Tres que se equivocaron de adversario

El fin de semana se nos ha presentado con una sorpresa perfectamente previsible anticipada la víspera por Santiago Abascal: Vox ha roto los compromisos que mantenía con el PP en cinco Comunidades Autónomas: Aragón, Valencia, Murcia, Extremadura y Castilla y León. Los ha roto con un argumento que parece más bien un pretexto. La fidelidad a los principios no llega, por lo visto, tan lejos como para colocarlos en el frontispicio de los pactos de gobierno, porque en ninguno de los cinco acuerdos firmados por el PP y Vox figura la exclusión de aceptar menas  en las citadas comunidades autónomas. La verdadera razón estaba en el lamento: “dentro de los gobiernos los logros se los apropia el PP”, cosa natural si se piensa en la representación de ambos partidos: el PP tenía cuatro veces más escaños que Vox.

Vox, como antes les pasó a Podemos y Ciudadanos, padece el error de apreciación que suele afectar a los segundones: la sutileza maoísta de equivocar las contradicciones. Mao Tse Tung, que decíamos los clásicos (Mao Zedong aprendimos a decir con El País) escribió en 1937 un ensayo ‘Sobre la contradicción’. Veinte años más tarde hizo un discurso que tituló “Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”. El meollo del asunto estaba en distinguir la contradicción principal de la contradicción de primer plano. La principal era la que enfrentaba al comunismo con el capitalismo y con su inevitable consecuencia: el imperialismo, mientras la contradicción de primer plano era la que enfrentaba al comunismo con el revisionismo, razón por la cual, China tenía más urgencia en confrontar con la Unión Soviética que con EEUU.

Pablo Iglesias padeció este síndrome de China cuando fijó su objetivo principal en arrebatar el liderazgo de la izquierda al PSOE, más que en combatir al PP que presidía Rajoy. ¿Qué decir de Ciudadanos? Aunque aportó algunas cosas positivas tuvo como error principal de Albert Rivera la obsesión de disputar al PP la condición de principal partido de la oposición, más que combatir al adversario común, el socialismo que acaudillaba Pedro Sánchez. A Rivera le sucedió Inés Arrimadas que se planteó idéntica batalla contra la líder emergente entre los populares, Isabel García Ayuso, aliándose para ello con los socialistas.

El resultado no puede ser más evidente. Ahora, va Santiago Abascal y con idéntica determinación (o con más) se pone a combatir a Feijóo en el momento más complicado de Pedro Sánchez Pérez-Castejón, con su mujer y su hermano investigados por dos jueces a cuenta de otros tantos asuntos que suenan feo. ¿Cómo no explicarse la alegría que expresó ayer el fundraiser consorte al comentar la emoción que le había embargado al tener noticia de la ruptura? Hacía ya tiempo que Abascal no criticaba a Sánchez sin incluir en el lote una colleja simétrica para el presidente del PP. Sánchez-Feijóo, le même combat.

El presidente de Vox va con todo contra el del PP. Es muy principal la contradicción que mantiene con Sánchez, pero Núñez Feijóo es su contradicción de primer plano.