En el primer pronunciamiento público del empresariado vasco desde la aprobación del plan -Confebask aún no lo ha hecho- el Círculo de Empresarios considera que la falta de respeto a «nuestro ordenamiento legal, incluyendo los propios mecanismos para su reforma», llevaría a «una quiebra del sistema y a una subversión del orden jurídico establecido».
En un momento en que tanto el lendakari Juan José Ibarretxe como el presidente de la ejecutiva del PNV, Josu Jon Imaz, insisten en que convocarán un referendum, sin competencias legales para hacerlo, si el Congreso de los Diputados rechaza el plan Ibarretxe, el Círculo de Empresarios Vascos exigió ayer a «todas las instancias políticas el sometimiento y el respeto en su integridad a nuestro ordenamiento legal, incluyendo los propios mecanismos internos establecidos para su reforma».
En el primer pronunciamiento público y oficial del empresariado vasco desde la aprobación del plan -la patronal Confebask aún no lo ha hecho- el Círculo de Empresarios deja bien claro que «el cumplimiento de la ley concierne y obliga a los empresarios y a todos los ciudadanos» y considera, en el punto 6 de su comunicado, que la falta de respeto a «nuestro ordenamiento legal, incluyendo los propios mecanismos internos establecidos para su reforma», llevaría a «una quiebra del sistema y a una subversión del orden jurídico establecido, lo cual crearía inseguridad, inestabilidad e incertidumbre».
El empresariado vasco es un colectivo plural que mide sus declaraciones sobre la situación política para no quebrar su unidad interna y que ha limitado sus valoraciones sobre el plan Ibarretxe. La primera vez, fue cuando el proyecto se presentó por primera vez en el Parlamento vasco, en octubre de 2002, momento en que tanto el Círculo de Empresarios Vascos como la patronal Confebask mostraron su preocupación por la «unilateralidad» del planteamiento. La segunda, en la presentación del texto articulado, un año después, cuando el Círculo dijo que la propuesta «era susceptible de generar incertidumbre jurídica, inestabilidad en el marco político y una mayor división social».
Tras la aprobación del plan Ibarretxe en la Cámara de Vitoria, ayer el Círculo de Empresarios Vascos consideró «inquietante» que la reforma del Estatuto de Guernica «no se plantee desde un consenso que recoja armónicamente las diferentes sensibilidades existentes en nuestra sociedad» y reclamó que «cualquier transformación del marco de convivencia se logre con mayorías parlamentarias, con un escrupuloso respeto a la legalidad y con el más amplio consenso social».
El Círculo muestra su respeto al poder político que emana de las urnas, pero reclama su derecho a opinar sobre cuestiones que les afectan. En ese sentido, alerta sobre «los previsibles efectos negativos que se derivarían para el empleo y la actividad económica de una situación caracterizada por la incertidumbre, la inestabilidad y el desencuentro entre los gobiernos central y vasco».
Igualmente, los empresarios vascos critican el lanzamiento del plan mientras pervive «un fenómeno violento y terrorista que sigue vulnerando derechos fundamentales, tal y como se demuestra con la existencia de muchos empresarios amenazados o con los recientes atentados contra instalaciones y sedes políticas, empresariales y ciudadanas».
En su punto séptimo, que cierra el comunicado, el Círculo de Empresarios Vascos apela, de manera inequívoca, «a la serenidad, al sosiego y a la reconducción de las lógicas y legítimas discrepancias por los cauces de la normalidad constitucional».
La patronal vasca, Confebask, no ha convocado aún ninguna reunión de sus órganos internos para valorar la aprobación del plan Ibarretxe en el Parlamento vasco, según manifestaron a ABC fuentes de este colectivo empresarial.
Las setenta mayores empresas vascas
Al Círculo de Empresarios Vascos, que preside Alejandro Echevarría, pertenecen los directivos de las setenta mayores empresas del País Vasco, que representan el grueso del PIB de la Comunidad autónoma. En él conviven directivos de empresas apoyadas por el Gobierno vasco, como la Corporación Mondragón o Euskaltel; independientes como el BBVA o Iberdrola, y también responsables de organismos semipúblicos próximos a las instituciones vascas, como las cajas de ahorro. Esta élite empresarial vasca fue calificada, no obstante, como un «club privado de ejecutivos de empresa» por la vicelendakari Idoia Zenarruzabeitia cuando se produjeron las primeras críticas al plan Ibarretxe.
ABC, 12/1/2005