Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La disolución del Congreso y el adelanto electoral fue una noticia inesperada, incluso para los propios ministros que perdían el empleo y se iban al paro y que se enteraron al mismo tiempo que usted y yo. Fue improvisada, pues el presidente no tuvo tiempo ni de felicitar a quienes aguantaron el tipo y ganaron – García Page y Barbón -, ni siquiera de reñir a quienes perdieron, quizás porque no encontró la manera de echarles la culpa de su derrota. Resultó incómoda para las autoridades de Bruselas, a quienes se les descuajeringa la presidencia española. En Moncloa aseguran que la maquinaria diplomática está engrasada y los dosieres muy adelantados. Ya, pero, si cambia el gobierno ¿Le ve usted al PP defendiendo, por ejemplo, las medidas del Psoe en los temas de energía? Y se convirtió en desesperanza para todos aquellos que esperan una ayuda de las leyes y decretos que se entran en el limbo, al decaer las iniciativas legales que las sostenían.
Unos 10.000 millones del ‘escudo social’ se quedan en el aire y se complica su aprobación. El decreto aprobado en diciembre, decae en junio. La prórroga forzosa de los alquileres o la rebaja del IVA de los alimentos, etc., que no podrán tramitarse como proyecto de Ley. Queda la opción de utilizar el manido trámite de los Decretos, pero en periodo electoral siempre pesará sobre ellos la sombra de la ‘propaganda’ que vigila la Junta encargada de ello. Y nadie sabe que pasará con leyes como la que crea la Autoridad de defensa del cliente financiero; las enmiendas a la ley de pensiones, el reglamento de su fondo público, las cotizaciones de los autónomos, las mejoras de las empleadas de hogar o el recorrido final de la Ley de vivienda, cuya aplicación queda gravemente dañada tras los resultados electorales y dada la implicación de las Comunidades Autónomas.
Por su parte, la fecha elegida para el adelanto electoral ha causado perplejidad a quienes verán alterados sus planes de vacaciones y disgusto a quienes deban suspenderlos para atender sus obligaciones ciudadanas en las mesas electorales o sus compromisos partidistas al tener que cumplir como apoderados o interventores. ¿Queda alguien contento? Seguro que sí. Entre ellos quienes desean bajarle ya del Falcón y retirarle el colchón de la Moncloa y supongo que también lo estará el propio Sánchez, pues habrá obrado en función de sus intereses. Esta muy acostumbrado a hacerlo, lo malo es que el domingo se le complicaron bastante.