno, pero que no podría haber llegado en peor momento para el PP.
Las elecciones gallegas de mañana son cruciales para el futuro de los gallegos. Pero el resto de los españoles nos jugamos también mucho con su resultado.