Los expertos en Derecho Constitucional y Administrativo, como los políticos, creen en su mayoría en la necesidad de abordar la reforma de la Constitución de acuerdo con un modelo federal. Así se pronunciaron ayer la ex vicepresidenta del Congreso, ex ministra y profesora, Carmen Calvo y los catedráticos Jorge de Esteban y Xavier Arbós. Sólo discrepó el diputado del Parlamento Europeo y catedrático de Derecho Administrativo, Francisco Sosa Wagner, para quien «en un país como el de ahora es prácticamente imposible una reforma constitucional».
De Esteban, uno de los juristas más influyentes de España, buena parte de los problemas a los que se enfrenta ahora el Estado, especialmente en relación con la cuestión catalana, tienen su origen en el «galimatías» que es el título VIII de la Carta Magna y en las diferentes sentencias del Tribunal Constitucional sobre el «confuso panorama de las competencias autonómicas». En concreto, el catedrático se refirió a la polémica sentencia sobre el Estatut, a raíz de la cual el problema se enconó de tal manera que en la actualidad «la Constitución no rige en Cataluña».
El profesor lamentó que el Estado haya permitido que Cataluña avanzara hacia el independentismo hasta tal punto que ahora sería imposible imponerles decisión alguna. Las dos fórmulas de solución que él atisba pasan por reformar el título VIII de la Carta Magna otorgando un tratamiento especial a País Vasco y Cataluña o bien proceder a una revisión constitucional con «espíritu federal simétrico». El problema que afecta ahora al modelo territorial es, en su opinión, que «los nacionalistas no aceptan la igualdad y el resto de España no acepta los privilegios».
Carmen Calvo defiende por su parte con «toda firmeza» la reforma de la Carta Magna. «Es conveniente», dijo ayer, «que el mapa y el territorio coincidan».
Desde su óptica hay que adecuar la Constitución a la nueva realidad, lo que implica «volver a pactar entre generaciones» preservando el «sentimiento constitucional» que, según ella, existe. Calvo defiende la necesidad de «tener un abrevadero común para debatir y para canalizar energías y también desesperanzas».
La profesora defiende «una reforma parcial, por la vía suave» y hace hincapié en dos aspectos: la necesidad de que la Constitución consagre el principio de igualdad entre hombres y mujeres y, además, repase el modelo territorial.
Sobre este último punto propone una reforma federal del Estado. «Hay que poner nombre a lo que somos», mantiene. Y en su opinión, no hay duda de que España es un solo Estado en el que caben las nacionalidades. En su opinión, ahora, la «asimetría es total» puesto que existen 17 pactos bilaterales en lugar de uno solo que todos cumplan con lealtad.
Ella apuesta por un Estado descentralizado pero sin ruptura de la unidad y asegurando la igualdad. La Constitución debería contemplar un Senado que sea una verdadera cámara territorial, pequeña y técnica e incluir en sus páginas los fundamentos de la financiación autonómica. Carmen Calvo mantiene que el Estado tiene que ser plurinacional.
Xavier Arbós también mantiene que el modelo español está «cerca del federal» y, en consecuencia, habría que explicitarlo así en la Carta Magna. Su «esperanza», confesó ayer, es llegar a un federalismo basado en el principio de «holding together» (mantenerse juntos).
Él apuesta por plantear en cualquier caso una reforma «que dure» y no aceptar nada que «quede por debajo del éxito del 78». Para Arbós, España está formada por pequeñas naciones que forman una gran nación. Y cualquier revisión de la Carta Magna debe hacerse «partiendo de lo que somos».
Sosa Wagner, a diferencia de sus compañeros considera que plantear ahora una modificación de la Constitución es algo impensable.
«Existiendo los populismos como el de Podemos y los independentistas, seía imposible porque no existe la lealtad institucional necesaria. Los procesos constituyentes requieren de una sociedad integrada y en España hoy en día no la hay», afirmó.
En cualquier caso, si se emprendiera el camino, Sosa Wagner apuesta por «ir artículo por artículo» con concreción y «sin palabrería». Su fórmula preferida sería trasladar a España un modelo prácticamente idéntico al alemán.