ALBERTO AYALA-EL CORREO

Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible». Bien podría servir la frase que se atribuye al legendario maestro taurino Rafael Guerra ‘Guerrita’ para resumir el desenlace del primer encuentro institucional entre el presidente Pedro Sánchez y el recién elegido presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. O si prefieren, máxima cordialidad y nulos resultados. Por ser más preciso: ningún acuerdo económico y sí voluntad de retomar las negociaciones para la renovación de los órganos constitucionales. Moncloa quiere que para el 12 de junio.

Con Feijóo, el PP recupera el tronco del que salieron Aznar o Rajoy. Se restablece la institucionalidad, sí. Pero ello no implica ni que los conservadores vayan a hincarse de hinojos ante Sánchez, ni que vayan a cambiar sus recetas.

El político gallego se plantó en Moncloa con una exigencia: bajada inmediata del IRPF como condición para otros avances y receta para reconducir la errónea política gubernamental que ha propiciado la desbocada inflación del 9,8% que sufrimos. Da igual que el mal, aunque en menor medida, afecte a casi toda Europa. Además, desvelar semejante exigencia antes de la cita monclovita y que Presidencia del Gobierno hiciera otro tanto y anticipara que Sánchez iba a proponer once acuerdos no parecía la mejor previa al pacto. Y así fue.

Cabe prever que el nuevo tiempo que ha abierto el PP rebaje la insoportable escandalera en que vivía nuestra política, algo desde luego nada desdeñable. Pero poco o nada más. Sánchez y Feijóo tienen trabajo que hacer por delante y entenderse no parece el más urgente. El primero ya no está a tiempo de aparcar su personalismo y su falta de palabra para intentar forjarse un nuevo perfil. Toca sobrevivir con los socios de investidura el tiempo que pueda y al menor costo posible. Luego, a la luz de las probabilidades de mantenerse en el poder, será el momento de decir si sigue o se hace a un lado.

El presidente del PP debe intentar rehacer el gran partido que legó Aznar. Para ello debe taponar fugas. Y reilusionar desde ya a tantos y tantos votantes perdidos, primero rumbo a Ciudadanos y ahora a Vox. Para ello, a los de Abascal ni nombrarlos y menos ofenderles. Eso sí, ningún problema en pactar gobiernos de coalición, como se acaba de ver en Castilla y León, y como veremos tras las autonómicas andaluzas que tendrán lugar posiblemente en junio.

¿De corrupción merece la pena hablar cuando un juzgado admitió ayer la querella de la Fiscalía Anticorrupción contra dos conocidos conseguidores políticamente afines al PP por embolsarse una increíble comisión de 6 millones por vender en los primeros momentos de la pandemia material sanitario defectuoso al Ayuntamiento de Madrid -sí, otra vez Madrid- valorado en 12 millones?