TONIA ETXARRI-EL CORREO

No tienen remedio, su enfermedad no tiene cura. Ni siquiera son ‘Los miserables’ de Victor Hugo, cuyo principal protagonista deseaba reformar su vida de delincuente. Éstos no sólo vulneran las normas sino que piensan seguir haciéndolo mientras el Gobierno de la Moncloa de turno no se lo impida. Aprovechan la mínima oportunidad para mostrar su desprecio a las víctimas de los atentados yihadistas de Cataluña cometidos hace cinco años. Como ocurrió ayer en la concentración de Barcelona en donde los boicoteadores ni siquiera respetaron el minuto de silencio que familiares, políticos y representantes sociales querían llevar a cabo. No pudo ser porque decenas de iluminados secesionistas lo impidieron y reventaron el acto. De tanto explotar su victimización porque el Estado les impidió saltarse la convivencia democrática, ayer insultaron con su actitud a las verdaderas víctimas que perdieron a sus familiares en aquellos atentados yihadistas. Enrocados en la teoría de la «mano negra del Estado», obviando que a los asesinos de aquella masacre que se cobró 16 vidas y más de dos centenares de heridos ya los han juzgado, como tuvo que recordarles ayer alguna víctima que les plantó cara. Conspiranoicos por interés en su campaña de desprestigio contra el Estado español que inició hace años el prófugo y sin embargo eurodiputado Carles Puigdemont.

Por lo tanto, ante el boicot de ayer en la concentración de duelo no cabe hacerse el sorprendido. Sabíamos que podían darse escenas de falta de respeto a las víctimas del terrorismo en Barcelona. Entre otras cosas porque, hace cinco años ya hicieron lo propio poniendo en una situación comprometida al propio Rey Felipe VI en la manifestación de duelo. Pero no por esperado resulta menos indignante.

Es cierto que ERC se desmarcó del boicot al minuto de silencio. Y que la alcaldesa Colau hablaba del debido respeto a las víctimas. Un poco tarde, quizá. Estas actitudes tan poco democráticas que tienen a gala exhibir los secesionistas salen de las paredes de su laboratorio. El odio a todo lo que tenga que ver con España, la conspiración contra las bases democráticas del Estado, la campaña internacional de desprestigio de un país al que han llegado a comparar con Turquía…

Es lo que han criado ellos. Su caldo de cultivo durante tantos años. Pero las críticas a la actuación de los reventadores se fue extendiendo tanto que, al final, Junts per Cat se vio obligada a recular. Desmarcándose de los saboteadores y de la propia Laura Borrás, inhabilitada como presidenta del Parlamento catalán, que quiso darse su minuto de gloria apoyando a los que insultaban a los familiares de las víctimas. Una vergüenza. Están tan contaminados de ideología que son incapaces de ponerse en el lugar de quienes sufrieron los zarpazos del terrorismo yihadista. Ayer quisieron manipular una concentración de duelo. Las víctimas de aquellos atentados se merecían otra cosa.