- Hay electores que votan con las tripas y luego quieren que se gobierne con la razón. “Voto para fastidiar pero luego deseo que el fastidiado no juegue con fuego”
Han pasado dos semanas desde que Patricia Guasp fuera elegida nueva líder de Ciudadanos (Cs). Para la mayoría de los comentaristas políticos el congreso de ese partido del pasado 15 de enero no fue el renacimiento del mismo sino el acta de defunción de un partido que pudo ser y no fue.
Denoté cierta alegría en los comentarios y en las crónicas que leí y oí sobre la previsible desaparición de Cs. En el descargo de los actuales dirigentes y de quienes sustituyeron a Albert Rivera he de decir que Cs no desapareció por muerte natural sino por suicidio político. El que proporcionó la soga para el ahorcamiento fue quien desatendió los designios de un partido centrista con mucho futuro en la política nacional, para seguir la locura de tratar de superar electoralmente al Partido Popular. La ciega ambición de Rivera desaprovechó la oportunidad de acompañar en la gobernabilidad a un PSOE que necesitaba imperiosamente apoyarse en un socio fiable para gobernar España. Rivera hubiera sido un vicepresidente del Gobierno y varios de sus dirigentes hubieran ocupado carteras relevantes que les hubieran posibilitado conformar una estructura provincial y regional que sedimentara el centrismo político en toda España.
Tal y como están los sondeos de opinión, los dos grandes partidos –PSOE y PP- van a estar necesitados de muletas para poder conformar mayorías parlamentarias
Todas las experiencias de partidos centristas han fracasado, en la mayoría de las ocasiones, por la avaricia de sus dirigentes que no supieron adaptar su peso a la realidad de un partido bisagra que basculara la gobernabilidad de España hacia el centro izquierda o el centro derecha. Aparentemente, nacieron con esa previsión, pero sus líderes no fueron capaces de aguantar ese papel y tiraron por la borda las oportunidades que tuvieron de evitar el desvarío hacia la extrema izquierda, hacia la extrema derecha o hacía el populismo más insensato.
Frente a los que se alegraron del descalabro de Cs, yo manifiesto mi inquietud. Tal y como están los sondeos de opinión, los dos grandes partidos –PSOE y PP– van a estar necesitados de muletas para poder conformar mayorías parlamentarias que les garanticen un gobierno con estabilidad.
La situación que tenemos actualmente en España no es un accidente sino la consecuencia de nuestro voto en las elecciones generales de 2019. Lo que hay es lo que votamos. Algunos se lamentan sin que en esas quejas se aprecien signos de arrepentimiento. Hay electores que votan con las tripas y luego quieren que se gobierne con la razón. “Voto para fastidiar pero luego deseo que el fastidiado no juegue con fuego”.
Ciudadanos debería salir a la palestra electoral proclamando su objetivo de evitar que PSOE o PP caigan en manos de partidos que perjudican la convivencia
Para las próximas, ya sabemos lo que pasa cuando se vota como votamos en las últimas generales. Si votamos de igual manera, se volverá a formar un Gobierno similar al que tenemos. Quienes quieran que los dos grandes partidos –PSOE y PP- no vuelvan a depender de los extremos, de los independentistas o de los populistas, que hagan una apuesta seria por una de las dos grandes opciones con posibilidades ciertas de gobernar con mayoría absoluta. Y si no es posible, que piensen que, tal vez, Ciudadanos (Cs) debería salir a la palestra electoral proclamando su objetivo de evitar que PSOE o PP caigan en manos de partidos que perjudican la convivencia y la unión de esfuerzos para conseguir objetivos nobles, posibles y sensatos que nos conduzcan a la convivencia que deseamos la mayoría de los españoles. El día en que un partido centrista proclame su deseo de servir a España desde el apoyo al centro izquierda o al centro derecha sin querer competir electoralmente con uno u otro, seguramente se garantizará el porcentaje necesario para evitar gobiernos condicionados por partidos y coaliciones que solo representan intereses locales.