En medio del caos actual, lo urgente es evitar que el edificio se derrumbe y lo importante es que el edificio sea sólido, eficiente y sostenible. ¿Por dónde empezamos? Por lo urgente. Hay que evitar que la huelga del transporte colapse la distribución y los acopios industriales y que el terrible aumento de los costes ponga en peligro algunas producciones agrícolas y pesqueras esenciales. Aquí resulta encomiable el comportamiento de las grandes centrales sindicales, que ojalá estuvieran siempre al servicio de la cordura y no solo cuando gobierna la izquierda. Hay que evitar que los precios de la energía obliguen a parar a las industrias electrointensivas. Necesitan un plan de choque y lo necesitan ya, no dentro de quince días o un mes. Y no solo las grandes, sino también esas miles de empresas cuya producción depende del gas o de la electricidad. Y hay que estar preparados para el aluvión de problemas laborales que pueden producirse por falta de actividad y de consumo. No podemos devolver los ERTE al armario de la historia. Pueden volver a ser un presente desagradable.
A partir de ahí, todo es un lío. El lado zurdo del Gobierno no quiere gastar más en Defensa, pero sí propone congelar los alquileres, dar un nuevo cheque energético, ampliar el Ingreso Mínimo Vital y topar los beneficios de las eléctricas. Una mezcla de más dinero público y de más esfuerzo… de otros. ¿De verdad cree alguien -además de Tezanos el insistente- que es deseable que nos gobierne un equipo deshilachado y mayoritariamente incompetente, con visiones tan radicalmente diferentes del presente y con tan distintas opiniones para encarar el futuro?
Por su parte, la patronal quiere congelar las cotizaciones sociales, rebajar la carga fiscal de los combustibles, refinanciar los créditos ICO y aplicar un IVA superreducido a la electricidad. Traducido, menos ingresos para Hacienda. Si le sumamos la petición unánime de los partidos de la oposición para deflactar el IRPF… pues se pueden imaginar dónde quedan las previsiones sobre las que se sustentaron los Presupuestos que con tanta alegría aprobó el Gobierno hace tan solo un rato. Fallarán por defecto las previsiones de gastos y por defecto las de ingreso. Pero de todo eso nos tendremos que ocupar más tarde. El afán de hoy es evitar que gripe el motor, que luego es muy difícil de arrancar.
Vamos a ver si Pedro Sánchez encuentra tiempo para ocuparse de ello, entre sesión y toma de su serie, que todos esperamos con verdadera ansia.