EL PAÍS 19/12/16
· Temor a que confluya el radicalismo antisistema con el aberzalismo residual proetarra
El pasado 24 de noviembre, tras una manifestación estudiantil convocada en el campus de Leioa en protesta por la elección de Nekane Balluerka como rectora de la Universidad del País Vasco, un grupo de jóvenes atacó con piedras, botellas y cohetes a la Ertzaintza, resultando heridos dos policías y un periodista. La virulencia de su ataque y su indumentaria -el rostro tapado- evocaba el pasado aún no muy lejano de la kale borroka. Era el colofón de una serie de incidentes que las últimas semanas habían tenido como escenario los campus universitarios de Leioa y Vitoria. La imagen del 24 de noviembre tuvo mucho eco mediático y la preocupación se llegó a instalar en la Presidencia del Gobierno vasco.
El principal temor de las instituciones vascas se centra en que los brotes violentos pasen a ser endémicos y que en la universidad se esté incubando una resurrección de la kale borroka vinculada a las viejas reivindicaciones del abertzalismo radical, hoy defendidas por ATA (Amnistia y Askatasuna), una organización que agrupa a disidentes radicales de Sortu.
La investigación de la Ertzaintza atribuye la protesta estudiantil y su posterior radicalización, sobre todo, a un fenómeno universal como es “el descontento de los jóvenes por la limitación de las posibilidades que le ofrece el sistema, por las incertidumbres de su futuro, por la corrupción. Es un caldo de cultivo que actúa como masa crítica entre los estudiantes”. “Su propia estética, la de la indumentaria, con sus caras tapadas, también es ya universal. No es sólo vasca. La vemos en Madrid y en Barcelona, ciudad en la que existe un movimiento de protesta muy violento”, señalan las fuentes consultadas.
No obstante, la convocatoria de las manifestaciones de protesta, que el día 24 degeneró en actos muy violentos, procede de la organización Ikasle Abertzaleak (Estudiantes Patriotas). El primer temor de las instituciones vascas es que exista una conexión entre el abertzalismo y la violencia.
Las investigaciones de la Ertzaintza concluyen que “Ikasle Abertzaleak no se aparta en su guión principal de la izquierda abertzale oficial, de Sortu. Convoca las manifestaciones, pero se mueve en el terreno de la desobediencia civil. Recluta jóvenes comprometidos y disciplinados que mantienen un nivel de protesta contenida, sin recurrir a extremos violentos. Saben del desprestigio de la violencia en Euskadi y les incomoda que se les identifique con ella”.
Más preciso, el secretario general de Erne, el principal sindicato de la Erzaintza, Roberto Seijo, atribuye los actos violentos a “grupos externos, mayoritariamente ajenos a la Universidad, que utilizan las convocatorias de protesta para radicalizarlas y llevarlas a la confrontación con la fuerza pública”. Absuelve de cualquier responsabilidad a Sortu. “Sortu está en la política. Ya no está en el enfrentamiento en la calle. Ikasle Abertzaleak convoca y son otros los que radicalizan la protesta. Sortu se desmarcó de los incidentes de Leioa y en los contactos que hemos mantenido con algunos de sus representantes nos han manifestado su compromiso de evitar que les utilicen. Es muy importante constatarlo pues contrasta con los tiempos de la kale borroka en que no teníamos ningún contacto con la izquierda abertzale cuando respaldaba esa actividad”, añade Seijo.
La investigación de la Ertzaintza también descarta, al menos hoy en día, una de las principales preocupaciones de las instituciones vascas: la posible relación entre el movimiento universitario de protesta en Euskadi con grupos abertzales disidentes de Sortu que pretendan regresar al terrorismo. “En los brotes violentos universitarios puede haber algo de esta disidencia, pero no es significativa. Predomina claramente el cariz antisistema. No hay conexión entre el movimiento estudiantil y las quemas de contenedores que ha habido en algunas, pocas, localidades, cuando se han producido detenciones de miembros de ETA en Francia. El acontecimiento más grave, el incendio de ocho autobuses en Derio (Bizkaia), hace un año, en protesta por la situación de los presos y vinculado a la disidencia de la izquierda abertzale, fue también ajeno a la universidad”.
La reacción de Sortu
La conclusión de la investigación de la Ertzaintza es: “No estamos ni de lejos en la situación de la kale borroka de los años noventa. El grado de violencia alcanzado en Leioa es, por el momento, un fenómeno aislado. No obstante, no bajamos la guardia. Nos esforzamos en una política preventiva”. Una prevención en la que está muy presente la investigación sobre si se producen conexiones entre la violencia en los campus y la organización más representativa de la disidencia de Sortu, ATA (Amnistia ta Askatasuna), concentrada hoy en la reivindicación de la amnistía para los presos de ETA en respuesta al mayor pragmatismo del partido de Arnaldo Otegi. Según Seijo, resulta llamativo cómo todas las convocatorias de ATA a favor de la movilización de los presos de ETA, son pacíficas. No obstante, ATA preocupa a las instituciones vascas y a Sortu desde que en el verano de 2015 sorprendieron con una manifestación masiva en Bilbao en petición de amnistía para los presos de ETA, al margen de Sortu, la izquierda abertzale oficial.
El desafío de ATA está obligando a Sortu a adoptar una panoplia de iniciativas para contrarrestar su influencia. La última, una acampada que 300 ex presos de ETA, alineados con Sortu, han organizado en Usurbil (Gipúzkoa) para movilizar en favor de los reclusos de la banda. Esta campaña se produce en paralelo a la manifestación tradicional de primeros de año en favor de los presos de ETA que Sare -organización de apoyo vinculada a Bildu- ha convocado para el 14 de enero en Bilbao.
Dirigentes de Sortu han pedido al lehendakari Urkullu que presione al Gobierno del PP para que flexibilice la política penitenciaria, con acercamientos de presos etarras al País Vasco y ofrezca facilidades para su reinserción, con el objetivo de restar influencia a ATA. El crecimiento y la influencia de ATA no preocupa sólo a su principal rival, Sortu. También a las instituciones vascas pues puede suponer un riesgo para la convivencia en el País Vasco.