EL MUNDO 20/09/14
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Al cabo de ocho años como líder indiscutible de Escocia, demacrado por la derrota de su apuesta independentista, Alex Salmond anunció ayer su dimisión como ministro principal y allanó el camino a su sucesora, Nicola Sturgeon. «El sueño de Escocia nunca morirá», dijo el carismático dirigente nacionalista, en el momento de anticipar también su renuncia como presidente del Partido Nacional de Escocia (SNP).
La caída del Alex Salmond, tras confirmarse los 10 puntos de ventaja del no en las urnas (55% a 45%), contrastó con la repentina entereza exhibida desde Londres por el jefe del Gobierno británico, David Cameron, después de haber estado en el filo de la navaja ante el reto independentista.
Cameron celebró el resultado del referéndum y se comprometió a acelerar nuevas transferencias no sólo a Escocia, sino también a Gales, Irlanda del Norte y las regiones de Inglaterra. El líder conservador, contestado por un amplio sector de su partido, se comprometió a trabajar por una reforma a fondo y una descentralización sin precedentes del Gobierno británico.
La guinda a la intensa jornada post referéndum, con enfrentamientos callejeros entre independentistas y los unionistas en las calles de Glasgow, la puso desde el castillo de Balmoral la reina Isabel II, con un mensaje de reconciliación dirigido a las dos Escocias.
Isabel II instó a los británicos a «respetar» el resultado de la consulta y espoleó a escoceses e ingleses a trabajar a partir de ahora en «un espíritu de mutuo respeto». Las «emociones fuertes y enfrentadas» que estos días hemos vivido en Escocia son, según la reina, la expresión de «la robusta tradición democrática de la que disfrutamos en este país».
Pese a la «estricta neutralidad» proclama por el Palacio de Buckingham, la reina no pudo evitar su toma de partido en el debate cuando le dijo a un admiradora, a la salida de misa, que los escoceses debían «pensar muy cuidadosamente» antes de emitir su voto. Según revelaron varios diarios británicos, la soberana llegó a revelar a David Cameron que estaba «horrorizada» ante la posibilidad de la ruptura del Reino Unido.
Cameron respiró ayer con alivio, después de haber rozado el naufragio. El premier reiteró que no se arrepiente de «haber dado a los escoceses el derecho a votar su propio futuro», pero reconoció que se ha tratado de una ocasión única «en una generación o posiblemente en toda la vida».
Superado el mal trago, Cameron agradeció a los escoceses el «resultado claro» que permitirá reafirmar y redefinir la unidad de «cuatro naciones en nuestro país». El líder conservador reconoció sin embargo el compromiso adquirido junto a los líderes de los otros dos grandes partidos, el laborista y el liberaldemócrata, para avanzar hacia un modelo de estado más descentralizado. «Ha llegado el momento de mirar hacia delante como el Reino Unido», declaró el premier a las puertas de Downing Street. «Y una parte vital será un acuerdo equilibrado y justo para el pueblo de Escocia, e igualmente importante también para Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte». Cameron dejó pues abiertas las puertas hacia un nuevo modelo de Estado, aunque no fue más allá a la hora de concretar el avance de las reformas.
El líder de la oposición, el laborista Ed Miliband, insistió en la necesidad de fijar un calendario de avances durante el próximo año, con las elecciones parlamentarias de 2015 en el horizonte. El ex primer ministro Gordon Brown, vencedor moral del referéndum al forzar el acuerdo entre los tres grandes partidos, anticipó hace una semana que el Reino Unido deberá evolucionar hacia «algo cercano al federalismo».
El primero en poner sobre la mesa el «modelo federal» ha sido precisamente Nigel Farage, el controvertido líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip). «Necesitamos abrir un profundo debate sobre el futuro democrático de Inglaterra», insistió el líder ultraconservador y euroescéptico, reclamando una amplia transferencia de poderes a las regiones marginadas hasta ahora por Westminster. «Habrá que mantener muy vigilada a Westminster», advirtió, por su parte, Alex Salmond en su despedida prematura en Bute House, su residencia oficial en Edimburgo. En contraste con su triunfal conferencia de prensa de una semana ante los medios internacionales, el ministro principal de Escocia hizo el anuncio en la intimidad de los medios británicos, que han forcejeado con él a lo largo de toda la campaña.
«Escocia puede emerger aún como una auténtica ganadora», dijo, en el momento de recordar a los tres grandes partidos que cumplan con su promesa de ceder nuevos poderes fiscales, presupuestarios y de política social. Su marcha precipitada debilitará, sin embargo, previsiblemente la posición escocesa, aunque Salmond prometió seguir trabajando por la causa de la «devolución» como diputado, después de abandonar el liderazgo del SNP al cabo de 20 años (con un lapso entre el año 2000 y el 2005).
«Mi tiempo como líder se está acercando a su fin», dijo el líder independentista, con la extenuación de la campaña electoral a cuestas. «Hay un número de personas suficientemente cualificadas para asumir mi puesto cuando nuestro partido se reúna en Perth el próximo mes de noviembre».
Alex Salmond cumplirá 60 años en diciembre. Sus dos décadas de liderazgo al frente del SNP (entre 1990 y el año 2000, y posteriormente desde 2005), supusieron el ascenso del partido independentista como la primera fuerza política. Salmond fue elegido ministro principal en 2007 y en 2011 consiguió la mayoría absoluta con la promesa de celebrar el referéndum de independencia.
La victoria inapelable del no, después del empate técnico en las encuesta en la recta final, supuso un mazazo para su continuidad. Los analistas consideran que Salmond podría haber sobrevivido políticamente a una derrota por cinco o seis puntos, pero no a una goleada de 28 a cuatro concejos y a una diferencia de más de 350.000 votos que coincide, curiosamente, con la proporción de ciudadanos indecisos detectada por las últimas encuestas.
Con la excepción de Glasgow y Dundee, consagrados como los dos bastiones del independentismo, Salmond perdió la batalla en casi todos los frentes, incluida su demarcación de Aberdeenshire.
«Nos llena de orgullo haber contado con el apoyo de 1,6 millones de escoceses», recordó el líder independentista. «Y también el haber logrado una participación récord del 85% en una democracia occidental, lo que dice mucho de la pasión con la que los escoceses se han volcado en el referéndum».