Josu Puelles, EL CORREO, 2/5/12
Este es un nuevo remake de una película ya vista y que, como toda segunda parte, nunca será mejor que la primera
No me refiero a los mozos del famoso pueblo organizando su particular caravana de mujeres. Los chicos del plan, el nuevo, el de la nueva política penitenciaria de reinserción de asesinos, son los mismos asesores que tenía el ministro Rubalcaba cuando urdían junto con Jesús Loza la denominada ‘vía Nanclares’, hoy ya fracasada y amortizada por ETA y sus presos. Ahora se entiende que, si los asesores del anterior ministro no han abandonado sus asesorías dentro del Ministerio –vamos, que no los han cesado o relegado al ostracismo– hayan presentado este nuevo remake de una película ya vista y que, como toda segunda parte, nunca será mejor que la primera. Si con estos mimbres debemos hacer el cesto, ya lo podemos ir tirando. Por otro lado, el plan establece unas mesas de encuentro entre víctimas y verdugos. Me imagino que para ver si la empatía brota en ambos, entendemos las razones de cada cual y concluimos que al final la violencia ha sido un error… pero colectivo, de todos. Eso purga responsabilidades éticas y allana el camino hacia el perdón, la reconciliación, la falsa convivencia y la más aún impostada paz. Estos encuentros no son nuevos. El profesor Rogelio Alonso relataba cómo en Irlanda se promovían hasta encuentros televisados, entre víctimas y sus asesinos, incluso moderados por aparentes, ecuánimes e imparciales personalidades como Desmond Tutu, en las que a las víctimas se las exponía a una solicitud de perdón de su asesino, haciéndola aparecer ante la opinión pública en un plano moral inferior al de su asesino si no accedía al encuentro o aceptaba ese perdón. A eso nos exponen y nos exponemos las víctimas que accedamos a dichos encuentros, además de avalar el presunto arrepentimiento del asesino y su legitimación para excarcelarle. Los mismos chicos del plan que insisten en que las víctimas no debemos mediatizar la política antiterrorista o penitenciaria son los mismos que, ante una encubierta solicitud de participación voluntaria, intentan instrumentalizar a las víctimas para legitimar su indigno e ineficaz plan. Allá cada cual con sus muertos, con el nuestro no bailarán sobre su tumba.
Josu Puelles, EL CORREO, 2/5/12