• Cuando viajas por nuestro país te das cuenta del problema que tenemos en Cataluña. España no nos comprende

El catalán no metafísico que se levanta por la mañana con sueño y sin mayores cuitas que hacerse un café es contemplado por el resto de españoles como el Niño Santo de Burdeos. Te miran, te dan la mano, te susurran palabras de ánimo. Un agradable contraste con lo que sucede en mi tierra con los separatistas, que te repasan con odio africano si te reconocen como alguien que no es de los suyos. A propósito de esto, en estas vacaciones he podido distinguir dos tipos de compatriotas y como sea que uno ya escribe con tendencia a la entomología, ahí van mis impresiones.

En ambos extremos, por razones opuestas, se coincide en que es al catalán a quien corresponde solventar sus asuntos sin que eso concierna al resto de sus compatriotas. Qué falta de solidaridad entre españoles

Hay un español no catalán que lamenta sinceramente la locura instalada en esta parte de la nación y lo manifiesta con frases tipo «Hay que ver lo que tienen que aguantar ustedes». Pero, a renglón seguido, te instan al martirologio, a que te lances de cabeza a los leones del circo, todo so pretexto de apoyarte. «Pero usted no afloje, ¿eh?, de rendirse nada de nada, ahí, firme, aguantando lo que haga falta». Es inútil decirles que uno es simplemente un juntaletras, que no tiene madera de héroe y que eso de aguantar se dice con facilidad tomándose un cafetín en Mieres, en Langreo o en La Almunia de Doña Godina y que otra cosa es lidiar a diario con esa tropa de supremacistas. En el fondo ¿qué te están diciendo?, pensé. Pues que, aunque sea triste, es problema de los catalanes. Sin saberlo, le están dando la razón a los separatistas que, por descontado, también opinan que Cataluña es solo problema de los catalanes. En ambos extremos, por razones opuestas, se coincide en que es al catalán a quien corresponde solventar sus asuntos sin que eso concierna al resto de sus compatriotas. Qué falta de solidaridad entre españoles. Qué tristeza. He ahí la explicación, más allá de torticeras políticas, de porqué tanto PSOE como PP se han inhibido -cuando no jugado a favor- con el nacional separatismo. Cosas de catalanes, piensan.

Luego están quienes sostienen la tesis del «Disfruten de lo votado» con cara basculante entre el asco y el dolor de muelas. Y lo rematan con «Pues ya sabe a quién tiene que votar la próxima vez». Igualito que los separatistas, encantados de exhibir su mayoría en el parlamento catalán argumentando que la mayoría de catalanes pensamos como ellos, sin explicar el trampantojo, a saber, que el voto de un catalán del interior vale cuatro veces más que el de uno de Barcelona y su corona donde se concentra el ochenta por ciento de población y más del sesenta por ciento del PIB. No dicen que Cataluña carece de ley electoral propia porque lo que ha habido hasta ahora les va de molde, y tampoco dicen como en los pueblos se vigila y estigmatiza a todo aquel que ose votar algo que no tenga que ver con la estelada. A estos compatriotas habrá que explicarles esto y añadir que al catalán que se siente español se le ha dejado solo, muy solo, en manos de trabucaires, corruptos, carlistones rebozados de carcundia y apologistas de Terra Lliure y de ETA.

Total, que incluso aquellos que deberían entendernos por compartir valores democráticos tampoco nos comprenden. No les deseo que esta plaga llamada nacionalismo llegue hasta sus orillas, aunque ya asoma la oreja en muchísimas partes de España donde jamás lo hubieran sospechado. Una cosa, yo jamás diré que disfruten lo votado o que se conviertan en mártires. Porque entiendo que no sería de recibo entre compatriotas. Y ahí queda eso. He vuelto.