Los diputados socialistas aguardan expectantes hasta saber qué hará Pedro Sánchez en la segunda votación de investidura de mañana. El ex secretario general ha decidido mantener el suspense hasta el final. A sus más próximos les ha dicho que aún no ha tomado la decisión definitiva, que no sabe si dimitirá como diputado o si se quedará en su escaño y votará no a Mariano Rajoy, rompiendo el mandato el Comité Federal.
Sus más próximos le piden que siga como diputado –consideran que es vital si aspira a liderar una alternativa en el futuro– y que vote no a Rajoy, en conciencia y en línea con su compromiso electoral de no hacer presidente al líder del PP. Varios le están reclamando que se quede, que «no siga la hoja de ruta marcada por Susana Díaz» y no entregue el acta.
Su decisión tendrá consecuencias sobre el futuro del PSOE y sobre el suyo propio. En primer lugar, si vota no estará liderando la rebelión en el Congreso, lo que animará el voto negativo de los suyos.
Sánchez puede provocar que algunos diputados que están dudando se sientan respaldados y decidan desobedecer al Comité Federal, como confesaron dos parlamentarios a este diario. En ese caso, según fuentes socialistas, unos 20 diputados del PSOE podrían votar no a Rajoy en contra de la consigna de la dirección, lo que provocaría una crisis gravísima justo cuando el PSOE de Andalucía (PSOE-A) está intentando dar muestras de autoridad. Una autoridad que algunos críticos interpretan como «debilidad».
Si, por el contrario, deja el acta, desanimará a varios de ellos y la cifra de díscolos bajará a 12 ó 14 noes, incluidos los siete del PSC, según fuentes de los diputados que están decididos a mantener su promesa.
La respuesta del partido también será distinta si Sánchez está entre los rebeldes. En ese caso, el castigo podría ser mayor, al menos así lo entienden fuentes del PSOE-A, que no permitiría «escapar vivo» a Sánchez después de «liderar una rebelión parlamentaria contra el Comité Federal».
Otras fuentes, sin embargo, apuntan a que haga lo que haga Sánchez, el PSOE no podría permitirse expulsarlo al Grupo Mixto porque ha sido secretario general.
Sánchez está hablando con decenas de personas en los últimos días y baraja todas las opciones. Personas que han hablado con él también le han recomendado no desobedecer al Comité Federal porque podría inhabilitarle como candidato en el futuro.
Ayer, comió en un restaurante próximo al Congreso con dos de sus diputados más cercanos, el valenciano José Luis Ábalos y la balear Sofía Hernanz. De camino al restaurante, en el local y de regreso a la Cámara, decenas de personas le pararon, le saludaron y le pidieron que se mantenga firme ante «el golpe de Estado de los barones», le dijeron.
Mientras el Grupo Socialista especula con Sánchez, ayer los diputados del PSOE asistieron al «papelón», como dijeron desde todos los sectores, del portavoz socialista, Antonio Hernando, que tuvo que defender la abstención del PSOE para «evitar el desastre de las terceras elecciones».
El que ha sido portavoz de Sánchez durante dos años y medio tuvo ayer que mantener desde la tribuna del Congreso lo contrario de lo que ha defendido hasta hace sólo 26 días. Y lo hizo con un discurso «sólido y solvente», como valoraron la mayoría de los diputados.
Algunos parlamentarios fieles a Sánchez, sin embargo, fueron muy críticos con él. Como explicaron a EL MUNDO varios de ellos, consideraron su discurso «lamentable» y «esquizofrénico». Eso sí, la mayoría –incluido Pedro Sánchez, que dijo que «es buen parlamentario»– destacó que Hernando es «muy sólido» y ayer lo demostró.
Hernando recordó otras decisiones difíciles del PSOE que provocaron una profunda división, como la renuncia al marxismo en los años 70, la entrada de España en la OTAN en 1986 o la reforma el sistema de pensiones en contra de los sindicatos, lo que les costó a los socialistas ser tildados de «traidores». Aquellas decisiones alejaron al PSOE de la izquierda y tuvieron un alto coste, al igual que la abstención, ahora, ante el PP. «Pero el tiempo nos dio la razón», enfatizó el portavoz socialista.
El dirigente madrileño quiso dejar claro que el PSOE «liderará la oposición» –a pesar de que ayer quedó totalmente desdibujado– y que no serán para el PP un apoyo de legislatura, ni siquiera un aval para aprobar los Presupuestos Generales. De esta forma, Hernando espetó a Rajoy que a partir de ahora deberá «consultar y pactar todo» y ganarse la gobernabilidad «semana a semana y votación a votación».
El portavoz no entusiasmó a nadie, pero consiguió el apoyo de la mayoría. Varios diputados socialistas no le aplaudieron en ningún momento, tampoco al final. Sánchez se levantó, aplaudió sin efusividad y fue el primero en sentarse.