EL MUNDO 25/06/14
· Los yihadistas amasan una fortuna gracias a los saqueos y las donaciones particulares
Marwen viajó hace unos días a Mosul, el nuevo bastión del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS). Tras cruzar los puestos de control regentados por militantes encapuchados y callejear por una ciudad semidesierta, alcanzó el objetivo de su visita: la sucursal bancaria a la que acude cada mes para retirar su pensión del ejército. «Me dijeron que no había dinero. Que volviera otra día», relata a EL MUNDO el jubilado. La noche del 9 de junio en la que las tropas iraquíes huyeron de la segunda ciudad del país, los yihadistas se apoderaron de 400 millones de dólares depositados en el Banco Central y limpiaron también las cajas fuertes de otras entidades de crédito.
La fortuna amasada por el grupo en las dos últimas semanas ha paralizado Mosul. «Los empleados no saben si van a recibir su salario del Gobierno de Bagdad o si el ISIS se hará cargo con los miles de millones que tiene en sus arcas», escribe un periodista del diario digital iraquí Niqash. El grupo, que lidera la insurgencia suní y sus conquistas en la frontera con Siria, es un entramado económico engrasado en el país vecino. «No sabemos cuánto dinero atesora pero actualmente es el movimiento que más riqueza acumula. No tiene competidores», señala el analista Ayman Jawad. Poner coto a su emporio se ha convertido en la obsesión de Estados Unidos. Su secretario de Estado John Kerry pidió esta semana a los países del Golfo Pérsico que congelen las ayudas económicas a los grupos rebeldes sirios, incluidos los de tendencia moderada. Una de las fuentes de financiación para la expansión del ISIS llega precisamente de países como Arabia Saudí, Qatar o Kuwait. «Se benefician de las donaciones de hombres acaudalados del mundo musulmán, mayoritariamente de países del Golfo. Pero no se puede decir que esté financiado a través de canales oficiales o por el Estado. Son donantes privados que creen en su proyecto de Estado islámico y que quieren contribuir en la lucha contra sus enemigos, Damasco y Bagdad», afirma el politólogo Hasan Hasan, experto en grupos extremistas.
Sus victorias recientes, amplificadas por la propaganda en Twitter o Facebook, han animado una colecta para la que se ha ideado incluso una aplicación de teléfono móvil. «Lo que está sucediendo en Irak es una revolución popular contra la tiranía», declaró en Twitter el clérigo kuwaití Hajjaj Al Ajmi, un conocido mecenas de la insurgencia siria. Las vías de financiación entre la Península Arábiga y la cada vez más difuminada frontera de Siria e Irak han provocado declaraciones como las que ofreció el pasado domingo el presidente iraní Hasan Rohani. «Insto a los países musulmanes a detener el respaldo a los terroristas a través de sus petrodólares», dijo Rohani sin citar a los estados bajo sospecha. «Mañana seréis vosotros el blanco de estos terroristas», agregó. En la misma línea, el Gobierno iraquí del chií Nuri Maliki culpó a la elite saudí de «ser responsable de los crímenes cometidos por los terroristas».
La deriva siria –donde el ISIS, el movimiento que disputa a Al Qaeda el liderazgo del terrorismo islamista, libra una encarnizada batalla contra otros grupos rebeldes– ha obligado a tomar las primeras medidas a Arabia Saudí, donde la organización se ha convertido en una amenaza para la monarquía absoluta. En marzo Riad incluyó al ISIS en su listado de grupos terroristas y anunció castigos de hasta 20 años de cárcel para quienes «pertenezcan, respalden y financien a grupos terroristas». Kuwait, que hasta 2013 no disponía de una ley para perseguir la financiación del terrorismo, ha sido el principal coladero de las donaciones particulares.
La contribución a la estructura financiera del ISIS, sin embargo, es cada vez menor. «El grupo ha logrado autofinanciarse. Tras la expansión por Siria, se hizo con el control de recursos muy lucrativos como campos de petróleo, plantas de gas y otras compañías. Además tienen la costumbre de desmantelar las empresas y venderlas por partes dentro y fuera de Siria», cuenta Hasan, que subraya las jugosas cantidades obtenidas mediante el secuestro, la extorsión o la toma de arsenales. «Han hecho millones y millones con estas operaciones», añade. En declaraciones a Niqash, el hasta hace dos semanas jefe de la policía de Mosul, el general Mahdi Gharaui, explicó que el ISIS se embolsa mensualmente ocho millones de dólares en «impuestos revolucionarios» que ya cobraba antes incluso de la ofensiva de este mes. Una vez en el poder, es previsible que creen nuevas tasas para ofrecer un «transporte seguro» por las carreteras que administran o –según el Gobierno iraquí– para que las familias cristianas que permanecen en la ciudad puedan comprar su paz.
El listado de padrinos se amplía cuando se trata de los grupos que luchan junto al ISIS como el Ejército de los Hombres de la Cofradía (sufí) Al Naqshbandia, dirigido por Ezat Ibrahim al Duri, ex vicepresidente de Sadam Husein. «Fueron apoyados por Qatar y Turquía cuando estallaron las protestas en el noroeste de Irak durante 2012 y 2013 pero no está claro que sigan haciéndolo ahora», concluye Hasan.
Kerry aboga por un Irak unido
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, visitó ayer por sorpresa el Kurdistán iraquí – la región autónoma situada al norte del país – para convencer al líder kurdo que participe en un Gobierno de unidad en el que estén representados suníes, chiíes y kurdos.
Tras el encuentro con los dirigentes de esta región con aspiraciones de independencia, el secretario de Estado hizo hincapié en que «un Irak unido es más fuerte y se debe respetar la unidad del país como un todo».
Sobre una eventual intervención militar, el jefe de la diplomacia de EEUU reconoció a la cadena CBS que «sería una acción totalmente irresponsable» que el presidente Barack Obama ordenara ataques aéreos antes de que se constituya el nuevo Ejecutivo.