Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • La España que el Rey reivindicó con acierto es una España fundada en sus raíces cristianas que dan sentido a nuestro país y que son indisociables de la cultura española, moleste a quien moleste

Los discursos de Navidad del Rey siempre han creado algún grado de discrepancia entre los oyentes. No puede ser de otra forma. Es imposible contentar a todo el mundo. Durante años veíamos como sólo los portavoces de los partidos nacionalistas salían a criticar las palabras del Monarca, fuera uno u otro. Ahora detectamos otro tipo de crítica y creo que es bueno pararse en ella. El discurso de este año nos ha dado dos buenos ejemplos de análisis contrapuesto en El Debate: las columnas de opinión de Luis Ventoso y Fernando Rayón publicadas ayer.

En su «El discurso del Rey y el elefante en la habitación» Luis hace una denuncia que yo comparto plenamente de cuál es el estado de España y la gravedad del momento político. Pero no creo que el Rey pueda hacer una denuncia frontal de esa situación. El Rey sólo puede representar a la nación si se sitúa por encima de la lucha política y a mí me pareció que, para buenos entendedores en su discurso de este año habló de dos asuntos que eran una importante denuncia de este Gobierno. Denuncia en términos genéricos, pero evidentes para quien tenga oídos.

Primero la renovada reivindicación de la Constitución de 1978 que está siendo atacada por este Gobierno como no lo hizo ningún otro en nuestra historia. Que el Rey tenga que salir a reivindicarla frente a partidos minoritarios, como sucedió en el pasado, entra dentro de una cierta lógica. Y eso a pesar de que siempre conviene recordar que el respaldo más alto a la Constitución de 1978 se dio en Cataluña. Pero hoy tenemos en Madrid un Gobierno que está haciendo una reforma tramposa de esa Constitución con una composición del Tribunal Constitucional hecha a la medida para decir que lo que los padres de la Constitución de 1978 querían decir era lo contrario de lo que en realidad dijeron. O lo que todos entendimos entonces que querían decir. Por eso no es una cuestión menor que el Rey haga esa reivindicación.

Y una segunda crítica bastante más explícita de lo que puede parecer es la referencia a la falta de vivienda para los jóvenes. Y señalo este punto porque tenemos un Gobierno que el próximo mes de junio cumplirá 7 años desde la moción de censura que le llevó al poder y a pesar de haber prometido hasta 600.000 viviendas en diferentes momentos, la realidad es que a día de hoy no ha construido ni una. Que se dice pronto. Cuando el Rey advierte de esa falta trágica para los jóvenes está denunciando la inacción del Gobierno de forma bastante explícita.

Frente al artículo de Ventoso, tuvimos el de Fernando Rayón «España es una gran nación» que elogió ampliamente las palabras del Rey con un gran «pero». La falta de ninguna referencia a la fiesta de la Navidad, más allá de concluir con el «feliz Navidad» en español, vascuence, catalán y gallego. Y apenas en la lejanía de una transmisión televisiva con una realización francamente pobre, parecía adivinarse la presencia de la talla de un Misterio. Pero no se podía reconocer ni a San José, ni a la Virgen. No digamos al Niño Dios.

La España que el Rey reivindicó con acierto es una España fundada en sus raíces cristianas que dan sentido a nuestro país y que son indisociables de la cultura española, moleste a quien moleste. En sus discursos de Navidad es normal oír a los Reyes de Inglaterra, Dinamarca u Holanda hablar del sentido que da a la vida el nacimiento de Cristo. Y creo que no hubiera estado de más tener esa referencia en el discurso. Le faltó eso a las palabras del Rey.

La conclusión más preocupante para mí es que cada vez es más difícil para el Rey poder mantener el equilibrio. Este año en Paiporta, en medio del barro y los insultos, le vimos hacer algo muy difícil: defender la legitimidad del Gobierno del presidente que acababa de salir corriendo de allí dejando a los Reyes expuestos a la ira popular que iba mucho más dirigida contra el fugado -como se ha demostrado posteriormente. Ahora vemos que el Rey está falto de apoyo en el Gobierno porque Sánchez quiere todo el protagonismo y empieza a recibir críticas de parte de los que no simpatizan con Sánchez porque quieren verle más duro con el Gobierno.

El equilibrio imposible.