La movilización se provoca tirando del mundo emocional, con tensiones del presente o recurriendo a la moviola. Algo se removerá en la ciudadanía de flaca memoria. En los pulsos televisivos, el jefe de la oposición cuestionaba los flancos más débiles del Gobierno, y Zapatero se defendía con el agravio comparativo. «El Gobierno anterior lo hizo peor». Como en un concurso.
Se le ha ocurrido a un maestro de periodistas apuntar una causa muy original para explicar por qué algunos representantes políticos necesitan desenterrar el pasado para justificar sus propuestas del presente. Zapatero, por ejemplo, llevó a Rajoy, en el debate televisivo, al huerto de la guerra de Irak porque, «al no haberse producido debates en la pasada legislatura», ésta era una asignatura pendiente. Es una ironía. Se puede, incluso, aceptar la idea de la compensación de ese déficit pero, después de haber seguido la bronca de estos últimos cuatro años, da toda la impresión de que la guerra de Irak, por la que ya pagó el PP, por cierto, en las urnas en las pasadas elecciones, perseguirá al PP casi tanto como la sombra del GAL ha pesado sobre el PSOE. Tan real como injusto.
Ya estamos viendo que la movilización se provoca tirando del mundo emocional. Y si en el presente no hay una tensión que llevarse a los mítines, se recurre a la moviola y algo se removerá en la ciudadanía de flaca memoria. El caso es que para IU de Asturias, por ejemplo, no ha pasado el tiempo. Tanto es así que, en su vídeo electoral, pide el voto recordando el ‘Prestige’-¿recuerdan el hundimiento del barco hace ocho años?-. Ocho. Sin embargo no hablan del hundimiento del chatarrero que se partió en la bahía de Algeciras hace tan sólo unas semanas. Eso sí que es estar al día. Y lo demás, «antipatriotismo». Pero ésa es la tendencia.
En los pulsos televisivos lo hemos visto. El jefe de la oposición cuestionando los flancos más débiles del Gobierno y Zapatero, en lugar de desmontar las críticas, se defendía con el agravio comparativo. «El Gobierno anterior lo hizo peor». Como si se tratara de un concurso, en lugar de revalidar o invalidar, con el voto, a quienes han gobernado en España durante los últimos cuatro años.
Ir a contracorriente suele ser muy costoso. Después de una temporada de firmeza policial contra ETA y su entorno, por parte de la Guardia Civil y la Policía Nacional, la Ertzaintza, que tenía el historial de detenciones de activistas bastante vacío, se colgó una medalla de la que tendrá que desprenderse en cuanto aclare la detención nada casual de dos de los dirigentes más buscados que, en cuestión de días, bajaron de escalafón en la red de la banda.
La elección de Rouco como presidente de la Conferencia Episcopal es una imagen del presente que sus detractores se empeñan en situar en el pasado. Blázquez es el vicepresidente. Pero como si no existiera. Las reacciones han estado tan subidas de tono que hay quien ha preguntado: ¿Pero Rouco se presenta candidato? Hay quien ha dicho que, con él, vuelve el nacionalcatolicismo. Qué miedo.
De momento el candidato socialista ha dicho que, si gana, le pondrá a la Iglesia «los puntos sobre las íes». Quedan tres días de campaña y a los socialistas les vendrá bien agitar el enfrentamiento con la Iglesia para captar el voto de los jóvenes que estrenan papeleta.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 6/3/2008