Borja Semper, LA RAZÓN, 4/7/12
Después de semanas de rumores, nombres desmentidos y quinielas varias, en los que la llamada izquierda abertzale logró, una vez más, llamar la atención sobre quién sería su candidato a lendakari en las próximas elecciones vascas, por fin el secreto ha sido revelado. Pero, amigos, la realidad es que han conseguido otra vez copar todo el protagonismo: primero fue el rumor, luego la noticia y ahora el análisis. Y así, semana tras semana, mes a mes hasta llegar a las elecciones. Habilidad no podemos negarles. Torpeza por nuestra parte, tampoco. Una vez más, otra, la campaña la tienen hecha. Hay cierta fascinación mediática, cierto morbo colectivo que nos lleva a no ser capaces de eludir el anzuelo. Cierta fascinación por el análisis de lo que ese mundo hace, que, lejos de conseguir debilitarlos, los refuerza. Y así consiguen algo letal para la democracia: que hablemos de a quién presentan, y dejemos de lado lo que representan. Yo me niego a entrar en su juego. Y pido ayuda. Pido ayuda para explicarles a los vascos que EHBildu representa un proyecto totalitario. Un proyecto revolucionario socialista en la Europa del s.XXI. Pido ayuda para explicar que necesitamos como sociedad que condenen a ETA, que exijan su disolución, que expliquen ahora para qué ha servido el terrorismo, por qué lo justificaron y por qué lo defendieron… Pido ayuda para que no les hagamos protagonistas de las noticias, de las tertulias… Pido ayuda para que en mi tierra no sean protagonistas día sí y día también; para que hacer campaña para EHBildu no sea más fácil que hacerla para el PP, porque la atención que los medios les ofrecen ni de lejos la tenemos los demás. Quienes van a votar a EHBildu lo van a hacer igual, presenten a Laura Mintegi que presentaran a Perico el de los palotes. Son un «movimiento», no un partido político al uso. Representan una acumulación de fuerzas por la independencia, no un proyecto de gestión o de gobierno «para todos». Mientras no entendamos esto, seguirán ganando por la mano. Y además no veremos ni sus órdagos, ni sus envites.
Borja Semper, LA RAZÓN, 4/7/12