- Las doce fuerzas políticas que conforman la mayoría Frankenstein han firmado una petición: quieren echar a los periodistas que no les alaben
Están todos, todas y todes. Piden que se tomen “las medidas necesarias” para “restablecer el buen funcionamiento de las ruedas de prensa en el Congreso”. Argumentan que se ha roto el clima del decoro y cordialidad, que no se cumplen los principios deontológicos, que se convierte todo en un careo ideológico. Vamos, que les sobran Javier Negre, Josué Cárdenas y todo aquel que formule una pregunta que se salga de lo bien que lo hacen y lo guapos que son. Esto sería en cualquier sociedad normal una apelación a la censura directa y sin anestesia por parte de quien gobierna. Aquí, no. Aquí la culpa la tienen esos dos compañeros que se empeñan en preguntar cosas que jamás osaría preguntar un periodista serio y de fundamento, léase los de lo País, la Vanguardia, la SER, la Sexta, Cuatro o TVE. Los abajo firmantes se horrorizan ante la posibilidad de tener que dar cuentas a los medios de comunicación no adictos. ¿Qué se han creído esos gacetilleros? Encima de que les damos subvenciones y gabelas de todo tipo. Hasta ahí podríamos llegar.
El círculo mágico del yo te pago y tú te callas se rompe, lógicamente, cuando quienes preguntan no dependen de la publicidad institucional o del sobrecito pasado bajo cuerda salido del fondo de reptiles. He ahí lo que más inquieta a los abajo firmantes. Cuando un medio no cobra un duro del poder político se convierte, automáticamente, en un peligro. Y hay que aniquilarlo. Aunque se tenga que llegar al descaro del manifiesto de los abajo firmantes. Aunque se vulnere el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la libertad de prensa y el derecho a estar informados de manera contrastada. Aunque los abajo firmantes queden como unos partidos cargados de odio, de inquina, de desprecio al adversario, de cobardicas, de menguados.
Cuando un medio no cobra un duro del poder político se convierte, automáticamente, en un peligro. Y hay que aniquilarlo
Los abajo firmantes no toleran la libertad y es lógico, porque o son social comunistas, o son separatistas, o son pro etarras. Totalitarismos que se engrasan unos a otros puesto que persiguen un mismo fin, el de una sociedad aherrojada, sumisa, sometida. Es el denominador que une a esta banda, su desmedido afán de ser la única voz que se oiga en el desierto en que pretenden convertir a España. De todos modos, algo hay que agradecerles. En primer lugar, que con sus desmanes demuestren quién está y quién no del lado correcto de la historia. Y, por otro, que hagan las delicias de los calígrafos al mostrar en público sus firmas. Porque tienen tela.
Sabrán ustedes que la caligrafía forense, también llamada grafoscopia – no confundir con la grafología, una pseudociencia – es una técnica empleada por numerosas fuerzas policiales en todo el mundo. Ocupase de analizar escritos, determinar falsificaciones, analizar firmas autógrafas, detectar manipulaciones por ejemplo en el papel, lo que es muy útil cuando se trata de falsos billetes de lotería, y, para no extenderme, en basar sus análisis en la evidencia, admitiéndose sus análisis como pruebas periciales. Pues bien, sería útil saber que dicen los expertos acerca de dichas firmas. Servidor ha visto la de la abajo firmante por parte de Esquerra y se ha quedado patidifuso. Meritxell Barrionuevo, se llama. Parce que haya firmado durante un terremoto de diez grados en la escala de Richter, lo que equivale a “legendario o apocalíptico”. Madre mía, que mareo.
Lógicamente, lo grave no son esas rúbricas, la mayoría bastante vulgares e infantiles, todo sea dicho, sino la maldad que encubren. En la sistemática campaña para acabar pulverizando nuestro sistema, que pasa por los ataques a la Corona, a la Judicatura, a los partidos constitucionalistas, a las instituciones democráticas o a nuestras FFAS o a cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, los periodistas díscolos no somos el menor de sus objetivos. Dicho lo cual, señores de las asociaciones de la prensa, colegios de periodistas, sindicatos de ídem, ¿se vive bien cobrando por meterse la lengua en salva sea la parte cuando deberían protestar por este inaudito ataque a la libertad?
Que pregunta, claro que se vive bien. Siempre que carezcas de conciencia y te de igual lo que veas cuando te pones ante un espejo.