Jesús Cuadrado-Vozpópuli

Al sanchismo solo le interesa mantener un frentismo polarizador para ahorrarse la obligación de rendir cuentas

Tiene escrito Rodríguez Zapatero que fue Monedero, asesor de cabecera del torturador Nicolás Maduro, quien le introdujo en el chavismo. Para mediar entre el régimen y la oposición, dice él; para ponerse al servicio de la dictadura, afirma la líder de los demócratas venezolanos María Corina Machado. Hoy el PSOE, con el expresidente como su principal “ideólogo”, reproduce todos los tics chavistas. De hecho, el apagón del lunes negro llevaba el sello del populismo iberoamericano.

Para empezar, chavismo y sanchismo exhiben grados similares de ineptitud. En 2002-2003, el fundador del régimen, Hugo Chávez, expulsó a los experimentados técnicos de la industria del petróleo estatal y los sustituyó por inútiles y leales militantes chavistas. La producción pasó de 3,1 millones de barriles diarios a medio millón, y nunca se recuperaría. Si echas una mirada al Consejo de Administración de Red Eléctrica, el regulador controlado por el Gobierno, entiendes mejor el desastre del pasado 28. Como el dictador venezolano, Sánchez selecciona por lealtad, nunca por capacidad. Oyendo los balbuceos de Beatriz Corredor en La Ser, se entiende el apagón.

Hay más chavistas en Europa, como el británico Jeremy Corbyn, defenestrado en el Partido Laborista, o el político neocomunista francés Jean-Luc Mélenchon, pero solo en España están en el Gobierno. En México, Colombia o Venezuela, donde también mandan, el rasgo más común de este movimiento es la fabricación de culpables para justificar todos sus fracasos: embargo, sanciones, imperialismo, neoliberalismo, Colón, oligarquías, la casta. El catálogo es inagotable. El pasado 1 de mayo, Sánchez añadió “los de arriba”, después de apuntar a las eléctricas como responsables de un apagón del que él es responsable.

Ahora, para ocultar la responsabilidad directa de Sánchez, recurren a trampas narrativas, como organizar una visita absurda de los agentes del CNI a las eléctricas o denominar “operadores privados” a Red Eléctrica

Como para los chavistas, el relato, los cuentos, son el arma de los sanchistas. En la amable entrevista con Barceló, Beatriz Corredor trampeó recurriendo de forma infantil a la correlación de hechos para evitar explicar las relaciones causa-efecto. Como no había ocurrido antes, descartó la necesidad de adaptar la red al aumento de renovables (mix suicida), un riesgo obvio anticipado por los expertos. Ahora, para ocultar la responsabilidad directa de Sánchez, recurren a trampas narrativas, como organizar una visita absurda de los agentes del CNI a las eléctricas o denominar “operadores privados” a Red Eléctrica. Una operación masiva del sanchismo mediático para intentar convertir en un cisne negro (imprevisto) lo que era un rinoceronte gris (previsible y anunciado) del tamaño de una catedral.

El apagón desenmascara de golpe un disparate propio de talibanes chavistas. Las consecuencias de la gestión durante seis años de Teresa Ribera, paradigma del empacho ideológico del sanchismo, irrumpieron en escena el pasado lunes. Con escasa preparación y mucho compromiso doctrinal, la exministra nunca fue capaz de entender la diferencia entre la sustitución de unas energías por otras y la transición energética, que exige un proceso de adaptación. Antes de su promoción a Bruselas, su otra herencia fue no ejecutar por dogmatismo las obras del barranco del Poyo que, como ponen de relieve los técnicos, habrían evitado la tragedia de la dana.

Campeones en fabricar pobreza

La conversión chavista del Partido Socialista provoca consecuencias chavistas. Recientemente Eurostat publicaba los datos de pobreza infantil y España, con un 29%, se pone a la cabeza de los 27 países de la UE en esta competición de la vergüenza. Nada identifica mejor a los políticos chavistas latinoamericanos que su capacidad para hacerse millonarios -¡izquierda caviar!- y a la vez ser campeones en fabricar pobreza, en Cuba o en Argentina. Aquí, los jueces españoles descubren sin parar cuentas y patrimonios ocultos y, por el boicot desde el Gobierno, a veces no tienen más remedio que recurrir al amparo de la Justicia europea.

El apagón evidenció otra similitud con el chavismo: la obsesión por colonizar desde el Gobierno las empresas privadas: el ”exprópiese” de Chávez. De libro, la medicina aplicada al presidente de Telefónica, citado, humillado y ejecutado por un simple asesor de Moncloa. Por ahora, las eléctricas se están haciendo respetar y no parecen dispuestas a librar a Sánchez de su responsabilidad, única e intransferible, en el mayor desastre eléctrico ocurrido en la Unión Europea. Aunque, como ha hecho siempre, intente traspasársela a otros, los expertos independientes le están diciendo: es toda suya, “doctor”.

Como al chavismo, al sanchismo solo le interesa mantener un frentismo polarizador para ahorrarse la obligación de rendir cuentas y huye de los pactos de Estado como de la peste, sea para reformular la política militar o para organizar la transición eléctrica. Resultado: España bloqueada.