EL CORREO 15/05/14
· El ministro de Hacienda, George Osborne, advierte que Edimburgo deberá olvidarse de una unión monetaria en caso de que gane el ‘sí’
George Osborne es ministro de Hacienda en el Gobierno británico, el íntimo amigo y estratega de David Cameron en su ascenso al liderazgo conservador y en la gestión de la coalición y preside, entre otros, el comité gubernamental que diseña la política sobre el referéndum escocés por la independencia. Compareció ayer ante el Comité para Asuntos Escoceses en el Parlamento y la primera pregunta fue agresiva.
Ian Davidson, presidente del comité y diputado por Govan, uno de los distritos de Glasgow donde se juega el voto de septiembre, es unionista como Osborne, pero el laborista le preguntó si su anuncio de que el resto de Reino Unido no compartiría la libra con una Escocia independiente no es «un tiro que ha salido por la culata». «Es», dijo Davidson, «un tory diciendo lo que podemos y lo que no podemos hacer».
Ni las preguntas ácidas de un miembro de la oposición que defiende la unión pero no quiere aparecer como defensor del ‘statu quo’, ni la exigencia del Gobierno de Edimburgo de que Londres publique los resultados de un macrosondeo en el que ha gastado cerca de 60.000 euros y que se supone que da un aumento del ‘sí’, ni las noticias de crisis en torno al liderazgo de la campaña del ‘no’, alteraron a Osborne.
Durante hora y media, el ministro más importante del Gobierno y de la campaña insistió en su línea. No hay ni condiciones ni peros, no hay matices, esto es un asunto gordo. No habrá unión monetaria si Escocia dice ‘sí’ a la independencia. No se ha dado ningún margen de maniobra, le decía Davidson. Porque no lo hay, replicaba Osborne. Todos los partidos dicen lo mismo.
El argumento de Osborne no renovó los argumentos contenidos en los documentos publicados por el Gobierno. Los contribuyentes del resto de Reino Unido no pueden avalar el riesgo de una Escocia independiente. La utilización de la libra como su moneda por la nueva Edimburgo sería insostenible. Eso lo hace Panamá o Montenegro pero no una economía grande, rica y sofisticada como la escocesa.
Un riesgo inadmisible
El ministro tenía el insólito aval de sir Nicholas Macpherson, el secretario permanente del Tesoro, el alto funcionario más poderoso en el ministerio más poderoso. El alto funcionariado británico actúa en nombre de la corona, del Estado, con una ética de neutralidad política. ¿No es traicionar esa ética que Osborne respalde su decisión con la publicación de un informe de Macpherson?
El funcionario reconoció que le han criticado por ello pero aseguró con credibilidad que el ministro no le influyó. «La decisión la tomé yo», dijo, «porque son circunstancias excepcionales. Soy responsable de proteger la libra y de la contabilidad del Estado». Esas dos responsabilidades le obligaron a expresar públicamente el riesgo inadmisible de compartir la libra.
«Alex Salmond no está siendo sincero con la gente», remató Osborne. Debe dejar de pretender que Londres aceptaría compartir la libra. ¿El único plan realista es que Escocia cree su propia moneda? Ahí, la especulación sobre el futuro no fue tan catastrófica. Habría costes de transición, sería más peligroso que ahora, pagaría más por su deuda… Osborne sigue creyendo en su estrategia. No trata de asustar, dice, sino que «la gente sea consciente de las consecuencias».