EL CORREO 15/09/14
TONIA ETXARRI
· Artur Mas está liderando un partido perdedor
Los ciudadanos catalanes acudirán a las urnas. Pero no para pronunciarse en una consulta ilegal sobre la secesión, tal como les gustaría a los independentistas que proponen saltarse la ley, sino para elegir al nuevo Parlamento catalán. Porque habrá, seguramente, elecciones anticipadas que el propio Artur Mas tendrá que convocar, consciente, sin embargo, de que el resultado no le será propicio. Si bien es cierto que no dispone de mucho margen antes de los próximos comicios municipales, el presidente de la Generalitat, cada vez más presionado por su socio de Esquerra Republicana y los movimientos sociales que convocaron la manifestación de la Diada, en contraste con los continuos llamamientos a la legalidad que formulan sus compañeros de Unió Democràtica, está trabajando en esa puesta en escena.
Elecciones anticipadas con carácter plebiscitario a no ser que ERC, contra todo pronóstico, termine salvándole una legislatura en la que, todavía en su segundo año, no ha empezado a gobernar. Los organizadores de la movilización del 11 de septiembre están redoblando la presión para no dejarle escapatoria. De hecho, las presidentas de dos entidades que nunca se han sometido al veredicto de las urnas como Carme Forcadell (ANC) y Muriel Casals (Òmnium Cultural) se permiten el lujo de anunciar que ellas y sus ‘lobbys’ solo negociarán la secesión. Artur Mas toma nota: las urnas el 9-N. «Votaremos en las mejores condiciones porque las pondremos nosotros», decían enmendando la plana al presidente de la Generalitat, al que pretenden decir lo que tiene que hacer, en nombre de los convocantes de la Diada. Una situación que tanto le tiene que agradar a las nuevas corrientes políticas, partidarias de oponer la voz de la calle a la legalidad; incluso a la legalidad de las urnas.
Artur Mas, en ocasiones, oye voces. «Ponga las urnas, ya». Y en este plan, desde el día en que comunicó la fecha de la convocatoria de la consulta ilegal y el presidente Rajoy se enteró de la ocurrencia leyendo la prensa. Pero, a medida que pasa el tiempo y mientras se pregunta qué sentido tiene una Cataluña independiente si no se la reconoce internacionalmente, Mas está hablando de las urnas de otra manera. Se debate entre su compromiso a celebrar la consulta (Esquerra Republicana se lo recuerda tres veces al día) y su compromiso a la celebración en el marco de la legalidad. El presidente de la Generalitat sabe qué significa el cumplimiento de la legalidad.
No es exactamente lo que piensa la presidenta de Òmnium cultural, que le da el beneplácito, exclusivamente, a la «legalidad» del Parlamento de Cataluña. Porque sabe que si la Ley de Consulta catalana choca con las normas de la Carta Magna, ahí termina el recorrido. Porque, a diferencia de las normas británicas, por ejemplo, la Constitución española es superior a las leyes ordinarias. Una lección que aprendió bien el lehendakari Ibarretxe. Y Mas tendrá que seguir sus pasos. Tal como venimos anunciando en estas páginas desde hace meses. Tendrá que hacer lo mismo que hizo el lehendakari. Pero cinco años después.
Ibarretxe, una vez impugnada la ley de consulta del Parlamento vasco, se la guardó para mejor ocasión. Y convocó elecciones anticipadas sin que nadie de la izquierda abertzale, cuando todavía ETA mataba, tuviera la fuerza suficiente como para llamar a la desobediencia civil. Y las urnas le castigaron . Porque el PNV no consiguió la mayoría suficiente para formar gobierno y terminó por ser lehendakari el socialista Patxi López gracias al apoyo del PP.
En Cataluña las elecciones le serán favorables a ERC, según todos los sondeos de intención de voto, aunque no conseguirá la mayoría suficiente y el partido de Oriol Junqueras, el de la desobediencia civil y la declaración unilateral de independencia, necesitará de pactos. Convergencia y ERC están hablando ya de estas posibilidades, aunque todavía no se avengan a contarlo. Quien aprendió bien la lección de Ibarretxe ha sido su partido, el PNV, y, sobre todo, el actual lehendakari, Iñigo Urkullu. El éxito de la movilización de la Diada y la celebración de la consulta en Escocia, el próximo jueves, lo mantienen donde estaba cuando llegó a Ajuria Enea, hace ya casi dos años. Expectante. Rehuyendo declaraciones unilaterales y buscando un pacto amplio en el Parlamento vasco (si no lograra un consenso más amplio que el conseguido por el Estatuto de Gernika de 1979 lo consideraría un fracaso). Y un pacto con el Estado. Nada que ver con el proceso catalán. Y menos impaciente que su compañero de partido. El guipuzcoano Joseba Egibar sigue los movimientos de Artur Mas, que está liderando un partido que lucha por resurgir de las cenizas en donde les ha sepultado el escándalo del clan Pujol.
Artur Mas, hoy por hoy, está liderando un partido perdedor. CIU es la principal víctima de esta apuesta soberanista que está capitalizando ERC. Si de las próximas elecciones autonómicas surgiera una mayoría independentista en el Parlamento de Cataluña y acordaran, el 51%, declarar unilateralmente la independencia, con sus cortes constituyentes y su Estado catalán, se produciría una quiebra política y social que solo nos llevaría al caos y la ruptura.
En Euskadi, después del fracaso de Ibarretxe, el PNV sigue esperando un pacto con el Gobierno. Se lo puede permitir, entre otras cosas, porque la presión independentista en la calle es mucho menor que en Cataluña. Cabe esperar que el presidente de la Generalitat haga más caso a los pragmáticos de Unió Democràtica . Y después del 9-N sea capaz de reconducir la frustración que él, en compañía de otros, ha creado.