EL MUNDO – 17/02/16
· Cifuentes presenta un proyecto para que puedan votar las bases.
· Valencia luchará contra el blindaje de Rita Barberá.
Los dirigentes territoriales del PP nadan de nuevo contracorriente. Muchos ya lo hicieron en la pasada legislatura, algunos desde la presidencia de sus comunidades. Hicieron frente a los recortes, trataron de paliar la falta de sensibilidad social del Gobierno e impulsaron las reformas políticas que orillaba el Ejecutivo. Ahora, trabajan otra vez solos para dejar atrás el cáncer de la corrupción, defendiendo medidas de regeneración democrática que permitan alumbrar un partido nuevo.
La presidenta de la gestora en el PP de Madrid, Cristina Cifuentes, se estrenó ayer con la promesa de un «congreso abierto» –con el sistema de un militante, un voto, no mediante delegados– que se celebrará, dijo, «lo antes posible». Cifuentes pretende abrir una «nueva etapa» en el PP de Madrid tras los casos de corrupción que han destrozado a la organización.
En la misma línea se sitúa Isabel Bonig al frente del PP valenciano, al apostar por una «refundación» y por la convocatoria de un congreso donde voten las bases del partido. El PP valenciano ha solicitado a la dirección nacional la celebración ya de este cónclave, que pretende que sea abierto. De este modo, intenta frenar el deterioro de su imagen y, sobre todo, el malestar entre la militancia que ha provocado la operación policial contra la cúpula del PP provincial y local en Valencia.
La autorización para ese congreso está pendiente de cómo se resuelva el calendario nacional. Si finalmente hay Gobierno de Pedro Sánchez, el PP convocará el congreso nacional para renovar el partido de cabo a rabo y cerrar la etapa de Mariano Rajoy. En este supuesto no habría cónclave extraordinario en Valencia.
Sin embargo, si el escenario es de nuevas elecciones, Génova sí está dispuesta a autorizar el congreso; más que nada, admiten, porque los escaños que aporta el PP valenciano son fundamentales. En las elecciones del 20-D, los populares lograron 11 diputados en la comunidad. En estos momentos, creen que no llegarían ni a la mitad.
Por ello, ante la falta de respuestas que la dirección del PP está dando a los últimos casos de corrupción, tanto Valencia como Madrid han optado por impulsar sus propias soluciones. Fuentes del PP valenciano confirmaron ayer que negociarán con la dirección que autorice un congreso extraordinario abierto. Los estatutos del PP contempla que puedan hacerse en Baleares y Canarias. De hecho, José Ramón Bauzá fue elegido así. Pero los estatutos también dicen que entre las funciones del Comité Ejecutivo Nacional figura «poder autorizar la celebración de congresos asamblearios en el ámbito de las organizaciones territoriales».
No obstante, pese a esta normativa, en Génova aseguran oficialmente que es necesario «cambiar antes los estatutos en el congreso nacional». La diferencia de criterio prueba la existencia de dos velocidades en el seno del PP para alumbrar la regeneración democrática. Dos modos de concebir el partido, de dos generaciones distintas, que se han puesto sobre todo de manifiesto en la gestión del caso de Rita Barberá.
La contundencia que el PP exhibió al principio y la presión a la ex alcaldesa para que renunciara al acta de senadora se pulverizó con la decisión de la dirección del PP de mantenerla en la Diputación Permanente del Senado, para que pueda seguir aforada en caso de que haya nuevas elecciones y la Cámara sea disuelta. Distintas fuentes del partido confirman el retroceso que este movimiento ha supuesto respecto a los mensajes transmitidos al principio, cuando se suspendió de militancia a los detenidos en la operación policial y se avaló la creación de una gestora en la ciudad de Valencia. No sólo no ha sido comprendido el blindaje de Barberá, es que mayoritariamente en el PP no se comparte. En contra de la línea oficial de los últimos días, donde el argumento es que a la ex alcaldesa no se le acusa de nada, Cifuentes defendió ayer por ejemplo que «debería renunciar al aforamiento si cree en su inocencia».
Fuentes populares ya confirmaron a este diario que Barberá «presionó» para seguir aforada y que alguien en Génova accedió a sus pretensiones. De hecho, se apunta a divergencias entre los históricos y la gente más joven por este asunto.
La respuesta a los nuevos casos de corrupción que han dinamitado al PP ha puesto en evidencia que Rajoy va por un lado y el partido por otro. Fuentes del partido ratifican que uno de los asuntos que la militancia de base más reprocha al presidente es «su gestión» de los casos de corrupción. Rajoy ha llegado a reconocer públicamente que le ha faltado «diligencia».
En julio pasado, cuando le convencieron para celebrar una Conferencia Política para avanzar en medidas de democratización interna –ahí se planteó por primera vez impulsar que las bases elijan al presidente del PP y limitar a ocho años los mandatos–, Rajoy cerró el encuentro con un discurso en el que no avaló las propuestas de democratización interna que intentó proyectar la organización. «Os animo para que sigáis trabajando para perfilar las propuestas más oportunas», dijo, como si no fueran con él. Medio año después, y tras todo lo que ha sucedido en el PP, la posición del presidente es la misma.
EL MUNDO – 17/02/16