ABC 24/03/17
· Aunque el asesino, con antecedentes, pasó inadvertido para los servicios de espionaje, la clase política y la sociedad británicas evitan los reproches y el derrotismo. «No estamos asustados», afirma May
Londres, que en su historia dos veces milenaria ha vivido todo tipo de dichas y espantos, nunca se detiene. Ayer recuperó rápido la normalidad, excepto en los aledaños del Parlamento, todavía acordonados por la policía, con forenses que buscaban pistas embutidos en monos azul pálido y helicópteros rotando en el aire.
Con todo, una cierta tristeza se percibía entre los millones de «commuters», los londinenses que cada día toman atestadas líneas de metro o el tren para desplazarse a sus trabajos. Imposible no escrutar al descuido y con un leve atisbo de sospecha a los compañeros de vagón. También se veía más policía armada en las estaciones, a veces engalanadas con mensajes de ánimo. En una de ellas, en el bonito Richmond, un anónimo garabateó una de las mejores frases de fortaleza de las muchas de ayer: «En el mundo ocurren cosas malas, pero en esas situaciones surgen historias de gente ordinaria haciendo cosas extraordinarias».
Ese mismo espíritu animó el discurso de Theresa May en el Parlamento. La Cámara retomó su actividad a las nueve y media de la mañana, con un minuto de silencio. La gente corriente, los millones de anónimos que siguen adelante con sus vidas, son la mejor arma contra el terrorismo, proclamó la premier. «El mensaje es simple: no tenemos miedo. Nuestra resolución nunca flaqueará ante el terrorismo», enfatizó May, ante la mirada por una vez aprobatoria de Jeremy Corbyn, de corbata negra. El líder laborista también elogió la labor de la policía y trabajadores sanitarios y depositó una corona de flores en el puente del dolor, Westminster, donde fueron arrolladas cuarenta personas, 29 todavía hospitalizadas y siete de ellas muy graves.
A noche falleció un hombre de 75 años, que fue desconectado de las máquinas que mantenían su vida artificialmente
May ofreció en los Comunes la primera pista de la identidad del asesino: un varón nacido en el Reino Unido, interrogado años atrás por el MI5 como personaje secundario en ambientes radicales islamistas. Poco después, el Daesh reivindicó el atentado y lo presentó en un mensaje de propaganda como uno de sus «soldados».
El lobo solitario que perpetró el atentado se llama Khalid Masood. Nació en Kent, en el Sureste de Inglaterra hace 52 años, y vivía en Birmingham, donde alquiló personalmente en la empresa Enterprise el Hyundai 4X4 del horror. Un profesor de inglés aficionado al culturismo, casado con una joven asiática y padre de tres hijos. Masood tenía antecedentes por delincuencia común. Pero no por crímenes relacionados con el terrorismo islámico. Las fuerzas de seguridad no lo vigilaban. No forma parte de los 3.000 sospechosos que el MI5 controla como susceptibles de poder cometer un atentado.
Scotland Yard, de un modo sorprendente, volvió a bajar a cuatro el número de muertos en el atentado. El terrorista acuchilló hasta matarlo al policía Keith Palmer, de 48 años, que estaba desarmado. El asesino fue abatido a tiros por el escolta del ministro de Defensa, que se encontraba casualmente en la entrada de la verja que da al Westminster Yard. En solo unas horas se han recaudado 300.000 libras para ayudar a la familia del agente, que llevaba 15 años en el Parlamento.
En el puente perdieron la vida las otras tres víctimas, Aysha Frade, de 43 años y con ancestros españoles, un turista estadounidense, el músico Kurt Cochran, que celebraba sus 25 años de matrimonio con un viaje por Europa. Su mujer, Melissa, también fue atropellada por el 4X4 que conducía Massod por la acera a gran velocidad. Se recupera en el hospital con un pie roto. La tercera víctima se dio a conocer anoche. Se trata de un hombre de 75 años que estaba en el hospital tras ser arrollado y cuyas constantes vitales eran mantenidas artificialmente, por lo que se decidió retirar las medidas al ser irreversible su situación.
El tristísimo final de Aysha Frade, de madre gallega y con dos hermanas residentes en Betanzos (La Coruña), es un ejemplo de que la fatalidad puede aguardar en cualquier esquina. La mujer caminaba por el puente a solo unos trescientos metros del colegio
DLD College, donde trabajaba e iba a recoger a sus dos hijas de ocho y once años, cuando se la llevó por delante el 4×4, arrojándola contra un autobús. Su marido portugués, John, se declaraba devastado. Ambos vivían en Notting Hill. Era una mujer alegre, hincha del Dépor y seguidora de la orquesta París de Noia.
El asesino eligió un lugar doblemente emblemático, al golpear en la médula de la democracia británica y porque esa zona es un crisol de gente de todo el planeta. Entre los heridos hay 12 británicos y se cuentan damnificados de 11 nacionalidades: cuatro turistas surcoreanos, un matrimonio griego, tres adolescentes de un liceo francés, dos viajeros rumanos, un alemán, un chino, un estadounidense, un irlandés y un polaco.
Por otra parte, artificieros de la Policía Metropolitana procedieron anoche a la voladura controlada de una bolsa abandonada en Birdcage Walk, la carretera que va de Westminster hacia Buckingham. La bolsa no contenía nada sospechoso.