López aflora entre las opciones del PSOE para el ‘día después’ del 20-N

DIARIO VASCO, 9/11/11

El lehendakari suena tanto si Rubalcaba logra mantener bajo control el partido como si el resultado es «catastrófico»

El escrutinio del 20-N, el número de escaños que consiga el PSOE, determinará el futuro inmediato del partido y el modo en el que se pilote internamente el ‘post-zapaterismo’. Esta evidencia tiene un listón que medirá la capacidad de maniobra de los socialistas ante la derrota que se les da por supuesta dentro de diez días: los 125 escaños y ocho millones de votos que obtuvo Joaquín Almunia en las generales de marzo de 2000, el peor resultado del PSOE y que empujó a su entonces secretario general a dimitir la misma noche electoral. Se hable con quien se hable del partido, esa cifra es evocada como una especie de ‘mantra’ que separa «la catástrofe» de un fracaso que pueda ser manejable para Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero sea cual sea también el escenario, el nombre de Patxi López aflora entre los posibles relevos para el ‘día después’. Lo que significaría, en función de circunstancias difíciles de prever en estos momentos, contar para el liderazgo del socialismo español y la futura candidatura a la Presidencia del Gobierno.

La transición hacia el ‘post-zapaterismo’ dependerá de la entidad de la derrota

El lehendakari y su entorno siempre han descartado tener otro objetivo que culminar la primera legislatura vasca con un socialista al frente y asentar el proyecto institucional del PSE, máxime en un contexto de desaparición definitiva de la violencia de ETA. No obstante, la jefatura del Ejecutivo de Vitoria y lo que ha significado para muchos socialistas fuera de Euskadi el ‘Gobierno del cambio’, frente a la tradicional hegemonía del PNV y la amenaza del terrorismo, le han venido identificando desde las autonómicas de 2009, periódicamente, como una de las referencias del PSOE; con el añadido de tener buen cartel en círculos de la opinión pública no afines a los socialistas. Pero hasta ahora, ese ascendiente -que también cuenta con detractores en el partido- no había aparecido de manera tan recurrente como uno de los eventuales recambios para el PSOE. Un PSOE que se asoma el 20-N a una dura travesía del desierto, si se consuma una rotunda derrota en las urnas y tras haber perdido en mayo casi todo su poder autonómico.

De hecho, los ‘barones’ que le quedan son López, que gobierna en minoría con el apoyo del PP vasco, y José Antonio Griñán, que tiene ante sí el desafío de evitar que los populares logren un histórico vuelco en Andalucía en los comicios previstos para el próximo mes de marzo. Además de Cataluña, lo que ocurra en el terreno electoral en ambas comunidades cuenta en el diseño de ese ‘día después’ en el que ya tienen la mente Rubalcaba y los principales dirigentes socialistas. Si el PSE mantiene el tipo el 20-N, en unas elecciones complicadas en Euskadi por el desgaste que pueda acarrearle la gestión del presidente Zapatero de la crisis económica y la irrupción de Amaiur, López se cargará de razones para reivindicar la continuidad de su proyecto y su peso en el seno del socialismo español. Aunque aún más relevantes son, por su significado obvio para el PSOE, las autonómicas en Andalucía, territorio que los socialistas se resisten a dar por perdido y que podría condicionar el calendario para la celebración del congreso del partido al que abocan las generales.

Congreso y secretaría general

Todo está pendiente del escrutinio del 20-N, aunque las especulaciones juegan en un terreno delimitado por la ‘debacle Almunia’. O lo que es lo mismo: la ‘vieja guardia’ aglutinada en torno a la candidatura de Rubalcaba cree que si los escaños no caen por debajo de la cifra maldita de los 125, habrá condiciones para encauzar con un cierto control la transición tras el ‘zapaterismo’, a la manera en la que se gestionó en mayo el fiasco de las autonómicas y municipales. En ese escenario, según distintas fuentes consultadas, el exvicepresidente del Gobierno podría asumir ‘de facto’ el liderazgo del partido a la espera de la celebración del congreso para relevar a Zapatero de la secretaría general que aún ostenta. Tal y como se recuerda internamente con cierta retranca, Rubalcaba carece de cargo orgánico del que dimitir como lo hizo en su día Almunia. Con la paradoja añadida de que nadie en el partido le imagina volviendo a competir por la presidencia del Gobierno.

La ‘opción López’, que avaló a Rubalcaba frente a Carme Chacón y reclamó un congreso que evitara la bicefalia entre el candidato y Zapatero, aparece tanto en el contexto más favorable para el PSOE dentro de lo malo, como en el supuesto de que el resultado del 20-N acabe siendo del todo crítico. Hay coincidencia en que si el escrutinio es «catastrófico», cualquier diseño previo para tratar de embridar la crisis saltará probablemente por los aires. Y cuando se pregunta por el eventual proceso de renovación interna, surge otro nombre, el de Eduardo Madina, sobre el que, no obstante, pesa aún su juventud.

DIARIO VASCO, 9/11/11