TONIA ETXARRI-EL CORREO

No contaba Pedro Sánchez con la rápida reacción de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, al intercambio de cromos entre Ciudadanos y el PSOE de Murcia para desalojar al PP del Gobierno autonómico. La prueba es que tanto su partido, como el de Errejón, se apresuraron a presentar ayer sus correspondientes mociones de censura contra el Ejecutivo madrileño en cuanto conocieron las intenciones de la presidenta de la comunidad, de convocar elecciones anticipadas. Llegaron tarde. Porque el golpe de mano llevado a cabo con Ciudadanos en Murcia, del que el PP se enteró por la prensa, ya se les había ido de las manos.

Desde que Arrimadas empezó a negociar con Sánchez para hacer valer sus diez escaños en el Congreso se barruntaba que el acercamiento estaba siendo utilizado por el presidente de Gobierno para intentar desalojar al PP de los mandos en plaza que ostenta en municipios y comunidades importantes. Desalojar al PP ha sido la obsesión de Sánchez desde que llegó al poder de la mano de Podemos y aupado por independentistas. Y Díaz Ayuso, en la golosa plaza de la comunidad de Madrid, ha sido su ‘bestia negra’. Porque le ha plantado cara. Sin complejos. Y porque Madrid encarna todos los valores políticos del país en donde la pugna ideológica entre la izquierda populista y el centro derecha liberal libra su pulso más tenso. De ahí que Díaz Ayuso haya emplazado a los madrileños a que voten el próximo 4 de mayo y opten entre «socialismo o libertad».

No hay más que repasar los ‘tempos’ de este año de pandemia para deducir que Sánchez ha estado forzando el recambio del Gobierno autonómico de Madrid. La promoción del desprestigio, desde La Moncloa, hacia la gestión de su presidenta -desde el reparto gratuito de las mascarillas que terminaron por calificar de «egoístas», al hospital de campaña en Ifema en pleno pico de contagios, la morgue que Sánchez no visitó o la construcción en tiempo récord del hospital Zendal donde ahora se vacuna- ha sido una constante cruzada.

La semana pasada, Sánchez emplazaba en sede parlamentaria al PP y a Ciudadanos a que rompieran sus alianzas de gobiernos autonómicos con Vox (así de paso facilitarían la alternativa a los socialistas). Pero no llegó a pensar que, del movimiento urdido con Ciudadanos en Murcia -¿se ha dado un autogolpe Arrimadas o hay dos almas en el partido naranja?- saldría una convocatoria de elecciones anticipadas en Madrid. La reacción de Díaz Ayuso le ha pillado mirando hacia Murcia. Y sin candidato potente en Madrid. ¿Accederá la ministra Margarita Robles a ser la tabla de salvación del PSOE? Ayuso no ha querido quedarse sentada en el bar de al lado de la Real Casa de Correos viendo cómo le presentaban sus antiguos socios, aliados ahora con el PSOE, una moción de censura. Porque eso es lo que iba a venir, después de Murcia. Y lo que no se atrevió a hacer Rajoy, adelantarse a la moción convocando elecciones, lo ha hecho ella. Que consiga o no la mayoría dependerá de si los seguidores de Ciudadanos y Vox optan por el voto útil.