Ignacio Marcos-Gardoqui-El Correo
Si es verdad eso de que los políticos han venido a este mundo a solucionar los problemas que surgen en la convivencia, los dirigentes que salgan de las urnas el próximo domingo tienen claro cuáles son las más acuciantes. Los tienen a su disposición en la encuesta publicada en estas mismas páginas el pasado sábado. Repasemos. Una vez superada la fase más grave de la pandemia, las preocupaciones económicas recuperan el primer lugar, lo cual parece una actitud lógica, sobre todo porque la sanidad continúa ahí cerca, en el segundo lugar, y con la educación, que es la base del futuro, completan un podio muy razonable. La economía es aburrida y compleja pero afecta a nuestras vidas de manera decisiva y la gente lo percibe así.
A partir de ahí hay cosas más sorprendentes. Por ejemplo, el bajo lugar ocupado por las pensiones. Tras ver, lunes sí y lunes también y durante muchos meses, las abultadas concentraciones de apoyo, pensaba que este capítulo iba a estar mucho más arriba. Pues no, solo alcanza un 5%, lo cual es poco, máxime cuando se podían seleccionar tres capítulos de la lista.
Supongo que la contradicción se explica porque a las manifestaciones van los afectados y a la encuesta responde toda la población que es consciente de que este colectivo es el único que no ha perdido capacidad adquisitiva desde la anterior crisis de 2008. Pero demuestra también una escasa empatía intergeneracional. Una opinión contrarrestada por el 2% al que preocupa el apoyo a la juventud.
También es interesante el lugar de la autodeterminación y el autogobierno, el 22 de la lista con un 2%, y el euskera en el puesto 26 y un 1%. Son dos temas que -el primero-, nos ocupa mucho tiempo y provoca tensiones y -el segundo-, compromete mucho dinero. Ciertamente es la gran sorpresa de la encuesta, aunque no confío en que sea suficiente para cambiar las actitudes oficiales al respecto. Un buen paso es, sin duda, el ejemplo dado por el candidato Urkullu que, sin ser español, se presenta a unas elecciones españolas, para ocupar un cargo dependiente de la legislación española, amparado todo ello en la Constitución española. Si eso no es espíritu de sacrificio, ¿qué es?
Por último, otra sorpresa es el bajísimo lugar que ocupan temas con una gran, al parecer tan solo aparente, relevancia social. Me refiero a la igualdad de género, puesto 33 y un 1%, y la violencia de género, puesto 36 y un 0%. Sinceramente, no me lo explico. ¿De verdad que importan tan poco? Quizás sea consecuencia de dar solo tres respuestas…