- Es el principio de integridad territorial lo que está en juego si de verdad nos creemos que, como dice el ministro Marlaska, “Ceuta es tan España como Segovia”
No es política migratoria la pasividad fronteriza de la policía marroquí. Nada de eso. Aquí, los miserables se convierten en involuntaria carne de cañón de los planes soberanistas de Marruecos. Sobre el Sáhara Occidental, por supuesto. Y sobre Ceuta y Melilla, a largo plazo.
Lo de Ceuta es una dosis de recuerdo, so pretexto de objetar la hospitalidad dispensada a escondidas por España al líder del Frente Polisario (Sáhara para los saharauis), Brahim Ghali. La embajadora marroquí lo ha reconocido mientras el presidente Sánchez y sus ministros (Laya, Marlaska y Montero) negaban sin éxito la relación causa-efecto.
La reacción de Rabat al acto “inamistoso” de España (hace 15 días ya advirtió de que tendría consecuencias) desborda el marco del problema migratorio. Es el principio de integridad territorial lo que está en juego, si de verdad nos creemos que, como dice el ministro Marlaska, “Ceuta es tan España como Segovia”. ¿O es que alguien va a hacerse de nuevas respecto a la vieja reclamación marroquí sobre Ceuta y Melilla?
Que la firmeza de Sánchez no sea un fogonazo verbal, sino sostenida en el tiempo sin renunciar a la política de buena vecindad
Aunque con cierto retraso, Sánchez sí se da por enterado. La reacción oficial del Gobierno es un acuse de recibo al mensaje del vecino y amigo. Ante un desafío implícito, una respuesta explícita: firmeza y determinación en la defensa de nuestras fronteras, que también son las de la Unión Europea, con “todos los medios que sean necesarios”, a la luz del derecho internacional y los acuerdos bilaterales y multilaterales en materia de flujos migratorios. Amén, presidente.
Hagamos votos por que la firmeza de Sánchez no sea un fogonazo verbal, o en modo astracanada de Perejil (julio, 2002), sino que sea sostenida en el tiempo sin renunciar a la política de buena vecindad. Los abucheos recibidos a pie de obra le habrán servido de lección. Ya está bien de pensamiento débil, de quiero y no puedo, de sí pero no, de espacios ambiguos en las relaciones bilaterales que Marruecos aprovecha en sus pulsos diplomáticos. ¿Por qué demonios un gesto humanitario como la atención médica de Brahim Ghali se hizo con nocturnidad y a espaldas del aliado marroquí?
La situación se va a ir normalizando. Pero, además de quejarse por el caso Ghali, la ocasional desidia fronteriza de Marruecos sirve para reclamar un trato deferente de España y la UE y volver a poner en evidencia lo mucho que le debemos y lo mal que lo tratamos. En esta ocasión, alentado por EEUU y las declaraciones de Joe Biden sobre la importancia geoestratégica del reino alauí
Moncloa hace lo que debe: devolución por lo legal del que entra por lo ilegal, con trato humanitario a quienes bracean por salir de la miseria
De momento, Moncloa hace lo que debe: devolución inmediata por lo legal de quienes entran por lo ilegal. Sin desatender el trato humanitario a personas que bracean por buscarse la vida y salir de la miseria. Sin renunciar a la justa y necesaria consideración de Marruecos como país amigo (“y lo debe seguir siendo”, dice Sánchez), al que debemos la estabilización de una frontera entre dos mundos dramáticamente desiguales.
Esa deuda nunca estuvo bien retribuida. Nuestros vecinos se ofenden con facilidad y la reclaman de forma recurrente con este tipo de avisos. Siempre con el mismo tipo de mensajes a España y a la UE: puedo hacerlo mejor, pero necesito cariño y al menos el mismo trato que Turquía, cuyo arropamiento multimillonario de Bruselas está a años luz del que recibe Marruecos a cambio de impermeabilizar la frontera entre los dos mundos.