Juan Carlos Viloria-El Correo
- La defensa penal por negación es la estrategia común de todos los imputados del caso Koldo
Cuando detuvieron a su asesor, Koldo García, el ex-ministro de Transportes, José Luis Ábalos, se declaró estupefacto. Cuando él fue imputado, lo negó todo. Igual que Santos Cerdán, quien a pesar de dos contundentes informes de la UCO que acreditan documentalmente sus actividades, presuntamente ligadas al cobro de coimas, comisiones, mordidas, cañonazos, untadas, sigue sosteniendo que es inocente y que todo son mentiras. Como dice Sabina: Si me cuentas mi vida. Lo niego todo. Aquellos polvos y estos lodos. Lo niego todo. Incluso la verdad.
Leire Díez, la periodista, socialista, «ni fontanera, ni cobarde», grabada en plena operación de extorsión, coacción, presión, boleteo, sobre funcionarios judiciales y policiales, no se reconoce en las cintas donde se presentaba como enviada por el PSOE y mano derecha de su secretario de organización, Cerdán. Es un modus operandi común a todos los imputados en el caso Koldo, excepto Víctor de Aldama, que ha admitido sus delitos colaborando con la justicia para intentar reducir la más que previsible condena. A la vista de las peticiones de la Fiscalía Anticorrupción , más de veinte años para Ábalos y Koldo, y siete para Aldama, parece que es una mejor línea de defensa que la de sus ex-colegas. La defensa penal por negación es aquella en la que el acusado niega haber cometido el delito y se basa en que la carga de la prueba, en todo el procedimiento, la tiene que aportar la acusación.
Es la misma estrategia de defensa que adoptó el Fiscal General del Estado, con los resultados conocidos. Puede que no tuviera otra salida de emergencia para sortear la cantidad de indicios que le señalaban como filtrador, y quizás le ha servido para minimizar una condena que se preveía mayor. Aunque, Alvaro García Ortiz, era un fusible para impedir que la alta tensión llegara más arriba y ha cumplido con holgura su misión. El efecto político de contaminar a Díaz Ayuso, némesis de Sánchez, con salpicaduras de fraude fiscal se está conseguido con creces. Don Alvaro, no ha ganado el relato, pero tampoco ha perdido por goleada. La segunda estrategia de defensa, que ya están utilizando los imputados, es de carácter técnico y se centra en impugnar la legalidad o validez de las pruebas que presente la acusación como grabaciones ilegales o registros irregulares.
Y finalmente, está el recurso a argumentar un origen espúreo de las acusaciones por motivos políticos o calificarlas de manipuladas e injustas. Esto desde el plano penal. La trascendental implicación política que tiene el caso Koldo obliga a los actores, en este caso al Partido Socialista, a adoptar también su propia estrategia de defensa que se puede sintetizar en : «no sabíamos nada». Pero como ya se vio en el caso Gürtel, esa línea de defensa, políticamente, no sirve de mucho.