Beatriz Parera-Alejandro Requeijo-El Confidencial

  • La mayoría de hechos que destapa la Guardia Civil coincidieron en el tiempo con las gestiones para materializar la investidura de Chivite mientras Sánchez decía que no había «nada que negociar»

Ya desde principios de esa primavera de hace tres años, el líder de EH Bildu y otros dirigentes ‘abertzales’ aireaban de forma pública el interés que habían despertado en el recién estrenado Gobierno. En distintas comparecencias mencionaron el «sinfín de llamadas» recibidas de miembros del Ejecutivo español, que reclamaban su apoyo a los decretos económicos que Pedro Sánchez quería cerrar como broche antes de citarse con las urnas, el 28-A. La antigua Batasuna alardeaba de forma pública sobre su posición de poder ante el PSOE y el Ejecutivo de Pedro Sánchez. «Tenemos la llave», se jactó la exportavoz ‘abertzale’ en el Congreso Marian Beitialarrangoitia.

La ‘llave’ llegó con el nombramiento de Chivite. Los parlamentarios de EH Bildu se abstuvieron en la votación celebrada el 2 de agosto de 2019. Ese gesto abría la puerta al fin del mandato ejercido durante años por Uxue Barkos. La militancia de EH Bildu había respaldado unos días antes la decisión, adoptada por la cúpula de la formación que lidera Arnaldo Otegi. Para esa investidura y el primer acuerdo entre PSOE y los herederos del brazo político de ETA, fueron claves los trabajos bajo el radar del socialista Santos Cerdán, mano derecha de José Luis Ábalos y actual secretario de Organización del partido a nivel nacional. 

Antes de este momento clave, Bildu ya había comenzado a ser esencial para el PSOE. Su apoyo a la moción de censura lanzada contra Mariano Rajoy salió a colación en boca de unos u otros dirigentes de la formación en innumerables ocasiones. Después, también lo sería. Llegadas las generales del 28 de abril, Sánchez se veía obligado a pactar para formar Gobierno y cada escaño resultaba esencial.

En pleno junio de 2019, Otegi y Pere Aragonés se reunieron en Barcelona para cerrar «una posición común» frente a esa investidura que resultó al final fallida. Las dos formaciones independentistas indicaron entonces que su voto en el Congreso de los Diputados dependía de Sánchez. «De lo que quiera hacer, apostar por el diálogo y la negociación o si prefiere mantenerse alejado de actitudes y posicionamientos democráticos», reflejaron en un comunicado.

Cronología

La primera evidencia de contactos recogida por la Guardia Civil data del mes de febrero de 2019. Un repaso cronológico a las fechas que destaca la Guardia Civil permite apreciar que la mayor parte de las conversaciones o citas que comenta el entorno de Otegi en las conversaciones intervenidas se concentró en el ecuador de aquel año prolijo en elecciones, tanto generales como autonómicas.

El 25 de febrero, el diputado del Parlamento vasco por Bildu Julen Arzuaga reenvió al grupo de apoyo a los presos un mensaje que le había remitido el responsable de Prisiones, Ángel Luis Ortiz. Le daba cuenta de la excarcelación de un recluso de ETA enfermo. Unas semanas después de ese aviso, el etarra salió de prisión para someterse a un tratamiento tutelado por el hospital de Donostia.

En abril, el informe del Instituto Armado da cuenta de otros dos encuentros: un viaje a Madrid para el que Joseba Azkarraga pidió reunir «una lista de prioridades» y la celebración por haber logrado beneficios para un miembro de la organización terrorista gracias al ‘doping’, el trato de favor. Ya en mayo, pasadas las primeras elecciones generales, Arzuaga volvió a reclamar la intercesión del cargo de Interior para favorecer a un preso que quería cambiar de prisión, movimiento que finalmente se produjo.

«Con Bildu no se acuerda nada»

Ya en junio, pasados los comicios autonómicos del 26 de mayo, justo cuando Pedro Sánchez proclamaba el ya famoso «con Bildu no se acuerda nada», los chats del colectivo de apoyo a los presos destacaban un encuentro en Madrid al que acudió Azkarraga. Unos días después, Azkarraga dijo como portavoz de Sare unas palabras muy parecidas a las que por esas fechas proclamaban los dirigentes de Bildu: «Las mayorías progresistas del Parlamento español tienen que servir también para poner fin a la política penitenciaria vengativa». En el acto en el que hizo esta reflexión, también avanzó su determinación de extrapolar a España y Europa las reivindicaciones por los presos. Sin embargo, no dijo nada de su reunión en Madrid con el responsable de Prisiones que refleja la Guardia Civil.

Los comentarios sobre informaciones de reclusos que anotó la Guardia Civil se prolongaron hasta diciembre de 2019 porque en enero de 2020 se arrestó a los implicados a los que se incautaron los móviles. Bildu acabó por ser igual de esencial en Navarra que en el plano nacional. Tras fracasar en su primer intento de formar Gobierno, Sánchez volvió a convocar elecciones en noviembre de aquel año. Con los números aún muy justos pese a su coalición con Unidas Podemos, Sánchez fue investido presidente con 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones. Estas últimas fueron de ERC y del partido de Otegi, y sin ellas nunca habría alcanzado la presidencia.