Gregorio Morán-Vozpópuli

  • La tarea de salvar al capitán Sánchez llega tras una tempestuosa carrera de auxilios extraordinarios por lo que han pasado familiares, socios y compadres.

Contemplar al Poder desnudo resulta estremecedor. Un tipo desgarbado con aspecto de duro fajador rodeado de subalternos que le miran ansiosos a la espera de que se produzca el milagro; que nada de lo que está pasando sea realidad. “¡Jefe, inventa algo que nos saque del pozo! ¡Sálvanos!”. Se le agotaron los recursos de tanto manosearlos. Si los tuyos están más pendientes de la Guardia Civil que del Puto Amo es señal inequívoca de que el barco ha izado la bandera de los huesitos cruzados y la calavera clásica. A la tripulación le han quitado el disfraz de la marinería y se ha quedado al desnudo. Una partida de logreros dirigidos por un capitán pirata. La sarcástica pregunta del millón está en el aire: ¿el Peugeot de la Banda de los Cuatro era de alquiler o lo debían a alguien?

Se atribuye a los gallegos, no sé por qué leyenda, el lema que “todo es empeorable”, una afirmación que la realidad española tiene la costumbre de recordarnos con inusitada frecuencia. Los optimistas huyeron hace tanto tiempo que deben quedar como los escritores en papel; una opaca singularidad en el ámbito de lo privado. Lo grave no es que a la gente le dé por gritar, sino las cosas que dicen a gritos. Si un Presidente es capaz de hacerse escribir una carta de amor para tapar un asunto bastante más vulgar que una sensibilidad matrimonial ofendida y paraliza durante 5 días al Gobierno, al Estado y a la ciudadanía perpleja, estamos ante un caso que nos obliga a pensárnoslo dos veces, antes de definir la catadura del personaje. El fabricante de bulos ha convertido su empresa y a sus empleados en un bazar de autoconsumo que ha agotado las existencias. Han perdido la fe pero nada de flagelaciones públicas, sólo masturbaciones privadas. Encapsular, es el neologismo del momento.

Si un Presidente es capaz de hacerse escribir una carta de amor para tapar un asunto bastante más vulgar que una sensibilidad matrimonial ofendida y paraliza durante 5 días al Gobierno, al Estado y a la ciudadanía perpleja, estamos ante un caso que nos obliga a pensárnoslo dos veces, antes de definir la catadura del personaje.

Habrá que examinarlo con detenimiento: que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil sea el cordón más sensible que nos liga a la vida política cuestiona lo que hasta ahora habíamos declamado sobre las Instituciones, los Partidos, los Medios de Comunicación y todo el entramado virtuoso de los poderes que equilibraban el funcionamiento democrático… Apelando a la ironía: si el Duque de Ahumada, el fundador del Cuerpo, levantara la cabeza le daría un espasmo. A Richard Nixon “el Sucio” lo forzó a dimitir una prensa valiente, una justicia rigurosa y una sociedad civil atenta. Aquí lo único respetuosamente seguido es la UCO, y me temo que eso pueda cambiar; hay mucho sicario de la inteligencia puesto a la tarea de implicarlos en algo. Leire Díez iba de exploradora.

La tarea de salvar al capitán Sánchez llega tras una tempestuosa carrera de auxilios extraordinarios por lo que han pasado familiares, socios y compadres. Mejor callados que risueños porque se han agotado los esfuerzos. Los equipos de rescate ya no dan más de sí y sólo se mantienen gracias a la seguridad que les concede el amparo del Gobierno y en ocasiones del propio Estado. Los efectos de la instrumentalización de la Fiscalía, el Constitucional, los medios subvencionados con la TVE a la cabeza -nadie recuerda ya que el dominio sobre la Televisión Pública acaparó la atención del PSOE en las Cortes, en detrimento de la Dana de Valencia-. Si uno hace la relación de las instituciones instrumentalizadas por el Puto Amo no da abasto; ni un resquicio a la duda. La principal fábrica de trapacerías se convirtió en factoría de “verdades alternativas”.

Nada fue posible sin la desdeñosa colaboración de los socios que lo cobraban a satisfacción. Esos mismos que ahora no quieren salir en la foto con el capitán Pirata, en un ejercicio desfachatado de cinismo. Sólo a Bildu le importan un carajo las fotos; su álbum de bodas y funerales no tiene parangón y saben que su electorado no le va a hacer ascos al delito por el bien de la causa. No aciertan los que aseguran que las ratas abandonan el barco que se hunde; antes se hacen dueñas de la embarcación porque nadie las puede contener; dominan el espacio cuando la tripulación está ocupada en tratar de salvarse a sí misma.

Con la agudeza del Pijoaparte de Marsé, Gabriel Rufián llama a “aprovechar el tiempo que nos quede”. Consiguieron la Amnistía que les parecía imposible, como al propio Amo antes de que fuera condición indispensable para sostenerle, luego el Cupo y entremedias convertirse en factor necesario para que el PSC controlara el postprocés, con ellos marcando el territorio. Lo proclama el alcalde de Barcelona y lo llama “devolver la autoestima”. El PNV planteando a un tiempo una Ley de Pesca, importante imagino para Bermeo, y señalar que los audios malditos no están aún judicializados, o algo así. Sumar y Yolanda Díaz enfurruñados en silencio. Hay una palabra que sirve de horma a todos, “profundizar”. Se deben hacer “reformas profundas”, “análisis profundos”, “revisar profundamente”. La profundidad de los poceros de la política; jugar con las ambigüedades de la retórica.

Quieren creer que se trata de salvar al capitán Pirata y estamos como aquel Norman Mailer, brillante y primerizo de “Los desnudos y los muertos”, un gran libro inolvidable que la actualidad está revisitando. Los avezados discuten sobre lo que quedará del PSOE tras el interregno tortuoso del Puto Amo. Eso es como hablar de “los muertos”; los que quedarán después de la batalla. Ahora se trata de “los desnudos”, los que están en escena, falaces y arrugados, que no sacan pecho pero aplauden mirándose unos a otros. ¿De verdad estamos solos? ¿Somos nosotros?, parecen preguntarse.

Pues sí, son ellos. A una veterana, Elena Valenciano, que entró en el PSOE a los 18 años, vicesecretaria general del partido con Rubalcaba, la indigna más esos rasgos machirulos de desprecio a la mujer que manifiestan los tres de la Banda, que el hecho de su corrupción impúdica. Parece como si hubieran perdido los papeles, que quizá nunca tuvieron pero que creían atesorar; como si un negro explotado por un blanco insaciable le afectara más que lo llamara negro a que le extorsionara. En la corrupción institucional va todo incluido, hasta las putas, lo que no obsta para que proclamen una ley contra la Prostitución que llegará, si alcanzan, en septiembre. Es un modo de hacer y de manifestarlo. Nada más concluyente que la forma de cerrar la fúnebre rueda de prensa del Puto Amo sobre sus corruptos. “Son las 5 y no he comido”. Llevaba implícito: “váyanse a pacer a sus casas, que ya me encargaré de la alfalfa”.