Rosario Morejón Sabio-El Correo

  • La trayectoria como fiscal de la aspirante demócrata a la Casa Blanca le ha permitido lidiar con acosadores sexuales, estafadores y defraudadores

Desencadenada la ‘kamalamanía’, el entusiasmo demócrata revive en Estados Unidos desde que el 21 de julio la vicepresidenta Kamala Harris emprendió su carrera a la Casa Blanca, una vez confirmada la renuncia de Joe Biden para un segundo mandato. La sustituta que parecía un mal remedio al desgaste psicofísico del presidente se está revelando una firme adversaria frente a Donald Trump para la convocatoria del 5 de noviembre. La «loca Kamala» de los republicanos es ‘Harris for president’ en las redes y el vuelco de los sondeos.

La alegría del momento es un cocotero que invade internet. Símbolo de una anécdota contada por la propia Harris, no habría tenido trascendencia de no pasar a categoría de ataque desde la sala de operaciones del Partido Republicano. El 10 de mayo de 2023 la exfiscal general de California inauguraba desde la Casa Blanca una comisión destinada a la igualdad de oportunidades en la educación. Su disertación incide en el necesario papel del «contexto familiar». La asociación de ‘contextos’ lleva a la vicepresidenta hasta su madre enfurruñada con cierta juventud: «¡¿Qué creéis, que os habéis caído de un cocotero?!». Explicando a los estudiantes la fuerza de cuanto nos rodea, Harris cae en la incongruencia de una palmera en plena Casa Blanca. La risa se apodera de ella y sus carcajadas pasan a dardos del adversario. La cadena Fox News aprovechó para recordar la falta de referencias ‘anglo’ de una senadora estadounidense, hija de una hindú y un jamaicano.

Ciertamente las referencias culturales anglosajonas son otras, pero el episodio beneficia hoy a la candidata Harris. Militantes, asociaciones y redes lucen un palmeral proclamando su adhesión a la «coconut army». Las perlas conservadoras dirigidas a resaltar las excentricidades de un perfil singular no resultan. Hablar al público de «la significación del paso del tiempo», reconocer que «adora los diagramas de Venn» (esquemas usados en la teoría matemática de conjuntos), puede descolocar al auditorio. Harris asume sus ‘rarezas’ y desde el primer mitin en Delaware un diagrama de Venn resume sus propósitos: Círculo 1, Biden QG; Círculo 2, Kamala QG. En la intersección: «Obligar a Trump a responder de sus actos».

La exfiscal no solo analiza desde la teoría de sistemas, sino que parece identificar con precisión los tipos de personas a los que se enfrenta. En su caso, Trump. Su trayectoria profesional le ha permitido bregar con acosadores sexuales, estafadores y defraudadores. No necesitaba mencionar a nadie. Los responsables demócratas han presionado sobre los 81 años del presidente saliente, pero en la elección de noviembre el verdadero escándalo es que Donald Trump pueda volver a presentarse gracias a un Tribunal Supremo complaciente.

El candidato republicano intentó un golpe de mano jurídico-político el 6 de enero de 2021. Es el autor de una suerte de asonada. Desde la elección de noviembre de 2020 en la que Joe Biden le gana sin apelación hasta el 6 de enero de 2021, Trump calienta a sus seguidores. Rechaza el resultado de las urnas, confirmado en todas partes. Organiza su ‘golpe de Estado’ a base de mentiras: se le habría «robado» la victoria. Hay que impedir como sea la certificación del resultado por parte del Congreso, prevista para el 6 de enero. Ese día, «marcharemos sobre el Capitolio»…

Desde entonces el sistema ha tenido tres años para investigar y después juzgar. Las instituciones destinadas a proteger la democracia estaban frente a una urgencia entre dos elecciones; tenían que pronunciarse sobre la responsabilidad de Trump en los acontecimientos del 6 de enero de 2021. También sobre la retención ilegal de documentos secretos al término de su mandato presidencial (2016-2020). Y todavía más, sobre su tentativa de trucar los resultados del escrutinio de noviembre de 2020 en el Estado de Georgia.

La trayectoria como fiscal de la aspirante demócrata a la Casa Blanca le ha permitido lidiar con acosadores sexuales, estafadores y defraudadores

Sobre estos asuntos, médula del Estado de Derecho, Trump está inculpado. Sin embargo, el Tribunal Supremo ha facilitado su candidatura. Ha sentenciado que el golfista era todavía presidente el 6 de enero de 2021 y, en tal sentido, disponía de la inmunidad adjunta a la función. En febrero de 2024, un tribunal de apelación se pronunció en contra: nada de inmunidad judicial particular para el ocupante de la Casa Blanca. Recuperada la demanda por el Supremo, este retrasa hasta después del 5 de noviembre los tres procesos abiertos contra Trump. Peor, legitima a un ‘intocable’ en nombre de una inmunidad judicial como principio.

Tal interpretación de la Constitución de 1787 es una disrupción sobre los poderes de la presidencia. Una de las jueces disidentes, Sonia Sotomayor, apuntala: «En la historia de nuestra República, jamás ningún presidente pudo creer que escaparía a persecuciones criminales si usaba sus poderes para violar la ley. La relación entre el presidente y el pueblo al que sirve está ahora irrevocablemente alterada (por el Tribunal Supremo)». Cuantos más votantes muevan el cocotero en favor de Harris, antes se corregirán los abusos contra la democracia.