Pedro García Cuartango-ABC
- No hay más que seguir el rastro de muchos exministros para identificar a esos ‘lobbies’ que venden influencia a sus clientes
Los ‘lobbies’ en España ya existían en la época de Franco. Experimentaron una gran expansión en la década de los 80 cuando las empresas tomaron conciencia de lo importante que era disponer de influencia en el Gobierno y los legisladores.
Sorprende por ello que no exista todavía en nuestro país una ley que regule la actividad de los ‘lobbies’. El escándalo en torno a Equipo Económico, la empresa fundada por Montoro, ha aflorado la existencia de estas sociedades. No hay más que seguir el rastro de muchos exministros para identificar a esos ‘lobbies’ que venden influencia a sus clientes.
Los ‘lobbies’ se aprovechan de la laxitud de la legislación en materia de incompatibilidades, puertas giratorias y conflictos de intereses para incorporar a personas cuyo principal activo son sus contactos y su agenda telefónica. Pero también las grandes compañías del Ibex recurren a exministros y altos cargos en sus consejos con el propósito de usar su influencia. Ha sido bastante usual en las últimas décadas colocar a exministros en el consejo de las eléctricas, algo legal pero dudosamente ético.
Hay una evidente carencia de legislación de los ‘lobbies’, pero el principal problema es la falta de transparencia con la que operan. Es difícil conocer a qué se dedican, con quien se reúnen, cuáles son sus gestiones o como presionan en beneficio de sus clientes. Su actividad es como la punta de un iceberg que oculta lo que hay bajo la superficie del océano.
La corrupción en nuestro país, antes y ahora, está muy vinculada a estos ‘lobbies’ que, desde la oscuridad en la que se mueven, amañan las leyes, la contratación pública y el reparto de subvenciones del Gobierno. Es factible investigar quiénes son y cómo operan, pero no denunciarles sin el riesgo de afrontar una querella por difamación. Dicho con otras palabras, actúan sin dejar pruebas y bajo la complicidad del poder.
Resulta patético que el PSOE intente aprovechar el caso de Montoro para distraer la atención de la responsabilidad política de Sánchez por la conducta de Ábalos y Santos Cerdán. Pero lo esencial es que estos lobbies han seguido operando a lo largo de los últimos años y consiguiendo favores del Gobierno. Que nos explique el presidente el rescate de la compañía aérea Plus Ultra y quién intermedió.
Sánchez no sólo ha tolerado sino que además ha fomentado las puertas giratorias, la colocación de amigos en el sector público y el poder de ciertos ‘lobbies’ vinculados al PSOE. En vez de fingirse escandalizado, debería impulsar una ley para poner coto a estos desmanes.
Los ‘lobbies’ son un cáncer que corroe la democracia, trabaja para los ricos y los fuertes y goza de la complicidad de los grandes partidos. Existen, actúan en la sombra y seguirán existiendo porque la corrupción es consustancial al poder, sobre todo, cuando se torna absoluto.