Editorial, EL PAÍS, 9/3/12
Un comisionado gestionará el final de ETA sin hacer concesiones políticas a los terroristas
El lehendakari, Patxi López, expuso ayer en el Parlamento de Vitoria la estrategia que propone su Gobierno para lograr el final definitivo del terrorismo. López desarrolló su discurso dentro del margen abierto por el acuerdo alcanzado en el Congreso de los Diputados el 21 de febrero, que contó con el apoyo de todos los grupos a excepción de Amaiur y UPyD. En síntesis, el lehendakari insistió en reforzar la unidad de los partidos democráticos y la coordinación entre los Ejecutivos central y vasco para gestionar este periodo. La banda terrorista ha desistido de la violencia pero no se ha disuelto, una situación que parece aconsejar a los partidos e instituciones democráticas que se interroguen sobre la conveniencia de adoptar iniciativas o mantenerse a la espera de nuevos pasos de los terroristas o de la izquierda abertzale.
El lehendakari se inclinó ayer por la primera opción, haciéndose portavoz de la actitud mayoritaria, que quedó plasmada en el acuerdo del Congreso. Las diferencias pueden surgir a la hora de definir esas iniciativas, puesto que en ningún caso, y tal como señaló López, deben suponer la más mínima concesión política a quienes ejercieron o avalaron la violencia. Ni tampoco pueden convalidar la idea de que, según pretende la izquierda abertzale, el final del terrorismo sea resultado de que la banda y las instituciones se hayan reconocido como víctimas y verdugos simultáneos de ningún conflicto. En Euskadi unos mataron y otros no lo hicieron, y el hecho de que quienes mataban hayan decidido dejar de hacerlo no merece recompensa.
Desde que la banda terrorista cesó en su actividad, la izquierdaabertzale ha intentado imponer como prioridad la cuestión de los presos. El lehendakari dio una respuesta de la que las restantes fuerzas políticas tendrán difícil disentir, ya que remite a la estricta aplicación de la ley: las medidas de reinserción no pueden ser colectivas, sino individuales. Eso exige que tanto la banda como la izquierda abertzaledejen de considerar a los presos como un todo que sirva de moneda de cambio en ninguna negociación. La decisión no está en manos de las instituciones democráticas, sino en las de la banda y la izquierdaabertzale, además de en las de los propios presos.
López anunció la creación de un comisionado para gestionar el final del terrorismo y de una ponencia especial dentro del Parlamento vasco para abordar el restablecimiento de la convivencia democrática en Euskadi. Es lo más lejos que podía y debía llegar cuando aún la banda no ha acordado disolverse. Con el discurso del lehendakari, las instituciones han tomado nota de la intención de los terroristas y la izquierda abertzale de atenerse a las reglas democráticas. Pero, de momento, sigue siendo solo eso, una intención. Nadie puede desear que se frustre, como nadie puede, tampoco, reclamar que se olviden las décadas de terror vividas en Euskadi. La banda y quienes la apoyaron no cometieron un error del que ahora han despertado, sino centenares de crímenes que exigen reparación.
Editorial, EL PAÍS, 9/3/12