Iñaki Ezkerra-El Correo

  • La artista Alicia Framis contraerá matrimonio con una imagen el próximo verano

En uno de sus relatos Woody Allen cuenta una experiencia traumática que hemos vivido todos: fue a ver un espectáculo de guiñol con una novia que se enamoró de uno de los títeres y se dio a la fuga con él. Me he acordado de esa triste y desgarradora historia gracias a Alicia Framis, una artista nacida en Mataró que va a contraer matrimonio el próximo verano con un holograma, lo que me parece una opción sexual como otra cualquiera que demuestra el nivel de progreso en derechos sociales al que hemos llegado en nuestro país. Alicia Framis piensa que su iniciativa pionera puede servir de gran ayuda a personas que sufren depresión o traumas emocionales. No digo que no sea así en su caso, pero quizá debemos contemplar la posibilidad de que un enlace conyugal de tales características puede constituir en sí mismo una causa de trauma social o de depresión, más si a la moza casadera le sale un holograma que le pone cuernos con la primera logotipa o emoticona que pasa o si tiene la mala suerte de caer en manos de un holograma maltratador.

Leo en un periódico que el banquete nupcial será una singular experiencia gastronómica con un menú molecular que ha sido diseñado para el disfrute tanto de humanos como de humanoides, pero no sé por qué me pega que esos avatares a los que la artista prometida llama cariñosamente su «futura familia política» van a aficionarse pronto al chuletón y a exigir los mismos derechos que Belarra ideó para los ratones.

Alicia Framis, que ya en 1996 mantuvo una bella relación sentimental con un maniquí llamado Pierre, ha dicho que su emprendedora aventura de casarse con AILex (así se llama el ser con el que quiere envejecer) es un paso hacia el futuro, pero yo voy más lejos que ella. Yo creo que es el presente y que Puigdemont es un holograma, como lo es también Galindo, ese paracaidista de la diplomacia que va a ganarse un sueldo de nuestros impuestos por hacer el indispensable papel de mediador entre el PSOE y Junts. Yo creo que Junts y el PSOE y este Gobierno multitudinario con sus cuatro vicepresidentas son también unos hologramas teledirigidos por un robot que lleva la sonrisa del Joker de Batman y que ha convertido España en un videojuego a base de practicar una política que es pura realidad virtual.

Yo creo, en fin, que a estas alturas Alicia Framis somos todos cuando votamos y seguimos los telediarios o, mejor dicho, que todos somos el holograma al que Alicia Framis va a decir «sí, quiero» en el altar del museo Depot Boijmans Van Beuningen de Róterdam este verano próximo. Yo creo que esa va a ser una experiencia muy hermosa que nos va a hacer a todos crecer como personas humanas y binarias y que mañana España será vegetariana o se alimentará de comida molecular.