Carlos Herrera-ABC

  • Permite varias cosas, por ejemplo alejar la hipótesis de que el fallo fue del propio Gobierno que controla Red Eléctrica a través de Beatriz Corredor

A estas alturas de semana seguimos sin conocer oficialmente la causa del gran apagón. El Gobierno no quiere confiarlo todo a la explicación técnica que remite a la sobrepresencia de renovables en el mix total y la consiguiente desestabilización del sistema, que es un relato que entiendo hasta yo. No quiere hacerlo por varios motivos: uno de ellos es que tendría que reconocer que entre sus sueños húmedos –y los deseos transmitidos por conducto reglamentario– se halla el poder presumir del día en que entre el sol y el viento las renovables aportaran el cien por cien. Eso significaría la felicidad absoluta de todo progre, pero ya hemos comprobado el peligro que comporta. El otro es que sigue acariciando la posibilidad de que, oculto entre la espesura, se encuentre algún ciberataque. ¿Por qué razón?: el ciberataque permite varias cosas, por ejemplo alejar la hipótesis de que el fallo fue del propio Gobierno que controla Red Eléctrica a través de Beatriz Corredor, por más que ahora diga Sánchez que Red Eléctrica es privada. Pero también permite ir preparando el terreno para pedir a la Unión Europea unos fonditos mancomunados para salir más fuertes de este apagón y a la OTAN que nos permita computar como gasto en Defensa el mantenimiento de la red eléctrica. Saben tan bien como yo que a estos tipos no se les escapa crisis alguna que no conviertan en oportunidad, ni churrete propio que no traten de achacar a terceros. Rápidamente surgieron los sincronizados sanchistas a culpar a las empresas eléctricas, privadas ellas que no públicas y, por tanto sospechosas de querer ganar dinero, cosa que con tanta energía renovable el lunes no les salía rentable… Es una manera de sembrar la duda y dar rienda suelta a la extrema izquierda –y a la no tan extrema– de reclamar su sueño nacionalizador de todo: todo para el pueblo, todo público, y mandando ellos, conocidos inútiles de las cosas, que todo lo que tocan lo hunden.

El Gobierno aspira a que algún ‘input’ apareciera en los ordenadores diciendo que habían desaparecido 15GW de repente, y que ello provocara que automáticamente se iniciaran los protocolos de parada de emergencia por seguridad. Es cierto que el diseño con el que está construida la red es de tipo mallado, que es manejable para el traslado de energía de un punto a otro pero que también presenta vulnerabilidades. No es del todo imposible, me asegura un experto, acceder a los puntos de generación, transformación, evacuación, e intervenir malévolamente. Sin embargo, cuatro días después no han conseguido que aparezca ninguna evidencia en ese sentido, con lo que la explicación proporcionada por técnicos de que el porcentaje de electricidad estable era solo del 25 por ciento es la que finalmente se abre paso. Ello para contrariedad del Gobierno, que dicta las normas de un mercado hiperregulado y que debería poner alguna cabeza a rodar. ¿Se imaginan la que estaría montando el PSOE si esto se produce con un gobierno del PP? Nos merecemos un Gobierno que no nos mienta.