López advierte a Zapatero por entorpecer, con el PNV, el traspaso de la política de empleo. Cuando empezó la legislatura del cambio, socialistas y populares vascos sabían que su pacto les traería complicaciones con sus partidos. Las dos colisiones habidas tienen que ver con las políticas de mayor sensibilidad autonomista: el concierto y las transferencias.
Ni la ciática que ha padecido Patxi López durante una semana le ha permitido mantenerse alejado de los movimientos parlamentarios que se han producido entre el PNV y el PSOE en el Congreso de los Diputados. Y como ha visto peligrar el traspaso de una de las competencias ‘estrella’ de su legislatura porque el partido de Urkullu ha querido terciar en la negociación entre las dos administraciones, como si su partido también formara parte de algún Gobierno, el lehendakari salió ayer a repartir mandobles. Y no se libró ni el Ejecutivo de su compañero, el presidente Zapatero. Una puesta en escena algo arriesgada, más propia de los nacionalistas o, incluso, de Montilla en los últimos tiempos, que de un socialista con fundamento.
Porque si se hubiese tratado de un lehendakari nacionalista, su imagen de mandatario ‘cabreado’ para advertir al Gobierno de España y a la oposición vasca que no tienen nada qué hacer si pretender entorpecer el traspaso de las políticas activas de empleo, sonaría a sobreactuación conocida. A tradición: los nacionalistas protestando contra ‘Madrid’. Pero no. La novedad es que se trata del propio lehendakari socialista señalando su círculo para marcar terreno. Ayer lo hizo. Que el PNV deje de entrometerse. Y de ‘puentear’ para poner en cuestión, de paso, su falta de liderazgo.
El caso es que la negociación recae sobre los dos gobiernos (el central y el vasco) y que el primer partido de la oposición -por mucha influencia que tenga su grupo parlamentario sobre el PSOE de Zapatero en el Congreso- no tiene papel en este bodevil. Cuando López advertía al Ejecutivo socialista de que le tendrá enfrente si entorpece, junto con el PNV, el traspaso de la política de empleo, se estaba plantando ante el propio Zapatero. La sangre no llegará al río, pero cuando empezó la legislatura del cambio tanto los socialistas como los populares vascos sabían que su pacto de gobierno les traería complicaciones con sus partidos en el ámbito político general.
Las dos colisiones habidas hasta ahora han tenido que ver con las políticas de mayor sensibilidad autonomista: el concierto y las transferencias. Desde el PP, el propio Antonio Basagoiti se plantó ante la dirección de su partido para defender la protección del Concierto. Ahora le ha tocado el turno al lehendakari que, para escenificar su prioridad por el traspaso de las políticas activas de empleo, dando más importancia al contenido que al calendario, ha recordado que podrá cumplir con su promesa. Traer al Pais Vasco una competencia que el PNV, en casi 30 años, no fue capaz de conseguir.
Quizás por eso el partido de Urkullu ha querido seguir con su costumbre de ‘puentear’ a los interlocutores vascos. En muchas ocasiones le ha funcionado. No es la primera vez que Zapatero ha hecho de ‘Penélope’ en La Moncloa; destejiendo con el PNV la tela que había tejido con el lehendakari. Pero López no está dispuesto a que le sieguen la hierba bajo los pies, aunque el jardinero, en esta cuestión, haya sido uno de los suyos.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 25/11/2009