Cospedal, de campaña ayer en un mercado compostelano, aseguró que la ex alcaldesa de Valencia «ha hecho lo que consideraba que tenía que hacer». Está «en su derecho de poderse defender», sostuvo. La secretaria general del partido negó que el PP se pueda ver afectado por este asunto en las elecciones gallegas y vascas del 25 de septiembre. Interpelada por ello contestó, según informa Europa Press, con una pregunta: «¿Conoce usted a muchos ciudadanos que sin haber siquiera ido a declarar por un asunto de aportación de 1.000 euros tengan que dejar un escaño?». «Yo, no», añadió.
Sus valoraciones resultaron diametralmente distintas al enfado público exhibido por otras voces del partido. Esta circunstancia evidenció de nuevo la existencia de dos PP distintos y de dos maneras diferentes, a veces incluso antagónicas, de ejercer la política.
En declaraciones a RNE y a Onda Cero, el vicesecretario de Sectorial, Javier Maroto, defendió que Barberá no está demostrando ni «dignidad» ni «ejemplaridad» en el «final de su carrera política». «No es ejemplar –explicó– mantenerse en el escaño exclusivamente para disfrutar de una posición de aforamiento». Su compañero en la dirección, el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, valoró como «positivo» que la ex alcaldesa haya abandonado el PP, pero apuntó que «podría dejar» su acta de senadora y eso «sería mejor para ella y para el partido».
No fueron los únicos que defendieron ayer esta tesis. El coordinador general del PP catalán, Xavier García Albiol, sostuvo que Barberá «se equivoca», que «es un grave error, es una situación que resulta muy desagradable». Después de recordar sus años de militancia, aseguró que todos los cargos deben tener «más conciencia de partido y más lealtad».
Las diferencias de criterio exhibidas ayer revivieron la polémica pública que ya hubo hace unos meses en el PP también a propósito de Barberá. En marzo, a raíz de una comparecencia de la ex alcaldesa cuando ya había estallado el caso del presunto blanqueo, Rajoy y sus jóvenes vicesecretarios –Maroto y Casado– discreparon públicamente sobre las explicaciones que ofreció. Al presidente le dejaron «tranquilo», a ellos les parecieron «insuficientes». Sus opiniones forzaron la apertura de un expediente interno contra Barberá.
A ese expediente le ha puesto punto y final la ex alcaldesa de Valencia al renunciar a la militancia. El PP no llegó nunca a actuar contra ella. Tampoco lo hizo contra Rodrigo Rato.
A Barberá ahora, al quedarse con el escaño, todavía le resta comunicar a la Mesa del Senado que causa baja en el Grupo Parlamentario Popular y solicitar su ingreso en el Grupo Mixto. Los populares le darán tiempo para hacerlo, pero si no lo solicita, explican, lo harán ellos. Su paso al Grupo Mixto le supondrá cobrar 2.300 euros más al mes, al repartirse entre 17 senadores la asignación que da la Cámara para el funcionamiento del Grupo. El dato tiene cierta importancia porque fuentes cercanas a Barberá sostienen que, además del aforamiento, en su decisión de no renunciar al acta ha pesado el elemento económico. Aseguran que tiene un «alto nivel de vida» que no podría continuar con «una pensión de jubilada».