EL CORREO 21/02/15
· La banda y la izquierda abertzale sufrieron robos perpetrados por sus propios militantes valorados en más de 900.000 euros
La corrupción que se registra en la vida pública española se ha convertido en uno de los principales problemas del país, que amenaza a la clase política. Pero no es exclusivo de los partidos. También en las filas de la izquierda abertzale y en la propia ETA se han producido casos de corrupción interna, tal y como acreditan diversos documentos intervenidos a varios dirigentes de la banda en Francia.
En octubre de 2004 fueron detenidos en la localidad de Salies de Bearn, en Las Landas, los jefes etarras Mikel ‘Antza’ y Soledad Iparragirre, ‘Anboto’. Esta última, responsable de la tesorería de ETA, tenía en su poder una gran cantidad de documentos referidos a las finanzas de la banda. También tenía otros documentos en los que se mencionaban casos de corrupción que afectaban directamente a la organización o a organismos del entorno de la izquierda abertzale. La banda había agrupado esos casos bajo la denominación genérica de «ustelak» (podridos).
Los papeles de ETA documentan ocho casos de «robo» de dinero por cantidades que suman unos 900.000 euros. La cifra es inferior a la real porque en uno de los casos la cúpula terrorista carece de información sobre el dinero del que se había apoderado el sospechoso y se limita a indicar que fueron «muchos millones» de pesetas, sin precisar más.
Uno de los robos los sufrió directamente la propia banda, que entregó 40 millones de pesetas a un traficante de armas suizo como adelanto para una compra que quería hacer. El traficante recogió el dinero y se marchó al Caribe, sin preocuparse de entregar a ETA las armas comprometidas. El resto de las sustracciones fueron cometidas en organizaciones del entorno de la izquierda abertzale. ETA decidió recoger información y actuar con cada uno de los que se habían apoderado de dinero para obligarles a reconocer su apropiación y hacer que se comprometieran a devolverlo.
Los planes etarras pasaban, según se desprende de la documentación intervenida, por secuestrar al corrupto y hacerle firmar una declaración reconociendo su culpa. En un segundo texto, el corrupto tenía que firmar un compromiso de devolución del dinero, si no quería ser objeto de nuevas acciones de la banda. Se desconoce si ETA llegó a materializar alguno de estos planes, aunque sí que se conocen los textos ya redactados que tenían que firmar los acusados de haberse quedado con el dinero ajeno.
Un documento preparado para uno de los casos de secuestro previstos incluía una nota en la que se recordaba lo que podría pasar si el afectado se negaba a devolver el dinero: «Le recordamos que ha sido arrestada y que tras llegar a un acuerdo aceptable, ha acordado realizar el pago completo, y en la manera que pone en el pacto, de los XXXXX mil euros robados (sic). Con este acuerdo ha evitado la realización de una acción contra usted y las graves consecuencias que ello conllevaría. No creemos que le tengamos que recordar las consecuencias que podría conllevar el incumplimiento del acuerdo realizado con Euskadi Ta Askatasuna. ETA utilizará su fuerza armada en su contra sin ningún tipo de miramiento».
«Declaro haber robado, sin tener ningún respeto a la lucha por la liberación del Euskal Herria, a lo conseguido con el esfuerzo de todos, a los miembros de la lucha y a todo Euskal Herria en general». Así comenzaba el documento preparado para un vecino de Oiartzun cuyos datos personales figuraban en la cabecera del papel. En el segundo punto el supuesto corrupto reconocía haber robado a las Gestoras Pro Amnistía una cantidad de dinero no precisada. El lugar destinado a poner la cifra aparecía en blanco porque este era el caso del que ETA no tenía información precisa sobre la cifra apropiada, aunque hablaba de que eran «muchos millones».
La dirección terrorista especificaba que «la mencionada cantidad de dinero, que quedará bajo la responsabilidad de Euskadi Ta Askatasuna, será utilizada para subsanar los perjuicios» causados por el corrupto. Textos parecidos se habían preparado con los nombres de otros presuntos implicados en estos episodios.
Poco miedo
Un segundo caso de corrupción recogido por ETA hace referencia a un empresario que había creado una sociedad conjunta con la izquierda abertzale. Los documentos mencionan la existencia de un engaño que podría oscilar entre los 30 y los 40 millones de pesetas. Otro caso afecta a otra empresa vinculada a la izquierda abertzale en el que el implicado, presuntamente, se apoderó de más de siete millones de pesetas en un primer momento y de otros 2,5 millones más tarde. «Esto es la ostia, a saber el miedo que le ocasionamos para que al cabo de dos años robe otra vez», escribe ETA.
Las Gestoras Pro Amnistía son el objeto de otro asalto en el que un militante de este grupo se apoderó de unos treinta millones de pesetas que utilizó para montar negocios privados. Una parte del dinero lo consiguió mediante un préstamo solicitado a una entidad de ahorros para poner en marcha un negocio en Álava. Éste se suponía que iba a ser de las Gestoras y por eso el préstamo lo solicitaron cuatro miembros de esta organización. «Estos amigos –indica ETA– pidieron los créditos porque se lo pidió el movimiento pro amnistía ya que el negocio era del movimiento pro amnistía».
La misma organización, las Gestoras, es víctima del robo cometido por un militante de Navarra que se apodera de al menos 17 millones de pesetas. El protagonista de esta historia parece que fue descubierto y acordó devolver el dinero mediante pagos de 60.000 pesetas mensuales. Sin embargo, enseguida dejó de hacer el reintegro de ese dinero.
En la relación de episodios de robos recopilados por ETA aparece el caso de una mujer que engañó a la familia de un terrorista que estaba en la clandestinidad y consiguió medio millón de pesetas diciéndoles que era para el etarra, aunque el dinero se lo quedó ella.
Finalmente, entre los casos recopilados figura otro que afecta a tres personas, una de las cuales trabajaba en la tesorería de la coordinadora para la alfabetización de adultos AEK. Desde su puesto de trabajo fue desviando dinero hasta apoderarse de unos 18 millones, aunque la cantidad podría ser todavía mayor, según los documentos de ETA.